Tengo una cita por Manuel Hidalgo

Las tres mujeres de Aki Shimazaki

23 junio, 2017 18:51

[caption id="attachment_1472" width="560"] Aki Shimazaki[/caption]

Ya van siendo muchas las novelas que acogen librerías en sus títulos y argumentos. ¿Una moda?, ¿un subgénero? Hôzuki, la librería de Mitsuko, comienza así:

“Coloco en el escaparate unos libros de ocasión que acabo de comprar. Son más o menos las cuatro de la tarde y empiezan a caer copos de nieve.

Taró permanece fuera pese al frío. Sentado a la mesa bajo el tejadillo, juega con sus animales de plástico. Absorto en su juego, no repara en la nieve. Balancea lentamente la cabeza, como si reflexionara. Mi mirada se detiene en el color de su pelo: castaño. Distraída, rememoro la escena en que yo corría estrechando un bebé entre mis brazos”.

El estilo es sencillo, muy directo, de frase corta. El escaparate de una librería, la nieve, el frío, un niño que juega con sus animales de plástico… Hay un leve hálito poético, sin sobrecarga y sin pretensiones. Y un apunte de inquietud: la mujer que narra en primera persona recuerda un momento en el que corría con un bebé entre sus brazos. ¿Por qué corría?

Mitsuko es la joven librera que coloca los libros en su establecimiento especializado en filosofía. Taró es su hijo de seis años, y pronto sabremos que es sordomudo y mestizo. Pero nos queda mucho por saber, y Aki Shimazaki (Gifu, Japón, 1954) nos lo va a ir contando poco a poco. En una atmósfera que es apacible y armónica en apariencia, Shimazaki va a ir desvelando hechos del pasado que inciden sobre el presente, hechos a menudo dramáticos, secretos, mentiras, dobles vidas… Y esas revelaciones nos van a sorprender y conmover más de lo que pudiéramos imaginar.

A mí me ha sorprendido encontrarme con una novelista tan interesante y tan desconocida como Aki Shimazaki, japonesa que vive y está nacionalizada en Canadá. Escribe en francés desde 1991. Con traducción de Íñigo Jáuregui y editada por Nórdica, Hôzuki, la librería de Mitsuko, cuya acción transcurre en Nagoya –la cuarta ciudad más habitada de Japón–, es una novela fascinadora y envolvente, siempre poco a poco, por constancia y acumulación. Totalmente moderna, recoge el peso de la tradición japonesa. Del mismo modo, bajo su aparente ligereza, va mostrando asuntos de enorme calado dramático y moral. Entre ellos, el aborto. También el papel de la filosofía y de la religión en nuestras vidas.

Según he averiguado, Shimazaki lleva publicadas más de diez novelas, organizadas en dos pentalogías en las que, si no he entendido mal, los personajes se repiten, pasan de protagonistas a secundarios, y viceversa, completando frescos vitales corales que, sin embargo, pueden abordarse por el lector con autonomía, esto es, leyendo cada novela por sí misma y en cualquier orden. Hôzuki, la librería de Mitsuko, publicada originalmente hace un par de años, pertenecería a una tercera pentalogía en construcción.

No sé si a veces exagero –en alguna ocasión lo he comentado aquí mismo– al renunciar a desvelar las tramas de las novelas que comento. En este caso, me parece fundamental no contar nada y preservar la clara intención de Shimazaki de ir revelando, como he dicho, el pasado de sus personajes. ¿Qué decir, entonces? Bastará decir que, además de un niño –pieza clave de todo– y de un gato viejo, tres mujeres heridas son las protagonistas –junto al espíritu y el paso del tiempo– de esta hermosa novela: la librera Mitsuko –que no siempre fue librera–, su madre –con la que viven Mitsuko, su hijo Taró y su gato Sócrates– y la señora Sato, una mujer afligida, casada con un diplomático, que un día entra en la librería con Hanako, su hijita. Y, detrás de todo, una historia de amor que no pudo ser, pero pervive. Bien mirado, aunque con distinto relieve, tres historias de amor. Y no digo más, salvo que les recomiendo efusivamente esta bella, delicada y doliente novela.

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