Ciencia

Carlos Martínez

“El CSIC necesita una gestión ágil y flexible”

7 septiembre, 2006 02:00

Carlos Martínez. Foto: Alberto Carrasco

Comienza un nuevo curso para la ciencia española. En un momento de aparente despegue aún arrastra carencias estructurales y presupuestarias de difícil solución como las inversiones en I+D o los contratos del programa Ramón y Cajal. Uno de los máximos representantes institucionales de nuestra investigación, Carlos Martínez, presidente del CSIC, que cumple dos años al frente del Consejo, habla con El Cultural sobre los cambios que se producirán en los próximos meses.

Inversión pública, desarrollo técnico, formación y coordinación con los poderes públicos son algunos de los retos que tiene por delante Carlos Martínez Alonso (León, 1950) al frente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas en un curso donde se consolidarán algunos nuevos proyectos como el de la Agencia Estatal CSIC.

-¿Qué iniciativas justifican su aterrizaje en el Consejo durante estos dos años? ¿Qué repercusión tendrá la Agencia en su funcinamiento?
-La consecución de los incrementos salariales del personal, la mayor oferta pública de empleo de toda la historia, la práctica duplicación del número de becas de introducción a la investigación y de contratos de I3P para doctores o el incremento presupuestario de 130 millones de euros conseguido en este bienio, así como la aprobación por el Parlamento de la Ley de Agencias (que permitirá el imprescindible cambio jurídico-administrativo), pienso que justifican el tiempo dedicado. Creo que merece una mención especial la elaboración de los planes estratégicos del organismo y de cada uno de sus institutos de investigación. El CSIC ha culminando la elaboración de un Plan de Actuación para los próximos cuatro años, que ha sido examinado por 22 comisiones internacionales, propuestas por la European Science Foundation (ESF) y la European Molecular Biology Organization (EMBO). El compromiso de la institución por alcanzar las más altas cotas de calidad en su actividad investigadora ha conducido a este Plan, que servirá de punto de partida para comenzar su andadura como Agencia Estatal en los próximos meses.

-¿Se ha sentido decepcionado con la atención que el gobierno socialista ha dedicado a la ciencia en los presupuestos?
-Lo malo de los científicos, en nuestra insaciable voracidad, lo refleja muy bien aquello que dijo Baltasar Gracián de que los sabios fueron siempre mal sufridos; quien añade ciencia, añade impaciencia. Y es verdad, los científicos tenemos una voracidad desmesurada por la financiación y queremos velocidad de vértigo en la resolución de las necesidades. Sin embargo, la atención que ha recibido la financiación de la ciencia en los años 2005 y 2006 y la propuesta de presupuesto para 2007, no tienen parangón en nuestra historia. Incrementos superiores al 25% anual, rozando casi el 30% en algunas anualidades, son observados con extraordinaria envidia por nuestros colegas europeos. La financiación no ha sido, sin embargo, la única atención del Gobierno, ya que se han producido también modificaciones importantes de la ley de subvenciones y de contratos, con el fin de facilitar una gestión más eficaz de los centros públicos de investigación. Además, se han puesto en marcha nuevos programas dentro del llamado Ingenio 2010.

Inversión a largo plazo
-¿Ve urgente el pacto de Estado por la Ciencia? ¿Cómo explicaría a los políticos que la investigación está por encima de la lucha electoral?
-Los acuerdos de Lisboa de 2000, ratificados en Barcelona en el 2003, establecieron la necesidad de alcanzar una financiación del 3% del PIB dedicado a la investigación, el desarrollo y la innovación, con una contribución del 66% por parte del sector privado, con el fin de hacer de Europa el mayor espacio de la economía del conocimiento y la sociedad de bienestar. La consecución de esos objetivos no es fácil, necesita ser generosa y mantenida en el tiempo, y seguramente no será posible sin acuerdos entre todos los grupos políticos. Además, la inversión en ciencia rinde beneficios a largo plazo, siempre más allá de una única legislatura.

-¿Qué piensa de la situación actual por la que atraviesa el polémico Programa Ramón y Cajal?
-El Programa Ramón y Cajal supuso una mejora en la carrera investigadora existente en España. Desde su creación en el año 2001, ha permitido la incorporación al sistema español de ciencia y tecnología de 2.500 investigadores. Asimismo, ha generado la puesta en marcha de otros programas afines, gestionados por administraciones autonómicas. Desde el inicio del Programa Ramón y Cajal en 2001, 635 investigadores han escogido los centros e institutos del CSIC como el destino más adecuado para llevar a cabo su labor investigadora en España. Esta cifra supone que el CSIC atrae el 25 % del total de contratos del programa, lo que compara muy favorablemente con el tamaño de su personal investigador, que sólo representa un 6 % del total nacional.

-Algunos de los "Cajales" han mantenido protestas en los últimos meses. ¿Qué les diría sobre el sistema de selección a los que se les acaba el contrato?
-La oferta de plazas del CSIC en estos últimos años ha permitido que 278 de ellos sean ya personal funcionario de sus escalas científicas, de los cuales, 48 contratados Ramón y Cajal provienen de otras instituciones, lo que ilustra la transparencia del proceso de selección. Estas cifras de incorporación son las más altas a nivel nacional, tanto en valores absolutos como relativos, y confirman la apuesta del CSIC por la calidad de sus investigadores y su firme apoyo a los investigadores jóvenes, con la convicción de que representan el futuro de la institución. En este momento, en los centros e institutos del CSIC desarrollan su labor alrededor de 50 investigadores Ramón y Cajal de la primera convocatoria del programa, año 2001, cuyos contratos finalizarán a partir de noviembre de 2006 y a lo largo de 2007. Muchos de ellos han optado a las nuevas plazas que ha convocado el CSIC en el 2006 y, por supuesto, a aquellas que han convocado las Universidades, otros OPIs y el sector privado. Independientemente de este proceso futuro, conviene resaltar que todos los investigadores con contrato de la convocatoria 2001 en vigor, todos sin excepción, se han presentado una o más veces a un concurso-oposición de Científico Titular del CSIC. Espero y deseo que todos ellos encuentren el lugar apropiado para continuar sus investigaciones. Pero no debemos olvidar que en el llamado "tenure track", que predomina en Estados Unidos, en el que se puede conseguir el derecho a la permanencia en el empleo ("tenure") tras un periodo de prueba de varios años, sólo una parte de los empleos de I+D son "tenured" y no todos los que entran por el "track" acaban alcanzando la deseada permanencia en esa institución. Algunos se desplazan a otras instituciones o al sector privado.

-¿Es práctica la figura del funcionario? ¿Cómo afectará la Agencia al sistema de contratación?
-Al principio de la entrevista mencionaba algunos cambios que se han producido en el CSIC en este bienio, pero sin duda el más importante va a ser la transformación en la "Agencia CSIC", que ha de establecer el marco para una mayor transparencia y una mayor participación de las comunidades autónomas en la gestión. Esta transformación será clave para nuestro futuro si, y sólo si, el estatuto y el contrato de gestión que finalmente se nos apruebe garantiza un organismo basado en la responsabilidad gerencial, dotado de una gran autonomía y con mecanismos de gestión por resultados, con una gestión de calidad, ágil y flexible en la contratación y dotada de una infraestructura electrónica avanzada. Los nuevos tiempos requieren nuevas estructuras y entiendo que en el CSIC, a partir de esta nueva estructura, se nos va a permitir iniciar el desarrollo de una carrera investigadora basada en la contratación. La apertura de nuevas formas de incorporación de investigadores es fundamental para permitir la estabilización de los investigadores.

Proyectos de riesgo
-¿Cree que el futuro de la ciencia española -y de su secular diáspora- pasa por regularizar este tipo de contratos? ¿Qué haría para atraer a los grandes talentos?
-A veces me veo abrumado por la constante mención a la necesidad de primar la excelencia en la investigación. Creo que debemos promover la calidad, la constancia, la diversidad y aportar los recursos necesarios para atraer a los jóvenes hacia la investigación. El problema no es la diáspora, el verdadero problema reside en que España no resulta atractiva para los científicos que abren nuevas fronteras de conocimiento, que participan en proyectos de riesgo, que son realmente innovadores y emprendedores. Para ello debemos abrir nuestras fronteras, promover la internacionalización de nuestra ciencia e iniciar la carrera científica con el "tenure track" y la estabilización mediante la contratación indefinida.