Ciencia

CO2

El sol como alternativa

14 septiembre, 2006 02:00

Reducir la quema de plantas (modernas como los bosques y antiguas como el carbón o el petróleo) y el uso de nuevas energías son algunas de las soluciones más inmediatas ante el progresivo y alarmante cambio climático. El catedrático de la Universidad de Alcalá de Henares, autor de Quemando el futuro (Nivola), analiza esta situación.

El clima que necesitamos para vivir ha cambiado siempre, a veces poco, otras bruscamente. Hoy cambia mucho y muy deprisa. Esto está comprobado hasta el aburrimiento en las medidas realizadas a lo largo y ancho del planeta. Su temperatura media depende de la cantidad de CO2 en la atmósfera, ya que la energía que llega del Sol varía poco a lo largo de los milenios: es como si ponemos dentro de la cama siempre la misma manta eléctrica, pero cambiamos el número de mantas de lana que ponemos encima. Cuantas más mantas pongamos, mayor será la temperatura debajo de ellas. El CO2 retiene la energía que emite la superficie del planeta como una buena manta de lana que deja salir poco calor.
Cuanto más CO2 pongamos en la atmósfera más alta será la temperatura de la superficie. Esto no es "teoría" (que también lo es) sino un hecho empírico y de laboratorio. El CO2 varía por muchas causas. Se absorbe por las plantas y se expulsa hacia la atmósfera cuando las quemamos. Se absorbe por las aguas del mar y cuando se forman carbonatos (piedra caliza), y se libera cuando se descomponen éstos. Hoy las plantas absorben CO2 a un ritmo X y nosotros lo lanzamos a la atmósfera aun ritmo 10X, al quemar aquellas plantas y aquellos animalillos (que se comieron esas plantas) que vivieron hace 300 millones de años y se convirtieron en carbón y petróleo. Al quemar a tan alto ritmo estamos cambiando el equilibrio de millones de años, y en 200 estamos reproduciendo la situación del planeta de hace 30 de esos millones de años. Los científicos debatimos los pequeños detalles de este cambio, pero no dudamos ni de su magnitud ni de su velocidad ni de su causa. Al ritmo de quema de combustibles actual la temperatura media del planeta subirá 4 grados en 50 años y 6 grados en 80 años. Una subida de 6 grados supondría la desaparición de la especie humana y del 90% del resto de las especies. Una subida de 4 grados supondría el deshielo acelerado de Groenlandia con dos efectos secuenciales: El primero, la subida de 6 metros del nivel de mar y la desaparición de Valencia, Sevilla, Londres, etc. El segundo, unos 20 años después, el comienzo paradójico de una nueva glaciación. ¿Solución? El cambio ya de paradigma energético. Debemos reducir la quema de plantas (modernas en forma de bosques, antiguas en forma de carbón y petróleo) de nuevo al ritmo X actual de captura de CO2 por aquellas. ¿De donde podemos sacar el resto de la energía que necesita nuestro esquema vital?

Ea respuesta es inmediata y también sencilla: Como las plantas, del Sol. Las plantas no pueden capturar más energía que X, porque dependen de procesos de crecimiento y del agua y los nutrientes disponibles, pero las celdas fotovoltaicas de silicio (es decir, de arena) tienen hoy un rendimiento global de 8 veces el de las plantas y pueden ponerse en el desierto. Podemos tener la energía que queremos y parar el cambio climático. Pero se nos acaba el tiempo. O empezamos ahora o llegamos tarde al convite.