'Loba', Mélida Molina en el placer de ser Bette Davis
La actriz encarna a la diva hollywodense en la obra de Juan Mairena, ofreciendo uno de sus mejores trabajos interpretativos.
El culto a Bette Davis no cesa. El Teatro Fernán Gómez ha repescado Loba, de Juan Mairena, que en la anterior temporada estuvo agotando entradas en la alternativa Nave 73. Ahora los llenos diarios se han trasladado a la sala municipal, donde un público brinda al final de la función una larga ovación a la actriz Mélida Molina por su fabuloso papel de la mítica actriz.
La Davis, uno de los mitos cinematográficos femeninos más admirados, tuvo sin embargo unos comienzos difíciles en Hollywood, donde fue escalando en el star system con fortaleza y empeño hasta acabar unida a la productora Warner por un contrato leonino durante 17 años, desde la década de los 30 a los 50.
En la Warner se enfrentó a guiones mediocres, llegando a litigar con la productora para romper su contrato en un popular juicio, pero muchos de sus grandes trabajos los hizo ahí (Jezabel, La carta, La loba…) y se convirtió en una de las actrices mejor remuneradas. Tras veinte años de carrera coronada con dos Oscar y numerosas nominaciones, y en la que sobresalió por sus mujeres perversas y de un carácter nada convencional, se vio sin trabajo.
Es a partir de aquí, en la década de los sesenta, cuando arranca el biopic de Mairena, en el momento en el que la diva -que había ya protagonizado Eva al desnudo- va a la redacción del The Hollywood Reporter a poner un anuncio por palabras buscando trabajo en Hollywood.
Aquí encontrará a un periodista que la recibe, Lukas Heller, y que con el tiempo se convertirá en guionista de ¿Qué fue de Baby Jane?. El personaje lo interpreta con suficiente convicción Carlos Troya.
La que convierte Loba en espectáculo es la hora larga de actuación de Mélida Molina. La actriz se entrega en cuerpo y alma a su personaje: le infunde la autoridad y determinación del carácter de la diva; anda con su particular movimiento de caderas, con el cigarrillo perenne en la boca, adoptando posturas y replicando gestos como el de sus intensos ojos abiertos; y esa obstinación por alcanzar el éxito e imponer su voluntad los transmite Molina con brío y una entrega absoluta. Diría incluso que Mélida disfruta mucho siendo Bette Davis como si sintiera una conexión espiritual con ella.
La austeridad de la producción da ventaja al lucimiento de los actores. El decorado reproduce algunas de las letras del gigantesco letrero del Monte Lee en el foro y sitúa a cada lado del escenario un módulo gris indefinido que sirve de mesa de redacción de periódico y también de lugar donde sentarse o esconderse.
Muchas de las anécdotas que se cuentan son de sobra conocidas, sobre todo por los más cinéfilos y mitómanos. La vida y la enérgica personalidad de la Davis ha sido pasto de adaptaciones teatrales y televisivas. Sin ir más lejos, este mismo año se repuso también en Madrid ¿Qué fue de Bette y Joan?, texto de Anton Burge que la enfrenta con su archienemiga y rival, Joan Crawford. Duelo que también recreó la miniserie de televisión Feud (2017).
Mairena ha escogido la Davis de la etapa justamente anterior al rodaje de esa célebre cinta, cuando la actriz como un ave Fénix resurge con su perseverancia y rebeldía. Un texto en el que el poeta y dramaturgo vuelca su admiración por los trabajos de la actriz, especialmente en los momentos en los que se proyectan escenas de algunas de sus mejores películas para dar cuenta de detalles que revelan la cinefilia del autor.
Loba
Teatro Fernán Gómez, hasta el 26 de octubre.
Texto y dirección: Juan Mairena.
Intérpretes: Mélida Molina y Carlos Troya.
Escenografía: Juan Sebastián Domínguez.
Vestuario: Guadalupe Valero.
Caracterización: Chema Noci.
Iluminación: Bea Francos.
Video creación: Luiscar Cuevas.
Movimiento: Julia Monje.
Producción: La Caja Negra Teatro.