[caption id="attachment_403" width="150"] Yolanda Castaño. Foto: Carlos Ermida[/caption]

De las poesías que se escriben ahora mismo en la Península, probablemente ninguna tenga la vitalidad, la variedad y la potencia renovadora de la poesía gallega, que parece haber entendido a la perfección que sólo la periferia puede ser el lugar de la verdadera vanguardia y que la única forma de renovar es asumir el canon de la modernidad sin pretender subirse a él, sino tratándolo de igual a igual. Aquí he hablado ya alguna vez de otras poetas como Olga Novo, y hoy traigo de regalo dos poemas inéditos del libro de próxima publicación A segunda lingua, que será ya el sexto libro de poemas de Yolanda Castaño (Santiago de Compostela, 1977) tras títulos esenciales como el que era el más reciente hasta ahora, Profundidade de campo (2007), un libro, como los últimos suyos, publicado en castellano por Visor. (La traducción de estos dos poemas es suya).

Yolanda Castaño es una profunda conocedora de los nuevos caminos de la poesía europea (ella está detrás, a veces secretamente, de la presencia en nuestra edición de buena parte de las mejores novedades venidas de allende los Pirineos) y además sabe que la poesía está, casi siempre, fuera de los poemas, así que no duda en buscarla en el resto de las artes para luego traerla a la suya. Pero su poesía es sobre todo un profundo ejercicio de autoconocimiento. Y digo “auto” a sabiendas de que para ella el 'yo' incluye todas las personas verbales, todos los seres y toda la materia: sabe que hablar de pan es hacer política y que no hay nada más íntimo que nuestro modo de estar en la multitud.

 

PAN DE CELEBRACIÓN.  (IT’S AN UNFAIR WORLD)

O mundo é un hotel sen mostrador de recepción.

O don da elocuencia non é un ben comunitario.

 

Non se repartiron así nin os pans nin os peixes.

Por estribor a carne e por babor as espiñas.

 

Ides perder a cabeza e chóvenvos

sombreiros,

os ricos terán cartos os pobres terán fillos.

 

Eu sei dun pan que eu partiría en anacos

que fosen minúsculos e durase para os restos,

se unha faragulla pode ocuparlle a boca a alguén,

se pode saciar, se tal vez destrabala.

 

Coma botes salvavidas na gloria do Titanic,

soutos de peites para quen está

calvo.

 

Urbi et orbi da retórica: nin está nin se espera.

Calcétanse barbas para quen non ten queixelo.

 

Tocáronlle a algunhas bocas tres segundos de memoria.

E Deus ha dar ese pan

a alguén con ben menos dentes.

 

PAN DE CELEBRACIÓN.  (IT’S AN UNFAIR WORLD)

El mundo es un hotel sin mostrador de recepción.

El don de la elocuencia no es un bien comunitario.

 

No se repartieron así ni los panes ni los peces.

Por estribor la carne y por babor las espinas.

 

Vais a perder la cabeza y están lloviéndoos

sombreros,

los ricos tendrán dinero los pobres tendrán hijos.

 

Yo sé de un pan que partiría en pedazos

que fuesen minúsculos y durase para los restos,

si acaso una migaja puede ocuparle a alguien la boca,

si puede saciar, si tal vez destrabarla.

 

Como botes salvavidas en la gloria del Titanic,

pinares de peines para quien está

calvo.

 

Urbi et orbi de la retórica: ni está ni se la espera.

Aquí se calcetan barbas y tú aún sin mandíbula.

 

Les tocaron a algunas bocas tres segundos de memoria.

Y Dios le dará ese pan

a alguien con menos dientes.

 

A VOZ DA ÉPOCA

Os croissants desta mañá

xa saben algo resesos.

Os xornais sobre a mesiña

son unha fame ventrílocua.

 

Quixera que a visión non fose

un acto irreversible,

que o noso sentido da historia se estendese

ata máis alá do almorzo.

 

Apearnos de cada playback,

coreografía das entrevistas.

Xa non verdades como puños, verdades como

mans abertas.

 

Os titulares teñen un gusto a conversa de ascensor,

o mundo, un gran programa de escritura preditiva.

 

A noticia lida con máis convencemento

é aquela sobre a que

pelo unha pataca.

 

Moita información está perdendo os papeis.

 

A verdade havos facer

escravos.

 

LA VOZ DE LA ÉPOCA

Los croissants de esta mañana

ya saben algo pasados.

Los periódicos en la mesita

son como un hambre ventrílocua.

 

Quisiera que la visión no fuese

un acto irreversible,

que nuestro sentido de la historia se extendiese

más allá del desayuno.

 

Apearnos de cada playback,

coreografía de las entrevistas.

Ya no verdades como puños, verdades como

manos abiertas.

 

Los titulares tienen un gusto a conversación de ascensor,

el mundo, un gran programa de escritura predictiva.

 

La noticia leída con más convencimiento

es aquella sobre la que

pelo una patata.

 

Mucha información está perdiendo los papeles.

 

Solo la verdad os hará

esclavos.