Stanislavblog por Liz Perales

En memoria del escenógrafo y pintor Miguel Brayda

El pasado viernes 15 de julio falleció en Madrid un gran artista y un gran amigo, Miguel Brayda, con solo 54 años. Deja tres hijos y viuda y una obra ingente y diversa, en la que sobresalen sus trabajos como escenógrafo. Premio Nacional de Escenografía en 1997, era un artista polifacético al que la idea de descubrir y aprender una nueva técnica, un nuevo soporte… le resultaba una excitante aventura en la que aplicar su dominio del dibujo y del color

22 julio, 2016 17:08

[caption id="attachment_1308" width="300"] Miguel Brayda[/caption]

El pasado viernes 15 de julio falleció en Madrid un gran artista y un gran amigo, Miguel Brayda, con solo 54 años. Deja tres hijos y viuda y una obra ingente y diversa, en la que sobresalen sus trabajos como escenógrafo. Premio Nacional de Escenografía en 1997, era un artista polifacético al que la idea de descubrir y aprender una nueva técnica, un nuevo soporte… le resultaba una excitante aventura en la que aplicar su dominio del dibujo y del color y dejar correr su fantasía. El próximo mes de septiembre se estrenarán dos espectáculos con escenografías que él había diseñado: Don Juan, dirigido por Ignacio García, y The Hole Zero, por Víctor Conde.

Conocí a Brayda (Sama de Langreo, Asturias, 1961) cuando él debía tener 20 años y estaba en la Facultad de Bellas Artes, y desde el primer momento percibí la pasión que sentía por su oficio. Se notaba inmediatamente que era artista, parecía que sus dedos se habían metamorfoseado en pinceles y lápices, no paraba de pintar o de manipular materiales; su estudio-vivienda en la Cava Baja de Madrid era un caos, muy divertida, siempre atestada de cuadros y artilugios y también de amigos, entre los que abundaban los actores. En aquel entonces se ganaba la vida dibujando cómics pornográficos, chicas “calientes” en escenas “guarrillas”.

Comenzó entonces a diseñar escenografías y vestuario para el teatro. Recuerdo el tono futurista a lo Mad Max de la obra Cyborg (1985), escrita por Nancho Novo y de quien era un gran amigo. Con este trabajo abrió la espita que le llevaría a continuar por la senda de la escenografía para teatro, danza, circo y música. A antiguos trabajos como Maldita seas, Maloficio, Sombra de perro (obras todas de Novo), Gladiator, María Sarmiento, Cristo-Hembra, Cuento de Navidad, Trainspotting se suman otros mucho más recientes como las diferentes versiones de The Hole, Le Noel Magique, El carvernícola, El traidor o Trágala. O las escenografías para conciertos de Serrat, Sabina, Manolo García, Presuntos Implicados, Pasión Vega...

Brayda era un gran dibujante, de modo que siempre plasmaba su ideas de una escenografía en el papel, luego la trasladaba al ordenador y llegaba a animarla en 3D, pero lo notorio es que en muchas ocasiones metía las “manos en la masa”, construyendo él mismo partes de ella. Destacó por ser uno de los pocos escenógrafos españoles que trabajó para el difícil espacio de la carpa de circo. Los espectáculos que se han programado en las últimas siete Navidades en el Circo Price llevaban el sello estético de Brayda. Y también diseñó producciones estivales de este circo: Pasión sin puñales y Cavaret (sic). Otros espectáculos que hizo para la carpa fueron Eoloh, Storm…

Como buen noctámbulo y amigo de faranduleros le encantaba el cabaret, también los ambientes góticos que le permitían dejar volar la imaginación. Hizo las tres producciones de la marca Circo de los horrores: El circo de los horrores, El manicomio del circo de los horrores y Cabaret maldito. Tampoco fue ajeno al teatro de calle, diseñó para la compañía Morboria una fantástico barco pirata para una Cabalgata de Reyes al que solo le faltaba agua en las calles y pólvora en los cañones.

Cuando repaso todos los trabajos que ha venido haciendo desde entonces me cercioro no sólo de la gran cantidad de obra que deja, como hacen los grandes artistas, sino de lo diversa que es en temáticas y soportes: a su amplia obra pictórica, que mostró en exposiciones individuales y colectivas y en la que podemos encontrar grabados, dibujos, diseño gráfico, cómics, carteles, pintura…, destaca su interés por el mural, el grafiti y el fresco. Por ejemplo, la fachada de la sala alternativa El Montacargas de Madrid o los hermosos frescos que decoran el salón de actos del Palacio de Longoria de Madrid, sede de la SGAE, donde luce un magnífico y colorista pavo real.

También colaboró en series de televisión como Quién da la vez, Los ladrones van a la oficina o El Super realizando “ficticios”, o sea reproducciones de objetos y atrezzo; diseñó escaparates para firmas como Loewe y El Corte Inglés; esculturas para la firma de moda Jun Ashida, o  el vestuario del parque temático Parque España en Mura (Japón); también diseños para campañas de publicidad…. Uno de sus últimos trabajos fue la ilustración del Cántico Espiritual de San Juan de la Cruz para la editorial Bolchiro, para el que realizó 40 pinturas.

Con su muerte Brayda deja también huérfanos a un amplio círculo de amigos que ya le preparan un merecido homenaje para la próxima temporada en El Montacargas de Madrid.  Le gustaba viajar, pero tenía sus manías: detestaba el avión y prefería viajar tranquilo en coche, acompañado por amigos o por su mujer, la actriz Ascen López, y parando cuando convenía. Espero que haya encontrado en Caronte un buen compañero de viaje y que el paseo en barca haya sido de su agrado.

 

Image: Los laberintos sonoros del terror

Los laberintos sonoros del terror

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