Annapurna Interactive ha conseguido hacerse un hueco en el mundo de los videojuegos de la misma forma que lo hizo en el cine uno años antes. Es una editora que está dispuesta a arriesgar con proyectos creativos, valientes, que miran hacia fuera y puedan servir como puerta de entrada al medio a gente que no haya tenido mucha experiencia previa. El último juego que han publicado, Sayonara Wild Hearts, apenas exige nada de su audiencia: moverse de derecha a izquierda y pulsar un botón en el momento preciso. En algunos momentos hay que hacerlo de arriba abajo, pero ya está. No quiere decir eso que la cosa no se complique, porque en algún momento lo hace, pero el esquema de control es el que es, y su aparente sencillez es uno de los puntos fuertes del título. El otro es la absoluta delicia kinestésica que mezcla una dirección artística fosforescente con una banda sonora de electropop, y la inestimable narración de Queen Latifah, para ofrecer una experiencia trascendental.

Las artes visuales llevan ya varias décadas muy unidas a la producción de música popular. Aunque siempre muy dependiente del presupuesto, los videoclips siguen siendo uno de los puntos donde se templan el cobre los cineastas del mañana precisamente porque permiten ahondar en ejercicios de virtuosismo visual. Y más allá de los meros propósitos promocionales estos artistas de la imagen idean composiciones para acompañar a los músicos en sus conciertos, participando de una manera muy directa en el ritual que se encuentra en el meollo de la música en directo. El título de los suecos Simogo va un paso más allá, poniendo un controlador en las manos para interactuar con el flujo audiovisual.

Una chica está tirada en su habitación cuando de repente toda la casa se da la vuelta y se cae por el tragaluz, absorbida por un vórtice de luz que le llevará a recorrer una ciudad sobre una motocicleta dando saltos imposibles, surcar un bosque a lomos de un ciervo blanco, planear sobre abismos en llamas… Parte de la gracia es descubrir todas las formas que tiene el juego de impulsar la acción hacia delante, transportando a la chica protagonista a escenarios y situaciones cada vez más expresivas. Es una montaña rusa con demasiadas ideas como para detenerse mucho en ninguna, siempre mirando al frente, siempre abierta a lo que aguarda más allá del horizonte. Como un álbum pop de perfecta construcción, cada canción va pujando hacia el mismo objetivo, componiendo una vigorosa impronta sensorial capaz de elevar todo el conjunto más allá de su propias limitaciones internas.

SAYONARA WILD HEARTS | Launch Trailer

El mundo de Sayonara Wild Hearts es el mundo de los sueños, donde las esencias estéticas priman sobre un supuesto conocimiento empírico, y donde todo está supeditado a la respuesta emocional, vibrante y primaria, quizá más certera en su alcance de las verdades ontológicas. De esta forma, una ristra de amantes se interpone en el periplo de esta chica innominada, amantes ataviados con máscaras usurpadas de la baraja del tarot, bailando sobre motocicletas en marcha, blandiendo espadones que rascan el cielo o pilotando lobos robóticos con munición infinita. Y el baile es perfecto. Porque no atiende a las restrictivas leyes de una gravedad necia, sino que la destierra a través de una inextinguible giga redentora. Es épica y éxtasis. Es celebración, pero también meditación. Un nirvana de los sentidos. Una apoteosis de la forma para llegar al núcleo palpitante, que bombea luz y ácido y tremenda euforia a cada último resquicio del alma humana.