Stanislavblog por Liz Perales

Sama Sama, un espectáculo de 10 millones de euros

17 septiembre, 2015 18:14

Diez millones de euros es mucho dinero para una producción teatral. Hay pocos espectáculos que se acercan a esa cifra, tal vez algún musical u ópera. Y ni siquiera, algo más de esa cantidad, trece millones, es el presupuesto del Teatro Real de Madrid para todo el año 2015. Sin embargo, hay arriesgados empresarios que dicen haber invertido ese astronómico capital en el espectáculo Sama Sama, un peculiar show cuyo estreno se anuncia en noviembre, en el Madrid Arena.

Más que un espectáculo, Sama Sama es un gran entretenimiento, participa de la idea de concierto, de experiencia interactiva y virtual (al estilo de los videojuego) y de show. Concentra mucha tecnología y está concebido para que 2000 personas asistan diariamente al recinto a fin de disfrutar y probar durante tres horas una serie de atracciones que giran en torno a la música y la danza. No se obliga a nadie a participar, cada espectador es libre de probar las propuestas.

La idea pertenece a Roy Ofer, fundador de Mayumana, compañía israelita de danza y percusión, que se ha implicado en esta empresa junto con  Cirque su Soleil. Según cuenta Skip Sherman, director creativo de Sama Sama y de visita en España, la idea surgió  a partir de unas atracciones al aire libre que Ofer organizó en un museo de Tel Aviv, y que permitían al público interactuar con distintas realidades virtuales. "Aquí  nos hemos planteado crear un universo paralelo que tenga una historia, porque en aquel experimento las atracciones estaban muy separadas".

La dramaturgia es fácil y con mensaje aparentemente inocente. Los samis  (los actores que encontrará el público) son unos seres amables que han encontrado y ocupado una vieja planta eléctrica. Allí desarrollan todo su potencial artístico, tienen numerosos instrumentos musicales, y animan a los espectadores a que colaboren con ellos en sus distintas experiencias.

"Hemos creado un entorno de diversión, queremos que el público entre en un universo paralelo y que olvide su vida cotidiana. Hemos ideado un largo pasillo por el que entrará el espectador  hasta llegar a un lugar, especie de útero, en el que experimentará una transformación y en el que aprenderá que si hacemos las cosas en común, si colaboramos, podemos cambiar el mundo", añade Sherman.

Como se ve, el mensaje es optimista y también la idea de que todos los humanos tienen un corazoncito de artista, ya que divididos en grupos, a los espectadores se les hace partícipe de experimentos orquestales y rítmicos, permitiéndoles improvisar. Al respecto, dice Sherman: "No todo el mundo es artista, pero cada uno con su destreza puede compartir lo que ha aprendido. Nosotros nos hemos propuesto crear una estructura para la experiencia, sin forzar a nadie, no queremos que se sienta incómodo. Queremos que cada uno entre en el show desde su propia perspectiva. En eso hemos sido muy cuidadosos".

Sherman añade que uno de los mayores desafíos de Sama Sama ha sido "sincronizar la música con las atracciones, de forma que todo fuera muy intuitivo y no tuviéramos que dar demasiadas explicaciones a los usuarios". Por otro lado, los actores-bailarines cumplen con la función de vincular las atracciones con el público, hablan muy poco entre ellos, mientras que se concentran en sus gestos y movimientos.

En la producción están involucrados especialistas de Estados Unidos, de Canadá y de Gran Bretaña, aunque los ingenieros y expertos de Israel son mayoría. Tel Aviv es hoy uno de los lugares del mundo de mayor concentración de start ups de tecnología, lo que le ha ganado el nombre del segundo Silicon Valley.  En el equipo hay oficios tan nuevos como "experto en robótica", "diseñador interactivo", "coreografía multimedia", además de iluminadores, diseñadores de sonido, editor de vídeos...

"Lo más complicado de este proyecto ha sido encontrar personas que entendieran bien el concepto y se mantuvieran fieles a él a lo largo de todo el proceso de creación", explica Sherman.  El equipo creativo lo forman unas 22 personas, que como ya se ha dicho proceden de muchos lugares, y aunque el cuartel general ha sido Tel Aviv, el reto era que debían trabajar todos en la misma línea. A estos se han unido unas 75 personas más, entre actores y personal auxiliar.

Sherman está convencido de que Sama Sama va a gustar y va a funcionar mucho el "boca a boca": "Es algo que nunca se ha hecho antes y estoy seguro que los participantes no podrán reprimir sus ganas de contar su experiencia". Experiencia que, por otro lado, será distinta en cada uno de ellos, porque las atracciones varían según los grupos y según las opciones de cada uno.

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Image: Edgar Reitz, crónica de una visión

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