[caption id="attachment_1140" width="510"] Representación de la versión de Clément Hervieu-Léger de Monsieur de Pourceaugnac[/caption]

Al reclamo del Théâtre des Bouffes du Nord, el teatro parisino que Peter Brook reabrió en los 70 y donde asentó sus reales con el Centre International de Créations Théatrales, acudí ayer a ver una de sus producciones firmada por el director Clément Hervieu-Léger: Monsieur de Pourceaugnac, una farsa de Molière que es representado a su manera, o como se supone que él dirigía las obras, o sea con libreto musical de Lully y con coreografía añadidas.

El espectáculo es delicioso y elegante, y destila el humor aparentemente encantador de las comedias de Jacques Tati, aunque lo sorprendente aquí de la farsa son los momentos tan gamberros que alcanza.  Sólo permanecerá en cartel hoy y mañana, en los Teatros del Canal de Madrid.

Pero vayamos por partes, porque aquí hay muchas, aunque estén solidamente imbricadas. De un lado, tenemos en un extremo del escenario a una formación musical de cantantes e instrumentistas especializada en el repertorio barroco como Les Arts Florisants, dirigida por William Christie, y reconocida internacionalmente.

Y luego tenemos una compañía fantástica de diez actores, la mitad de ellos actores-cantantes que se meriendan varios personajes y que entran y salen de la acción de la obra a conveniencia del texto y del director. Una compañía compenetrada y capaz de abordar distintos estilos interpretativos, para saltar de los momentos musicales, a los teatrales e, incluso, dancísticos, pues también se incorporan coreografías siguiendo el modelo de la comedia-ballet de Molière.

Los intérpretes hacen principalmente comedia del arte, se mueven con naturalidad por una escenografía volumétrica y movible (Aurélie Maestre) creando una realidad teatral en la que, como espectadora, me sentí tan atraída que entré desde el principio en todas y cada una de las convenciones que impone la obra.

Y la primera de estas convenciones tiene que ver con el argumento, creíble hasta cierto punto pues no son tiempos en los que aceptemos fácilmente un matrimonio concertado e impuesto a una joven en edad casadera. Molière repite aquí varios de sus temas habituales: el matrimonio por dinero y, sobre todo, se ríe a modo de los médicos y de las enfermedades.

Monsieur Pourceugnac (Gilles Privat), cuyo nombre provoca la risa a todo aquel que lo pronuncia, es un rico gentilhombre de Limoges que va a París a casarse con la joven Julie (Juliette Léger), que en realidad quiere a Erasto (Guillaume Ravoire). La pareja de enamorados intentará evitar este matrimonio impuesto por el padre de la joven, Orontes (Alain Trétout). Y para ello contará con una cohorte de astutos y gamberros ayudantes  (extraordinario Daniel San Pedro en el papel de Sbrigani) que desbaratarán los planes de Orontes y humillarán sin piedad a Pourceaugnac.

Clément Hervieu-Léger (pensionaire de La Comedie Française) traspone esta pieza, estrenada por Molière en 1669, a la década de los 50, una época en la que todavía se daban los matrimonios "arreglados" y la voluntad del padre debía cumplirse a rajatabla. El espectáculo pues sigue el estilismo de aquellos años para vestir a los actores en elegantes colores e incluso sustituye una carroza por un bonito Fiat.

Hay escenas muy divertidas, delirantes, como la de las lavativas que le aplican a Pourceaugnac o cuando este recurre a los picapleitos para subvertir la acusación de polígamo por la que se le quiere juzgar. Hay también efectivos travestismos, entre ellos el del protagonista que interpreta Gilles Privat; la apariciencia de este actor trae el aroma, ya se ha mencionado, del gran Jacques Tati. El espectáculo remite al "savoir faire" de La Comedie, pero también a la tradición del cine cómico galo de los 50 y los 60.