[caption id="attachment_662" width="510"] Helena Pimenta, Juan Carlos Pérez de la Fuente, Albert Boadella y Ernesto Caballero[/caption]

La pasada semana se inauguraron las jornadas Conversaciones en el Galileo, que organiza por segundo año consecutivo la Junta de Chamberí de Madrid y que están dedicadas a debatir asuntos teatrales de toda índole con la presencia de profesionales. Me tocó moderar la primera mesa integrada por Juan Carlos Pérez de la Fuente, flamante director del Teatro Español de Madrid, y Alberto García, director de la pequeña sala Curro DT y coordinador del Festival Surge, y de todo lo que allí se suscitó hay un asunto que me pareció interesante desarrollar: ¿Deben los teatros públicos propiciar sistemas que permitan una mayor concurrencia de los artistas y profesionales? ¿Cómo?

Como en cualquier institución pública o privada, la personalidad y los gustos de su director marcan la evolución de esta. Concretamente en los teatros públicos, y por extensión en cualquier institución cultural, se puede predecir más o menos a los colaboradores con los que contará el director si conocemos su trabajo previo. Si se analizan las programaciones de estos teatros, y se barajan las de varias temporadas, las alianzas siguen una natural explicación: los directores se invitan unos a otros a sus respectivos teatros o proyectos y también se intercambian actores o autores.  Y así ocurre que hay equipos profesionales que siempre se repiten, lo cual no digo que no convenga,  pues de alguna manera habrá que garantizar la continuidad de estos equipos y los intereses intelectuales que se generan entre unos y otros.

Pero lo que trato de plantear tiene que ver con el acceso de los artistas a los teatros públicos y de si se puede arbitrar un sistema que, al menos, garantice mayores oportunidades de mostrar su trabajo a los que todavía no han alcanzado cierta celebridad.  El Centro Dramático Nacional (CDN) y la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC), como reza en sus webs, han puesto a disposición un Buzón de Sugerencias para  los profesionales del sector, que según explica serán examinadas por el Consejo Asesor de la institución en el caso del CDN. Pero ya  advierten de las limitaciones de la programación y, concretamente el CDN anuncia que estos no podrán ser contemplados hasta la temporada 2015-16.

Algunos actores, por ejemplo, me comentan la importancia que para ellos supone hacer castings, mostrar su trabajo aunque luego no sean elegidos. Sí, es un procedimiento fatigoso para los organizadores. La CNTC hizo un gran casting, con la finalidad de disponer de un banco de intépretes, pero observo que sus elencos se repiten, cuando precisamente esta institución ha dejado de funcionar como compañía de repertorio.

Pérez de la Fuente señaló en el debate que él se ha propuesto abrir las puertas del teatro Español a todo el colectivo y recibir a los artistas que tengan algo que ofrecer personalmente, lo que desde luego es un lujo. Explicó que en su etapa anterior como productor privado de teatro, su predecesor tardó año y medio en recibirle. Me consta que en los dos meses que lleva al frente del Español  ha tenido casi 200 entrevistas personales, demuestra así su interés por tomarle el pulso al sector, pero también que es un método que depende exclusivamente de la entrega y voluntad de cada director.

Arbitrar un sistema que facilite el acceso de un mayor número de artistas exige al equipo directivo de un teatro dedicación y tiempo, pero también una mayor precisión, definición y desarrollo de los proyectos escénicos que se quieren poner en marcha, lo cual parece positivo, ya que obliga a repensar muy mucho por qué se quieren hacer las cosas. En Madrid, ya hay dos iniciativas funcionando que apuntan por esta senda: El Laboratorio Rivas Cherif del CDN, a través de los talleres La vida del actor y Escritos en la escena, facilita de alguna manera el contacto de los actores y los autores con la institución, a través de convocatorias públicas.  Por otro, el Centro Danza Canal, de los Teatros del Canal, hace también una convocatoria pública para que compañías de danza veteranas o de reciente creación puedan disfrutar de residencias temporales.