¿Cómo ver 'La lista de Schindler' después del genocidio de Gaza?
Muchas personas no pueden volver a ver esta ni otras películas sobre el holocausto nazi sin experimentar cierta incomodidad.
Israel está cometiendo un genocidio en la Franja de Gaza. No es una opinión subjetiva, sino la conclusión del informe publicado en marzo de 2024 por Francesca Albanese, la relatora de Naciones Unidas para los Territorios Palestinos. En esas fechas, las Fuerzas de Defensa de Israel ya habían asesinado a 30.000 palestinos, de los cuales 13.000 eran niños.
Cuatro meses después, la cifra de niños reventados por las bombas o abatidos por los francotiradores se ha multiplicado por dos y es imposible saber el número total de víctimas, pues hay muchos cadáveres bajo los escombros, pero todo indica que la masacre -aún en marcha- se ha cobrado más de 50.000 vidas. Según la revista médica británica The Lancet, "no es inverosímil estimar que hasta 186.000 o más muertes podrían ser atribuibles al actual conflicto en Gaza". The Lancet basa esta estimación en los casos de defunciones producidos por falta de medicinas, alimentos y hospitales.
Todos los cálculos son especulativos, pues las Fuerzas de Defensa de Israel han vetado la presencia de periodistas en Gaza. Al igual que Estados Unidos en Irak y Afganistán, Israel intenta evitar que las atrocidades cometidas lleguen a ser contempladas por la opinión pública. La imagen de Kim Phuc, la niña vietnamita abrasada por las bombas de napalm en la guerra de Vietnam, provocó una oleada mundial de indignación que precipitó la retirada de las tropas estadounidenses.
Israel, fiel aliado de Estados Unidos (o quizás sería más exacto decir, su gigantesco portaviones en Oriente Medio), sabe que su causa es impopular y no quiere que se acumulen más pruebas contra Benjamin Netanyahu, primer ministro de Israel, y su ministro de Defensa, Yoav Gallant, a los que el fiscal de la Corte Penal Internacional ha solicitado arrestar por crímenes de guerra.
Nada de eso ha impedido que las Fuerzas de Defensa de Israel continúen bombardeando hospitales, escuelas, mezquitas, campos de refugiados y oficinas de Naciones Unidas. Por primera vez en la historia, la humanidad asiste en directo a la ejecución de un genocidio. Las protestas internacionales no han logrado frenar los crímenes de Israel, que utiliza a los rehenes de Hamás como pretexto para reducir a escombros la Franja de Gaza y forzar un éxodo masivo.
El abominable atentado del 7 de octubre, que incluyó el asesinato de 1.200 israelíes, ha abierto las puertas al sueño de la ultraderecha israelí de alcanzar la Solución Final al problema palestino. Mientras se bombardea salvajemente la Franja de Gaza, los colonos y los soldados israelíes hostigan a los habitantes de Cisjordania, cometiendo crímenes que quedan impunes. Al mismo tiempo, se construyen nuevas colonias ilegales. Israel no quiere convivir con los palestinos y no reconoce su derecho a disfrutar de un Estado propio. El parlamento acaba de votar contra la creación de un Estado palestino.
En la sociedad israelí se ha impuesto una perspectiva colonial semejante a la de los colonos europeos que crearon Estados Unidos. Los nativos son un estorbo, "animales humanos", según Gallant, que constituyen una amenaza para la paz y la seguridad. Su desaparición sería un triunfo de la civilización.
Gracias a esta obscena deshumanización, el gobierno de Netanyahu puede utilizar el hambre y la escasez de aguas y medicinas como estrategia de guerra contra los palestinos, sin suscitar el rechazo de sus compatriotas. De hecho, se han creado grupos de voluntarios civiles que intentan evitar el paso de la escasa ayuda humanitaria que llega a Gaza, un boicot muy similar al que soportó el gueto de Varsovia.
Al presentar su informe ante el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, Francisca Albanese ha afirmado que "la comunidad internacional no puede seguir ignorando el proyecto de Israel, que es el de librarse de Palestina y los palestinos en desafío a la ley internacional. Al no exigir a Israel que rinda cuentas, el mundo ha permitido que el genocidio se extienda por Gaza". Las intenciones genocidas son "tan claras y ostentosas" que "no podemos mirar hacia otro lado".
Siempre se utiliza el mismo argumento cínico y falaz: criticar a Israel constituye un acto de antisemitismo
Sin embargo, la comunidad internacional no ha movido un dedo. Estados Unidos, Reino Unido y la UE apoyan la agresión israelí y sancionan a las voces que se atreven a criticar los crímenes. Siempre se utiliza el mismo argumento cínico y falaz: criticar a Israel constituye un acto de antisemitismo. Evidentemente, casi nadie se cree ya esa mentira, salvo una derecha que en unas décadas ha pasado del fervor antisemita a la islamofobia.
La probable victoria de Donald Trump, que ha elogiado públicamente la mano de hierro de Putin y Xi Jinping, consolidará la deriva autoritaria del mundo, aislando aún más a los palestinos. Se está creando ante nuestros ojos una internacional antidemocrática que evoca el tristemente famoso Eje Berlín-Roma-Tokio. Dentro de poco, podremos hablar de un Eje compuesto por la alianza de Washington, Moscú, Pekín y algunas de las capitales europeas y latinoamericanas gobernadas por la ultraderecha.
Es un escenario de pesadilla del que ya ha hablado Juan Gabriel Vásquez en el artículo "La violencia que vendrá" aparecido en el diario El País. Vásquez escribe: "Se nos vienen encima días temibles. Trump ha construido esta segunda candidatura, única manera de mantenerse fuera de la cárcel, sobre la premisa esencial de la venganza, sobre una retórica de incendio y un relato divisivo que empieza a parecerse, para todos los efectos prácticos, a lo que ocurre en una guerra civil. La violencia entre ciudadanos no es una consecuencia indeseada: es parte de su comprensión del fenómeno".
Esa violencia no se restringirá a Estados Unidos, sino que se propagará por todo el planeta, incrementado el sufrimiento de los palestinos, los ucranianos y los inmigrantes que huyen de la guerra y la pobreza. Y los que se atrevan a protestar, los periodistas que se resistan a ser testigos pasivos, se expondrán a correr la misma suerte que Julian Assange. Los Estados que optan por el juego sucio y la violencia institucional nunca renunciarán a blindar sus cloacas, corazón de su estrategia de manipulación y desinformación.
Netanyahu acusa de antisemitismo a los que critican sus crímenes en Gaza. No creo que sea tan estúpido como para no apreciar que él mismo se ha convertido en el principal promotor del odio antisemita. Hoy ya hay muchas personas que no pueden volver a ver La lista de Schindler, El pianista o Shoah, el documental de Claude Lanzmann, sin experimentar cierta incomodidad. No por insensibilidad o un incipiente antisemitismo, sino porque aprecian una intolerable asimetría en el tratamiento de la víctimas. Sé que hay un puñado de películas y documentales sobre la injusta e ilegal ocupación de Gaza y Cisjordania, pero ninguna ha adquirido el rango de obra mítica y emblemática. Solo son pequeñas obras de creadores independientes con escasez de medios.
En el cine, los palestinos casi siempre son presentados como terroristas. Es la misma perspectiva que impulsaban los nazis sobre los gestos de resistencia en los países ocupados. Hoy se exalta como héroes a los autores del atentado contra Heydrich, pero los autoridades nazis los consideraron terroristas. El lenguaje ha sufrido una perversión que afecta a la comprensión de los conflictos. Los asesinatos extrajudiciales de Israel o Estados Unidos se describen como operaciones quirúrgicas y cualquier gesto de resistencia de una población que sufre una ocupación ilegal se califica de inmediato como una acción terrorista.
Los crímenes de Israel no deberían atenuar nuestra solidaridad con las víctimas del nazismo. Anne Frank fue asesinada por hombres como Netanyahu
¿Cuál es la alternativa para superar esta espiral de inhumanidad? No tengo una respuesta, pero sí tengo muy claro que los crímenes de Israel no deberían atenuar nuestra solidaridad con las víctimas del nazismo. Anne Frank fue asesinada por hombres como Netanyahu. El problema no es el credo religioso o la procedencia étnica, sino la deshumanización del otro. Ayer, Hitler deshumanizó a judíos, gitanos y eslavos. Hoy, Netanyahu y sus cómplices deshumanizan a los palestinos. El imperativo es no cuestionar o negar en ningún caso la humanidad de nuestros semejantes.
Los palestinos no son "animales humanos", como dijo Gallant, y los judíos no son "ratas, piojos ni cucarachas", como sostuvo Hitler. ¿Por qué se propagan estas ideas? No creo que sea solo por odio al diferente. Vivimos en un mundo escandalosamente injusto. Nadie sensato piensa que las democracias occidentales sean realmente el gobierno del pueblo. En realidad, gobiernan las oligarquías empresariales. Hitler exterminó a los judíos, los gitanos y los eslavos para crear un imperio en el Este de Europa y apropiarse de sus recursos.
Israel es un artefacto colonial creado por Occidente para controlar Oriente Medio y proteger sus intereses en una región con grandes recursos energéticos e importantes rutas comerciales. Mientras no se pacifique la zona, mientras no se acabe con la resistencia palestina al apartheid impuesto por Israel, invertir en esa región será un ejercicio de alto riesgo. Como sucedió en el Oeste de los Estados Unidos, hay que sojuzgar definitivamente a los nativos para garantizar la expansión comercial e industrial.
¿Cómo hay que volver a ver entonces La lista de Schindler? Con la certeza de que las víctimas siempre merecen respeto y solidaridad. Los judíos asesinados por la Wehrmacht merecen la misma compasión que los palestinos destripados por las bombas israelíes. Mientras el ser humano siga adorando al becerro de oro, no habrá paz ni justicia. Esa voluntad de poder que tanto exaltó Nietzsche es el pecado original de la humanidad y nace del anhelo de ser más que los otros. Los grandes héroes como Sophie Scholl, Martin Luther King, Nelson Mandela o Malala Yousafzai siempre han sido humildes. Quizás es lo que necesite el mundo. Menos ambición y más humildad.