Barrios del arte
Pronto se celebrará, con el Fin de Semana de las Artes -3 y 4 de mayo-, el lanzamiento del Bilbao Art District, un invento del Ayuntamiento de Bilbao y la Diputación Foral de Bizkaia para promocionar la ciudad y apoyar los negocios en el área acotada: entre el Museo Marítimo, Jardines de Albia, Colón de Larreategui y el Paseo Abandoibarra. Habrá, nos anuncian, “música en vivo, intervenciones artísticas, performances y otras propuestas culturales y de ocio”. Los responsables de Cultura de ambas administraciones llevan tiempo planeándolo -se presentó en ARCO- y se proponen que sea una iniciativa mantenida en el tiempo. No piensen, sin embargo, que encontrarán fuera de los días de celebración algo nuevo. Se trata tan solo de una operación de marketing. Los mayores atractivos son los que había: el Museo de Bellas Artes, el Museo Guggenheim y la Sala Rekalde. En el perímetro hay seis galerías que merezcan tal nombre: Carreras Múgica, que estrena nuevo espacio, Vanguardia, Windsor Kulturgintza, Juan Manuel Lumbreras, Michel Mejuto, dedicada al mercado secundario, Photo Gallery 20, que como su nombre indica, ofrece fotografía y, si se quiere, Kalao, que vende arte africano. Para hacer bulto, se ha añadido Rembrandt, L'Atelier, la única apertura reciente (2010), y Vivero Creativo, que es en realidad un estudio de arquitectura. Injustamente, se deja fuera a Espacio Marzana, una de las más activas de todas estas galerías bilbaínas, situada a 15 minutos caminando desde los jardines de Albia, y a BilbaoArte, centro de producción y espacio expositivo, 5 minutos más allá. Además, se cuenta con algunos anticuarios, talleres de restauración, una casa de subastas, librerías, tiendas de marcos y de decoración... Se señalan también las esculturas al aire libre junto al Museo de Bellas Artes de Bilbao -Dalí, Tucker y Lüpertz-, omitiendo no se sabe por qué la de Juan Luis Moraza, y junto al Guggenheim -Koons, Bourgeois, Kapoor-, más otras dos de Chillida. En la ciudad hay muchas más esculturas reseñables en la calle, como puede comprobarse en la web Bilbao Escultural.
[caption id="attachment_764" width="450"] Bilbao Art District[/caption]
Los promotores afirman que “uno de los objetivos más importantes de Bilbao Art District es posicionar a Bilbao en el circuito internacional del Arte. Entre Madrid y Burdeos -¿por qué Burdeos?-, dos ciudades emblemáticas en este sector, Bilbao puede convertirse en un punto intermedio clave. De este modo, se creará un escenario favorable para que artistas de prestigio expongan en Bilbao; además, la ciudad y sus calles servirán de plataforma para artistas emergentes de la villa y el Territorio”. ¿No es mucho pedir, si no hay un plan de acción serio, acompañado de un presupuesto importante?
Paralelamente, el Ayuntamiento de Málaga trabaja en dos iniciativas similares. Una es el llamado Soho Málaga, Barrio de las Artes, que comenzó siendo una demanda ciudadana y derivó al ámbito institucional. Su objetivo es “transformar el actual Ensanche de Heredia en un espacio cultural, comercial y de servicios, atractivo y singular”. ¿Cómo? Aquí las infraestructuras culturales existentes son aún más limitadas: solo el CAC Málaga y el Teatro Alameda, pero se confía en las “ideas de negocio” que, muy lejos de la cultura, combinan todo tipo de actividades empresariales y comerciales. Se habla de un “programa cultural” del que no se sabe nada. En enero se adjudicaron la obras de adecuación urbanística de la zona, que deberán finalizar en junio. ¿Estamos ante un barrio de las artes? En absoluto. En lo que se refiere a las plásticas, tenemos aquí al CAC Málaga pero quedan relativamente lejos el Museo Picasso, el Bellas Artes o el Carmen Thyssen. En la ciudad hay sólo tres buenas galerías: Alfredo Viñas, Isabel Hurley y Galería JM. Se les podría añadir La Casarosa, que dice haber renovado su programa. Sólo JM cae dentro de este llamado Soho.
[caption id="attachment_765" width="450"] Entorno Thyssen[/caption]
Pero en Málaga son expertos en crear eslóganes que se mueren por el camino -Málaga Valley, Smart City Málaga, ¿Soho?- y han dado con uno nuevo: Entorno Thyssen. Como se dice ahora, es una “marca”. Una estrategia de branding. Este próximo viernes se inaugurará en el Museo Carmen Thyssen una exposición sobre Julio Romero de Torres, el que “pintó a la mujer morena”. Con este motivo, la empresa municipal Promálaga y el museo han creado la “identidad corporativa” Entorno Thyssen. Cultura, Comercio y Turismo, que invita a la “tematización” de tiendas, bares y demás negocios en las proximidades del museo. Habrá que ver qué "ideas artísticas complementarias” se desarrollan. El alcalde ha afirmado que “no le pondría límites en el tiempo" a la iniciativa. Lo más gracioso es que Romero de Torres era cordobés. La prensa de Córdoba nos da más detalles: "En las actividades que se pondrán en marcha colaborarán la Escuela Superior de Artes Escénicas de Málaga, la Joven Orquesta Provincial de Málaga y el Conservatorio Superior de la ciudad, que protagonizará una actuación con coreografías sobre obras de Manuel de Falla”. El gazpacho andaluz se ve enriquecido así con el acompañamiento musical de un gaditano que vivió en Granada. Pero hay más: “Este proyecto contará con la participación del Museo Automovilístico de Málaga, que realizará una puesta en escena por las calles del Entorno Thyssen con modelos de la época del pintor cordobés”. Qué ameno todo...
Los proyectos en Bilbao y Málaga coinciden en algo: cuentan con financiación europea. Tanto el Bilbao Art District como el Soho malagueño obtienen del Fondo Social Europeo un 50% de su presupuesto, por perseguir “la implantación de estrategias innovadoras de comercialización a través de la colaboración en el sector del arte”. ¿A través del arte?
Es muy positivo que las ciudades pongan en valor sus activos culturales, y apoyen conjuntamente las iniciativas privadas e institucionales mediante campañas de comunicación. Bilbao hace bien en vender sus modestas fortalezas. No lo he cuantificado pero, según está Valencia, creo que la capital vizcaína podría ser ahora el tercer foco artístico español, tras Madrid y Barcelona. Le seguirían Sevilla y Palma de Mallorca. Pero fíjense: siete galerías en Bilbao y cuatro en Málaga. Así de escuálido es el mercado del arte en las ciudades medianas españolas. Si no hay un tejido galerístico ni, por supuesto, una abundancia de proyectos autogestionados o una presencia pública de los artistas, sólo cabe una apuesta decidida y prolongada de las administraciones por los proyectos institucionales: formativos, divulgativos y, como culminación, infraestructurales. Barcelona parece haber elegido este último modelo, que se ha quedado viejo, y planea a medio plazo -cuando tenga fondos para llevarlo a cabo- convertir Montjuïc en una “montaña de los museos”.
En todos estos casos, lo que vemos es un “empezar la casa por el tejado”. Una vez más. Los barrios del arte no existen porque lo diga un eslogan. Surgen cuando se dan las condiciones. Nadie ha invitado a buena parte de los galeristas madrileños a concentrase en la calle Doctor Fourquet. Ha sido un proceso paulatino, “natural”. Sí hay medidas con las que los gobernantes pueden propiciar la abundancia de proyectos privados culturales, como la exención de impuestos. Es lo que ha hecho el Ayuntamiento de Madrid, aunque a medias: hasta 5.000 euros anuales, hasta 2015, en los impuestos municipales de circulación y en el de construcciones, instalaciones y obras, en las tasas de basuras y de vados para locales con uso cultural en el Barrio de Las Letras. Publicidad, sí, pero también ayudas. La limitación de la promoción a un barrio puede ser buena para los comerciantes de la zona, pero no es estratégicamente inteligente en la comunicación de una imagen global cultural. En poblaciones medianas y pequeñas, abarcables, me parece preferible apostar fuerte por un mapa completo de las salas de arte, públicas y privadas. Y no solo para el turista sino también para el ciudadano.