Cibrán Sierra, segundo violín del Cuarteto Quiroga, y Arnau Tomás, violonchelista del Casals, están estos días de actualidad. El uno ha presentado libro y el otro, disco. En los últimos años, Cibrán y Arnau han propiciado (con al menos un 25 por ciento de la responsabilidad) el nacimiento en España y florecimiento en el mundo de dos cuartetos de cuerda de primera fila internacional, lo que era novedad absoluta en nuestra historia. Ahora demuestran que en su personalidad -y en su talento- hay además otras facetas.
El libro de Cibrán Sierra se titula El cuarteto de cuerda. Laboratorio para una sociedad ilustrada, porque, para el autor, el cuarteto es el campo original de casi todas las batallas estéticas que llevamos libradas en los tres últimos siglos y medio y, además, constituye un modelo de convivencia de extraordinario interés. En poco más de 200 páginas, Sierra encuentra espacio para narrar la historia entera del género y para trazar una descripción apasionante del cuarteto como realidad musical y vital. El cuarteto, mucho más que cualquier otra formación instrumental o vocal, es una forma de vida. Una forma de vivir, desde luego, pero, en opinión de Sierra, también de entender la vida, porque a través del prisma del cuarteto -conversación entre cuatro "que son iguales porque son diferentes"- las relaciones humanas se ven de otra manera. Este libro forma parte de una magnífica andanada de tres con la que Alianza Música pone en marcha una nueva colección, Biblioteca Básica, bajo la dirección de Javier Alfaya. Los otros dos títulos son igualmente recomendables: Justo Romero, que conoce muy bien la materia, ha escrito El piano. 52 + 36 y Laia Falcón, que además de excelente soprano es una pensadora de mucha altura, es la autora de La ópera. Voz, emoción y personaje.
[caption id="attachment_615" width="510"] Arnau Tomàs[/caption]
Arnau Tomàs, por su parte, ha decidido mostrarse como el gran violonchelista que es grabando las seis suites para violonchelo solo de Johann Sebastian Bach para el sello Aglae (AMC 106.07). La música de estas suites es toda ella quintaesencia. Está lo que es y es lo que está y no hay nada más ni nada menos: una sucesión de notas y frases asombrosamente limpias con las que jugaba el Bach de Cothen, el más alto de todos, compositor libre, alejado de obligaciones litúrgicas, sin más preocupación ni ocupación que la pura música, protegido por un príncipe amigo y melómano. Como los extremos se tocan, estos pentagramas tan puramente sonoros -tanto que pasaron en su día por ejercicios técnicos intrascendentes- se pueden oír (y se pueden tocar) como contenedores de las más profundas emociones humanas. La visión que de todo esto ofrece Arnau Tomàs no puede ser más atractiva. Grabadas en un entorno acústico mullido (la iglesia de Sant Martí en Granera, en Barcelona), las suites de Arnau son exactamente eso, “de Arnau”. No he oído a ningún otro violonchelista esta forma de frasear y de ornamentar. En el terreno estilístico se sitúa también en un lugar muy personal que combina trazos historicistas, románticos e incluso modernos. Hay pocos compositores tan universales, en el espacio y en el tiempo, como Bach. Sobre todo el Bach de Cothen. La visión intemporal y profundamente personal de Arnau Tomàs suena muy adecuada.