Rima interna por Martín López-Vega

Poemas de Patrizia Cavalli

6 octubre, 2014 10:07

[caption id="attachment_700" width="150"] Patrizia Cavalli[/caption] Patrizia Cavalli nació en Todi, Italia, en 1947. Algunos de sus libros son Mis poemas no cambiarán el mundo (1974), El cielo (1981) o Mi yo singular (1992). Su último libro es Datura (2013), en referencia al género de plantas al que pertenece el estramonio. Los poemas que traduzco están espigados de diferentes libros suyos, todos publicados por la editorial Einaudi. Los marroquíes con las alfombras parecen santos y sin embargo son mercaderes. * Ahora que el tiempo parece todo mío y nadie me llama para la comida ni la cena, ahora que puedo quedarme mirando como se deshace una nube o como se destiñe, como camina un gato por el tejado en el lujo inmenso de una exploración, ahora que cada día me espera la ilimitada largura de una noche sin llamada y no hay ya razón para desnudarme con prisa y descansar en la cegadora dulzura de un cuerpo que me espera, ahora que la mañana no tiene comienzo y silenciosa me permite dedicarme a mis cosas, a todas las cadencias de la voz, ahora querría de pronto la prisión. * Después de años de tormentos y arrepentimientos lo que descubro y lo que me queda es una banalidad fresca e indigesta. * Si ahora tú llamaras a mi puerta y te quitaras las gafas y yo me quitara las mías que son iguales y después entrases en mi boca sin temor a besos diferentes y me dijeras “Amor mío, ¿qué ha pasado? sería una obra de teatro de éxito. * Pero ¿de verdad para salir de prisión hay que saber de qué madera es la puerta, el material de los barrotes, establecer el pantone exacto del color de los muros? Volviéndose tan experto se corre el riesgo de encariñarse. Si de veras quieres salir de la prisión, sal ahora, hazlo con la voz, conviértete en canción. * Silla, ¡deja de ser tan silla! Y vosotros, libros, ¡no seáis tan libros! Están como las dejaste, las chaquetas abandonadas. Demasiada materia, demasiada identidad. Todos amos de su forma. Son. Son lo que son. Solitarios. Y yo los veo uno a uno separados y quieta también yo hago de plazuela para estos objetos quietos, solos, congelados. Se requiere mucha y espaciosa ternura, una prisa piadosa que mueva y que confunda estar formas maestras siempre iguales, porque no es verdad que se regrese, no se regresa al vientre, se marcha nada más, nos volvemos singulares. * Científicamente me pregunto cómo ha sido creado mi cerebro, qué hago yo con esta equivocación. Finjo tener un alma y pensamientos para andar mejor entre los otros, alguna vez me parece incluso amar rostros y palabras de personas, pocas; al ser tocada querría tocar, pero descubro siempre que toda emoción mía depende del temporal que se avecina. * ¡Cómo era dulce ayer imaginarme árbol! Por un momento incluso llegué a enraizar y crecía con lentitud soberana. Recibía así brisa y tramontana, caricias o sacudidas, ¿qué importaba? No era para mí misma alegría ni tormento, no podía arrancarme mi centro, yo sin decisiones y sin movimiento, si me movía era sólo por el viento. * Si cambio de sitio mi escritorio otro gobierno tendrá mi razonamiento; será más lento el camino al sofá donde ante cualquier pensamiento me dormía. Sentada, de repente me sumergía entre los cojines grandes y mi pensamiento soñándose libre ramoneaba hierbas fáciles aquí y allá. * Me he vuelto muy sabia digo sabidurías una detrás de otra fácilmente con mucha facilidad las digo y las olvido puedo olvidarlas porque en seguida se me ocurre otra. Después de todo nunca he sido de las que ahorran. * ¡Comer mandarinas que jamás saben a muerte! * Querrías que fuese uno de tus gatos castrados y paralelos: duermen en fila y hacen el gato sólo a escondidas cuando no los miras. Pero yo nunca seré castrada y paralela. Tal vez me vaya, pero será de refilón y entera.

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