[caption id="attachment_934" width="560"] Víctor Boira y Yassin Serawan[/caption]

Sorpresa de las divertidas en los Teatros Luchana: La esperanza en tiempo de crisis o la crisis de la esperanza, de Yassim Serawan. Una comedia de las que pasan volando, en la que uno y su cuchipanda de amigos se ve reflejado inmediatamente, pues la vida del común de los mortales se parece mucho a lo que aquí se cuenta. Extra de aplausos para este elenco de actores que hacen propios la genial galería de personajes que la pueblan, ofreciendo interpretaciones realistas y muy cómicas. Obras así me alegran doblemente, pues me descubren un nuevo autor de comedia, género por el que precisamente no suelen decantarse nuestros dramaturgos.

Por el nombre del autor podríamos deducir que se trata de un extranjero. Pero no, Serawan, aunque de origen sirio, conoce muy bien la naturaleza hispana, como pone de manifiesto al crear situaciones muy verosímiles y protagonizadas por personajes tan de nuestra fauna. La obra gira en torno a Julián (interpretado por José Burgos). Es éste un idealista pusilánime, un hombre del común que en la cuarentena ajusta cuentas con la vida para cerciorarse de que sus sueños de juventud no se han cumplido: su matrimonio con Rita (Cristina Goyanes)  no atraviesa por un buen momento; su vida es rutinaria, siempre con sus amigotes del barrio: Pepe (Víctor Boira), Gabi (Serawan) y Adolfo (Rafa Núñez), tres fracasados. Pero el optimismo vuelve a teñir su cara cuando una oportunidad de mejorarla se le brinda en su trabajo, la oportunidad de ascender.

El espectador contempla cómo la vida de Julián se va torciendo en todas sus esferas: la de la familia, la del trabajo y la de los amigos. Cómo la suerte no le acompaña y ese discurrir hacia el fracaso, con la crisis social y económica como telón de fondo, será precisamente lo que animará el desarrollo argumental hasta alcanzar su punto más álgido en la escena final. Quizá algunos puedan pensar que la obra transmite cierto escepticismo, pero se advierte una sana rebeldía contra el adocenamiento, una llamada a tomar las riendas de nuestra propia vida y luchar contra el miedo que paraliza.

Podría decirse que las situaciones cómicas operan aquí al estilo de esos clowns que hacen reír por los tortazos que reciben. Como ya he dicho, nuestros personajes también son unos desgraciados, pero no son sus miserias lo que nos hacen reír, sino sus respuestas y soluciones para escapar de ellas. Es antológico el momento que mantiene Julián con su jefe Calderón, una situación con momentos hilarantes, de un realismo esperpéntico, e interpretado por un actor de la categoría de Manuel Tallafé  que levanta todo un monumento al jefe hideputa y que me trajo el recuerdo de Agustín González.

Muy bien también el personaje del taxista, al que da vida con mucha verosimilitud Rafa Núñez, y Víctor Boira, un currante que en vez de hipotecarse en un piso ha preferido hacerlo con un barco, aunque viva en Madrid, y Sewaran, especie de líder sindical que terminará viéndole las orejas al lobo. Cristina Goyanes se merienda los cuatro papeles femeninos.

Serawan y su compañía  estrenó la pieza hace dos años en el Centro de Nuevos Creadores-Sala Mirador y ahora la ha repescado la dirección de los Luchana. Uno de los socios de estos  Teatros, Jorge de las Heras (ex La escalera de Jacob), me explicó que esta va a ser una de las líneas que marcarán la programación del teatro: retomar  espectáculos que han gustado y han funcionado. 

De las Heras es uno de los doce socios que ha impulsado la transformación de los antiguos cines en cuatro salas de teatro, con una capacidad para acoger 660 espectadores en sus cuatro espacios distintos. La filosofía de los teatros es ofrecer espectáculos de calidad a precios populares, en una horquilla que vaya de los 6 a los 18 euros. La sala también se guía por el concepto de multiprogramación, es decir, una cartelera que ofrece a la semana varias obras:

“Lo que hemos replanteado es un modelo parecido al que se impuso hace treintae años con la crisis del cine, cuando las grandes salas se convirtieron en multicines”, dice De las Heras.

La contratación de las compañías con el teatro es a taquilla y la idea es que las obras permanezcan en cartel tanto tiempo como lo diga el público. De las Heras cierra ya lo que ofrecerá para la próxima temporada, en la que tiene previsto abrir la sala más grande, con 320 butacas, con Un trozo invisible de este mundo, protagonizado por Juan Diego Botto (socio también del Teatro). Además, anuncia a Pablo Messiez, Denise Despeyroix y Dario Facal.