No sé si es mejor concentrar el Festival de Otoño a Primavera en cinco o seis semanas, como se hacía antes, o trocearlo y distribuirlo a lo largo del año como se está haciendo esta temporada, pero me confirmo en la idea de que hay que preservarlo a toda costa. Los mejores espectáculos que he visto en Madrid me los ha proporcionado este Festival, veáse la exquisitez que se representa en la Cuarta Pared desde ayer y hasta el 12 de mayo: The animals and children took the streets.



La función es como una novela gráfica que cobra vida. En el escenario, los personajes de esta fábula interactúan con la escenografía, que es una película animada obra del ilustrador Paul Barritt. El filme se proyecta en tres pantallas por las que los intérpretes, convenientemente maquillados y vestidos, entran y salen siguiendo los dibujos y el hilo narrativo de la historia.



Así en escena tenemos, además de la película animada, tres actrices (Sue Appleby, Eleanor Buchan y Lewis Barfoot) que se reparten varios personajes cada una y que cambian de máscara con la rapidez de un galgo; y una partitura musical original de Lilliam Henley, interpretada en directo por una de las actrices. También hay una historia cautivadora, narrada con fino humor y sensibilidad, una deliciosa parábola sobre el poder, las clases sociales y la rebelión, original de Susanne Andrade.



Por The animals and children took the streets asoman tantas referencias artísticas como disciplinas reúne el espectáculo. El cuento bebe de Dickens, cuenta la historia del portero de un bloque de viviendas en un barrio deprimido, habitado por enloquecidos y ruidosos niños, al que acude a salvarlos una joven e idealista madre. La música y las letras tienen ecos evidentes del cabaré de Brecht y Weill, y la película también se inspira en el diseño gráfico de Rodchenko, aunque sólo en ocasiones.



Barritt, Henley y Andrade y la productora Jo Crowley componen 1927, nombre de esta innovadora compañía londinense, fundada en 2005, que fue así bautizada para recordar el año de defunción del cine mudo y que se estrenó la película de Fritz Lang, Metropoli. El grupo llega a nuestro país después de haber cosechado numerosos premios y haber girado por todo el mundo, además de haber conseguido el apoyo de la crítica. Y con tan solo dos espectáculos: el que se presenta ahora en Madrid y el que le precedió, Between the Devil and the Deep Blue Sea, estrenado con grandísimo éxito en Edimburgo y que les proyectó a nivel mundial. El pasado año la Ópera Cómica de Berlín les encargó la producción de La flauta mágica, lo que ha supuesto un cambio importante para un grupo acostumbrado a trabajar con obras de pequeño formato.



1927 dedica mucho tiempo a sus producciones, especialmente a idearlas. Luego, los ensayos también son lentos, combinar teatro con películas animadas es un trabajo que exige mucho tiempo y rigor. La gracia de verlo en Madrid es que la obra está muy rodada y los actores, sorprendentemente, se acoplan maravillosamente a la película.



Ariel Goldenberg, director del Festival, me comentaba que traer compañías extranjeras se ha puesto muy difícil ahora en España, por los altos impuestos que se pagan cuando se contratan y que encarecen su caché más de un 50%. De no existir festivales como éste, destinados a programar espectáculos internacionales, el panorama escénico corre el riesgo de hacerse más patrio y el público, menos exigente. Y, como ocurre en otras áreas del conocimiento, es difícil que nuestras producciones escénicas mejoren si nuestros artistas ignoran los trabajos más brillantes y valiosos que se hacen en el extranjero.



Así que aprovecho para recordar que en las próximas tres semanas, hasta el 7 de junio, se van a ver en Madrid, bajo el paraguas de este Festival, varios espectáculos extranjeros. Me causa especial interés el belga Fabrice Murgia, un talento joven al que los especialistas le auguran un futuro prometedor, y que llega con dos obras (Exils y Ghost Road), los alemanes Meschugge, teatro de objetos, y los mexicanos Lagartijas tiradas al sol. En junio vuelven los británico Propeller, asiduos ya de esta cita. Y a partir de hoy y hasta el sábado, el travesti Olivier Py en La Abadía.