Stanislavblog por Liz Perales

Cinco razones para ir a ver a Vicky Peña

22 septiembre, 2014 11:35

[caption id="attachment_625" width="560"] Vicky Peña es Mary Cavan Tyrone en El largo viaje del día hacia la noche.[/caption]

El teatro Marquina de Madrid en una tarde de domingo. Un público mayormente femenino, de señoras perfumadas y arregladitas, llena el patio de butacas. En él distingo a la actriz Geraldine Chaplin y me percato de lo que le une a la obra que va a representarse: es nieta de Eugene O’Neill,  autor de Largo viaje del día hacia la noche, y su madre es Oona O’Neill, hija del dramaturgo que la desheredó cuando se casó jovencísima con Charles Chaplin, del que le distanciaban 38 años. El dato ya indica algo del carácter del autor, de quien a continuación conoceremos su atormentado drama familiar, pues la obra está considerada su testamento biográfico.

1.- Cantar las virtudes como actriz de Vicky Peña no es una novedad, no ha parado de hacer trabajos extraordinarios sobre el escenario, pero el recital interpretativo que ofrece en Largo viaje del día hacia la noche es antológico.  Siento que con Vicky Peña me ocurre algo parecido a cuando voy a un concierto de un gran pianista del que espero una interpretación magistral y única de una pieza musical: también espero de ella que dé un concierto interpretativo de un texto, en este caso también antológico, que cuente cómo lo vive y cómo lo entiende. Nada más y nada menos. Es una expectativa que no está muy lejos de lo que ella entiende que es su oficio, según me dice: “Comparo la interpretación con la labor que hace un  traductor de un texto, con la diferencia de que yo lo encarno y así es como lo hago llegar al público. Soy el canal por el que transcurre una historia. Siempre he dicho que mi oficio consiste en picar piedra, sacarle los colores y llegar al corazón del intelecto”.

2.- La actuación de Vicky contrasta con la de una corriente de actores que hoy pueblan nuestros escenarios ofreciendo una neutralidad interpretativa silenciosa y aburrida. Vicky es lo opuesto. Es una actriz dramática con personalidad, poderosa y capaz de interesar y conmover vivamente. Pero comprenderla bien exige del espectador sortear un primer escalón nada más comenzar la representación que eliminará cualquier atisbo de afectación que pudiéramos intuir: el espectador debe recordar que está en el  teatro y que el drama que se le presenta es de aúpa. Una vez aceptada esta convención, olvidamos quién es Peña para creer sólo en Mary Cavan Tyrone, la matriarca de la familia Tyrone.

Como ya se ha dicho,  la obra es la autobiografía dramática de O’Neill, la historia de una familia incapaz de convivir pero obligada a hacerlo, seres humanos luchando como pueden por su destino y sus circunstancias.  Se desarrolla a lo largo de un día de verano, en una casa de vacaciones, a donde Mary vuelve y donde la esperan su marido, un actor fracasado y avaro (Mario Gas), y sus hijos Jamie, alcohólico, sin oficio y de vida disipada (Alberto Iglesias), y Edmund, pusilánime y enfermo (Juan Díaz).  Durante el primer acto, el texto mantiene brillantemente una intriga que evito desvelar, pero que exige que Mary se comporte de una manera distinta a como lo hace a partir del segundo acto, cuando ya conocemos su debilidad.

3.- El trabajo de Peña es minucioso, a cada minuto sorprende con una confesión, un reproche, un sueño frustrado, una mirada. Mary tiene una personalidad cambiante, se muestra devota de Dios e inestable de carácter, tiene tantos meandros y giros y no para un momento quieta. Por lo intensa que resulta, se podría pensar que Peña es una actriz entrenada en el Método, pero nada más lejos. Ella pasa bastante de todas esas enseñanzas stanislavskianas basadas en la memoria sensorial y emocional: “Hay muchas escuelas y corrientes de interpretación y me parecen muy respetables, pero yo soy una actriz que me baso en la experiencia, en utilizar la intuición y en sentir empatía con mis compañeros de reparto. Me guío por la experiencia que he adquirido en los escenarios pero también la experiencia de los otros. Desde niña he visto mucho teatro y de todo tipo y he aprendido mucho observando a los actores que me gustaban y a los que no me gustaban.  Este es un oficio que se aprende día a día. Por otro lado, para mí es muy importante la intuición, la capacidad de soñar un personaje y de entender la obra. Y, por supuesto, sentir empatía con el resto del elenco”.

4.- Precisamente, hay que ver también a Vicky/Mary no sólo por lo que ella hace, sino por lo que obliga a hacer a sus compañeros de reparto. Estar a la altura de una actriz así exige ser capaz de darle la réplica y aprovechar su resplandor para que este se refleje en el resto de los actores. Ella busca aliados y Mario Gas (James), Juan Díaz (Edmond), Alberto Iglesias (Jamie) y Mamen Camacho (que tiene un papel como criada) le responden con distinto ímpetu. Entre ellos mantienen relaciones de amor/odio, se dicen cosas terribles, viven situaciones al límite.

Gas transmite verdad, es un James menos histriónico y temperamental del que conocemos por la película de Sidney Lumet, al que dio vida Ralph Richardson. Su Jamie está contenido, quizá demasiado, lo que puede hacernos creer que está en un registro diferente al de Peña. Pero está convincente y es un gusto ver a esta pareja juntos en escena. Según cuenta Peña, “no había trabajado con Mario en una obra con tanta intensidad actoral. Es verdad que Mario había sondeado hacer esta obra muchas veces, pero yo nunca la había tenido en mi imaginario”.  Y es también convincente el trabajo de Alberto Iglesias, en el terrible papel del hijo menos querido, y Juan Díaz, en el del hijo enfermo, que dan vida a dos jóvenes que se niegan a dejar el nido.

5.- El melodrama de la familia Tyrone está repleto de disputas y  hay munición de sobra para que el público se identifique con la batalla que más familiar le resulte: los reproches de Mary, las réplicas de su hijo Jamie, las acusaciones del viejo James…  Todo eso está en el texto, pero no es fácil crear la ilusión encima de un escenario de que es verdad lo que nos están contando. Para ellos se exige actuar de forma auténtica e imaginativa y no hay muchas actrices que sean capaces de hacerlo. Corran pues al Marquina, la obra sólo permanecerá hasta finales de noviembre.

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