Image: Antonio Fernández-Rañada

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Ciencia

Antonio Fernández-Rañada

“España tiene que integrar la ciencia en la cultura”

26 junio, 2003 02:00

Antonio Fernández-Rañada. Foto: M.R.

Comienzan los cursos de verano y con ellos la reflexión científica. El próximo lunes, Antonio Fernández-Rañada, catedrático de Física Teórica de la Universidad Complutense de Madrid, impartirá en la Universidad Menéndez Pelayo un curso magistral titulado "El mundo según la física: ideas científicas, aspectos filosóficos y desarrollo histórico". Autor de libros como Los científicos y Dios (Nobel) trabaja en la actualidad en la posible variación cosmológica de las constantes fundamentales de la física y prepara una biografía del físico alemán Werner Heisenberg.

-Cursos de verano, canícula... ¿Podría hacer un balance de este "curso científico"? ¿Aparecerán nuevas ideas?
-Seguimos a la estela del Genoma humano, con las células troncales (o madre), con descubrimientos interesantes sobre el cerebro y con la cartografía del universo primitivo que obtuvo la sonda espacial WMAP y que esencialmente confirma lo que sabíamos sobre el cosmos y su origen. Creo que habrá un periodo de desarrollo de todos esos descubrimientos, pero en todo caso es difícil predecir cuando aparecerán nuevas ideas.

-En el curso de la UIMP indagará en ideas científicas, aspectos filosóficos y desarrollo histórico. ¿Cree que la ciencia tiene que ser un material compuesto por estos tres aspectos de forma inseparable?
-A mí me parece que sí, al menos cuando yo me enfrento a un problema, me ayuda plantearlo desde esas varias perspectivas. Siempre hay que hacer una revisión bibliográfica previa y eso es ya un miniestudio histórico, pero me gusta ir más allá, intento imaginar qué pensarían, por ejemplo, Einstein o Heisenberg sobre el tema (según me aconsejó una vez Pedro Laín). Aunque no sea fácil contestar a preguntas como esas, creo que, en cuestiones de ciencia básica, sirve de ayuda hacerlas. El sistema público de conocimientos que es la ciencia, necesita conocer los mecanismos de su evolución histórica. Sin embargo, debe subrayarse que muchos científicos muy buenos y eficaces no operan así, sin que la reflexión histórica o filosófica influya en su trabajo.

-¿Es importante trascender los hitos científicos puntuales? Muchos colegas suyos lo consideran una labor complicada y por eso piden cierta perspectiva para pronunciarse...
-Los problemas científicos importantes suelen exigir un gran esfuerzo y mucha concentración en cuestiones muy concretas, con el riesgo cierto de perder la capacidad de pensar globalmente, lo que es imprescindible en muchos casos, tanto en el terreno de las ideas como en el de las aplicaciones. Se puede llegar así a tomar una postura internalista - creer que todos los problemas de la ciencia son meramente técnicos y deben resolverse internamente por ella -, cuando afectan muy directamente a las vidas de la gente.

Dimensión histórica
-¿Debe la filosofía, y la ética, seguir de cerca cada paso de la ciencia?
-Rotundamente sí, aunque eso no significa que deban estar supeditadas a la ciencia. Hoy la ética tiene una dimensión histórica evidente, no nos basta con la de antes pues los problemas más acuciantes que hoy nos salen al paso, y nos confunden, se refieren a menudo a nuevas realidades ligadas al desarrollo de la ciencia, basta pensar en la bioética o en el problema del ambiente. El papel de la filosofía es importante ante la compartimentación y complejidad de la ciencia y la tecnología de hoy y el riesgo de caer en gobiernos de tecnócratas sin visión global (la barbarie del especialismo que decía Ortega). Eso es peligroso: muchos de los problemas más serios de la humanidad (contaminación, hambre, sida..) mezclan aspectos científicos y no científicos. No podremos resolverlos sin ciencia, pero tampoco sólo con ciencia.

-¿Qué aspecto científico considera, pues, por sus avances actuales, esencial para la comprensión del ser humano? ¿Evolución, Universo, genética...? ¿Por qué?
-Todo lo que se refiera a los orígenes -o sea cómo nació el universo o cómo apareció la vida en la tierra, y más tarde el hombre, la inteligencia y el lenguaje- y también, por supuesto, cómo funcionan la transmisión genética de la información, el cerebro y la inteligencia. ¿Por qué? En primer lugar, me parece razonable afirmar que el problema científico más importante es entender a fondo la aparición de seres inteligentes como nosotros, tras catorce mil millones de años de evolución cósmica, a partir de la sopa caliente indiferenciada de partículas elementales que había poco después del Big Bang. Sentimos la necesidad de encontrar un sentido al mundo (como admitía Monod en El azar y la necesidad pensamos inevitablemente en términos de fines y proyectos), entre otras cosas para dar algo de fuerza y estabilidad a la ética. En esta cuestión, lo políticamente correcto es que el mundo no tiene ningún sentido, que la naturaleza "es objetiva y no proyectiva" (de nuevo Monod), pero el cosmos no ha parado de generar información desde el Big Bang y eso da mucho que pensar. Puede que el sentido no esté dado o no sea evidente, o quizá debamos construirlo nosotros mismos o esté fuera de lo que hoy vemos, pero no podemos permitirnos el lujo de renunciar a buscarlo. Creo que debemos mantener abierta estas opciones para las generaciones futuras porque, como decía Richard Feynman "estamos limitados por nuestra imaginación de hoy".

Un esfuerzo pedagógico
-¿Considera justificadas las prevenciones que algunos sectores de la sociedad mantienen ante avances como la investigación con células madre? ¿Es necesario un debate-consenso social?
-En este y en otros temas parecidos se dan dos posturas que me parecen rechazables: oponerse por sistema y pretender que los científicos no tienen que dar explicaciones porque su trabajo conduce necesariamente a un mundo mejor. Es preciso reconocer que mucha gente está sinceramente perpleja ante nuevas realidades que no entiende porque se basan en cuestiones técnicas difíciles, a menudo presentadas en lenguaje críptico. El único modo razonable de proceder es mediante un debate social en el que los expertos hagan un esfuerzo pedagógico para explicar las consecuencias de las decisiones que se tomen, no creando expectativas exageradas y siendo muy realistas sobre las posibilidades de curación. La ciencia y la tecnología se han usado otras veces de modo imprudente o incluso perverso y no es malo que se debatan estas cuestiones con cierta calma.

-¿Qué falta en España para alcanzar la excelencia científica? ¿En qué se falla?
-Integrar la ciencia en la cultura. Lo necesitamos mucho pero no parece preocupar demasiado. A pesar de ello tenemos investigadores, grupos y también empresas que llegan a la excelencia en ciencia y tecnología, pero su cantidad es escasa para un país que se precia de ser el quinto de la UE y la octava o décima potencia industrial del mundo. Hay aquí pocas grandes instalaciones experimentales, aproximadamente la tercera parte de investigadores por millón de habitantes que Francia o Alemania y seguimos invirtiendo mucho menos que los países avanzados en I+D, aunque se disfrace esa escasez incluyendo gastos militares de desarrollo.

-No se le ve muy optimista...
-Daré un par de datos objetivos como ejemplo del poco interés que tiene la sociedad española por la ciencia (¡y por la educación!) que no incitan al optimismo. Se celebran cada año Olimpiadas internacionales sobre ciencia para estudiantes de fin de enseñanza secundaria que sirven para comparar los sistemas educativos. Durante los últimos doce años, España ha estado siempre en los últimos lugares. En las Olimpiadas Europeas de este año que cubrían física, química y biología fuimos los últimos. Un examen de los datos arroja una explicación clara: nuestros profesores son competentes y los alumnos seleccionados brillantes, pero los programas españoles dedican muy poco tiempo a la ciencia, mucho menos que lo habitual en la UE. Hay indicaciones seguras de que en Humanidades la cosa tampoco va como debería, o sea que tenemos un problema muy serio con nuestro sistema educativo: simplemente no funciona bien. Otro dato: en 2002 bajamos un punto en la clasificación internacional de competitividad industrial y hace pocos días bajamos otro punto más, en los dos casos debido a la escasa innovación tecnológica empresarial. Esos datos indican la débil creatividad de la sociedad española en esos temas (hablando en términos de promedio claro está). ¿Alguien podría dar una razón para justificar que los estudiantes españoles estén hoy peor preparados al acabar la enseñanza media que en 1978? ¿O explicar por qué nuestras empresas mantienen índices de innovación tan bajos en comparación con Francia, Reino Unido o Alemania?