[caption id="attachment_1982" width="560"] Jesús Castejón en un momento de 24 horas mintiendo. Foto: Javier del Real[/caption]

Solo quedan dos funciones de 24 horas mintiendo, revista musical del maestro Alonso que ha dirigido y protagonizado Jesús Castejón en el Teatro de la Zarzuela. Un espectáculo exquisito con el aroma del musical americano, protagonizado por un elenco de cantantes cómicos divertidísimos, un elegante ballet y una variada y amena partitura del maestro Alonso. La última función será retransmitida mañana por Facebook Live. Otro ejemplo de espectáculo que morirá después de tan solo 14 representaciones, un público entregado y excelentes críticas.

Castejón ha conseguido implicar en su equipo a Carmen Castañón, que ha diseñado una espléndida escenografía, a Ana Garay, elegantísimo vestuario, a Eduardo Bravo, un grande de la iluminación, además de contar con la reescritura del libreto por Alfredo Sanzol y la coreografía de Nuria Castejón, su hermana. La orquesta la dirige Carlos Aragón.

Actor, director, hijo y hermano de actores líricos, Castejón conoce muy bien los entresijos del mundo lírico, cuenta que de niño su parque de juegos fueron los teatros de este país en los que su familia actuaba. Hoy lo vemos multiplicarse por los escenarios, el cine y la televisión; atiende esta entrevista al terminar la grabación de la serie de televisión Vis a vis.

Pregunta.- ¿Qué ha sido lo más complicado de este espectáculo?

Respuesta.- Lo más complicado en la zarzuela siempre es el libreto. Esta se estrenó en 1947 y hacía alusión a la política de la época, a situaciones de entonces… necesitábamos una versión que cambiara las cosas que no se entendían. Es lo que ha hecho la versión de Alfredo Sanzol, hacerla comprensible, habla de corruptos, de gente que se hace pasar por lo que no es. Y ha cambiado el lugar donde ocurren los hechos al situarlos en una sala de fiestas.

P.- ¿Cuál es su posición en relación con la actualización y la adaptación de zarzuelas, es un asunto polémico?

R.- Creo que hay que respetar la partitura y modificar los libretos, siempre que nos dejen los autores o sus herederos. La zarzuela necesita libretos nuevos, textos comprensibles para el espectador de hoy. Es un género que, además, suele dar cobijo a asuntos de la actualidad.

P.- ¿Sería partidario de utilizar una partitura y hacer un libreto completamente nuevo?

R.- Sí, eso es lo que hemos hecho en 24 horas mintiendo, lo hemos cambiado de arriba a abajo. Creo que Daniel Bianco es muy consciente de ello y va en esa dirección.

P.- Se podría decir que a partir de los años 30 de la pasada centuria en adelante la evolución natural de nuestra zarzuela fue este tipo de comedias musicales o revistas, divertimentos vodevilescos, de una neutralidad argumental, con una bonita música con influencias del musical americano y parisino.

R.- Desde luego que sí, la comedia musical era un género frívolo, menos pretencioso que la zarzuela o la ópera y toma el relevo durante toda una época, tenía un claro perfume del music-hall americano. La gente iba a reírse con ella y se la llegó a calificar de “género de matrimonios”, porque eran las mujeres quienes llevaban a sus maridos a los teatros, quizá para que ampliaran sus pretensiones… Con el tiempo también esta comedia evolucionó hasta convertirse en los años 60 en la revista más chabacana y picante, pero con mucho éxito, como atestiguan tantos teatros que hubo en el Paralelo de Barcelona y también en Madrid.

P.- Esta comedia, que es de 1947, es un puro divertimento, no tiene tampoco números picantes, supongo que entre otras razones porque debía pasar la censura.

R.- Sí claro, pero los libretistas eran muy hábiles para camuflar lo que querían decir. Además, tras el escenario había una bombilla de avisos que indicaba a las chicas del ballet cuando estaba entre el público el censor. Si era así, entonces alargaban faldas y se olvidaban de los chistes picantes.

P.- También ha conseguido reunir un elenco estupendo, muy compenetrado, con figuras como Ángel Ruíz o Gurutze Beitia.

R.- Tengo un gran equipo y están sensacionales. Creo que en ningún caso dirigir es ordenar, sino guiar a los actores y facilitarles un espacio para que ellos puedan ser creativos. Es importante que el director sepa el estilo del espectáculo que quieres hacer, pero son ellos quienes tienen que crear los números. Con Ángel Ruíz llevo mucho tiempo colaborando, no solo es un gran actor y cantante, sino que tiene una vis cómica tremenda, y eso es algo natural. Y lo mismo le ocurre a Gurutze Beitia, que viene de la pura comedia, y también disfruta de una gran vis cómica.

P.- Ellos hacen uno de los números más desternillantes del espectáculo, la ranchera, pero está también el de Enrique Viana, la samba. La partitura de Alonso es un híbrido musical.

R.- El maestro Alonso era un tipo muy culto, que tuvo muchísimo éxito. Aquí mezcla músicas de todos los continentes, ritmos tropicales, chotis, fado, samba, ranchera, pasodoble… La samba del final del primer acto culmina con un número de Enrique Viana que hemos adaptado exprofeso para él. Viana es un cantante muy experimentado, pero últimamente creo que ha perdido interés por la prosopopeya de la ópera y le interesan más los géneros frívolos. Su personaje se lo construimos a medida, a él se le ve muy feliz en la revista, y al final creo que hemos hecho una obra que en vez de dos protagonistas tiene tres.

P.- ¿Ha cambiado mucho el mundo de los cantantes líricos que usted conoció de niño de los de ahora?

R.- Ha cambiado mucho el oficio porque hay poco oficio. Es muy complicado mantener un espectáculo musical de zarzuela, y lo es porque el público prefiere ver espectáculos internacionales franquiciados. Eso se paga a fuerza de no hacer lo nuestro y de no representarlo. La gente paga cien euros por ver Billy Elliot, que me parece estupendo y es un gran musical, pero no paga 30 por ver una zarzuela.