Image: Carlos M. Duarte

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Ciencia

Carlos M. Duarte: "Los fondos marinos son una prioridad"

“Es necesario un marco legal que proteja el océano”

12 noviembre, 2010 01:00

Carlos M. Duarte. Foto: Joan Costa / CSIC.

Cuenta atrás para la expedición Malaspina. Patrocinada por la Fundación BBVA, es uno de los proyectos más ambiciosos de la ciencia española. Su coordinador, Carlos M. Duarte, explica a El Cultural las líneas científicas que lo definen, como el impacto del cambio climático en los fondos marinos.

Los buques Hespérides y Santiago de Gamboa ya están listos para partir. El primero, operado por la Armada española, circunnavegará el planeta hasta llegar a Nueva Zelanda, punto culminante de la aventura científica en la que se explorará la biogeoquímica del océano global. El segundo, del CSIC, además de cumplir una labor pedagógica, realizará la ruta colombina para analizar las secuelas del cambio climático en el Atlántico. Todo ello, con un equipo de 400 investigadores que recorrerán unas 42.000 millas náuticas. Además de la Armada Española y del CSIC, colaboran, entre otras instituciones, el Ministerio de Ciencia y Tecnología, varias comunidades autónomas y la Fundación BBVA. Todo ello coordinado por el investigador Carlos M. Duarte (Lisboa, 1960), para quien esta expedición, que partirá de Cádiz el 14 de diciembre, tiene numerosas similitudes con la emprendida en 1788 por Alejandro Malaspina a lo largo y ancho de las colonias españolas de América y Asia. “Es interdisciplinar, tiene una alcance global, explora los recursos naturales del océano, creará un banco de muestras que quedarán selladas durante 30 años e intervendrán equipos civiles y militares”, señala Duarte. -¿Es necesario una circunnavegación del planeta para certificar el cambio climático? -Sobre esto le diría que el papel de la actividad humana en condicionar la trayectoria climática actual está ya apoyado por una sólida base de evidencias. Nuestra expedición no pretende sentar base al cambio climático sino apoyarse en ella para evaluar qué impacto está teniendo este proceso sobre el océano a escala global, que incluye perturbaciones como las experimentadas por el ciclo de nitrógeno, capa de ozono, flujos globales de contaminantes, acidificación del océano, etc. El hábitat pelágico -¿Qué aspectos de la biodiversidad se estudiarán especialmente? -Bueno, vamos a analizar la biodiversidad de la columna de agua desde la superficie hasta los 4.000 metros de profundidad, lo que llamamos el hábitat pelágico, particularmente la del pláncton. Pero en mi opinión el aspecto más innovador -y que seguro que depara más sorpresas- es la biodiversidad microbiana del océano “oscuro” (el que se extiende por debajo de 1.000 metros de profundidad). Es ahí donde el proyecto será verdaderamente innovador, con la primera colección de meta-genoma del océano profundo, precisamente donde reside la mayor diversidad genómica del planeta. El océano es una ecosistema esencialmente microbiano, donde el trabajo que en tierra hacen los árboles lo realizan microorganismos de tan sólo unas milésimas de milímetro de tamaño celular. -Por todo esto, ¿son los fondos marinos una prioridad? -Nuestra expedición no se va a centrar en los fondos propiamente, sino en los casi 4 kilómetros de agua que los recubren hasta la superficie. Sin embargo, los fondos marinos son una prioridad de investigación a nivel internacional. En ellos se encuentran enormes depósitos de minerales y de recursos energéticos cuya explotación es casi inminente, pero que están recubiertos de ecosistemas que conocemos insuficientemente, muy frágiles, que pueden sufrir graves impactos si la tecnología para la explotación de estos recursos no se planifica con parámetros de conservación biológica. Atrás ha quedado la larga época de ignorancia en la que se pensaba, hasta hace poco más de cien años, que los fondos marinos estaban desprovistos de vida. Ahora sabemos que en las grandes profundidades del océano existen verdaderos oasis que depararán riquezas para la sociedad tan importantes o más como los recursos minerales que codician muchos países. -¿Qué aspecto de los fondos marinos le preocupa más? -Me preocupa especialmente la existencia de un marco legal que proteja la vida en los fondos marinos del océano abierto, de sus aguas internacionales. Ninguna convención de Naciones Unidas, ni la Ley del Mar ni la Convención de Diversidad Biológica se ocupan de proteger estos recursos y regular las actividades que pueden impactarlos. Éste es un vacío legal que no podemos tolerar, porque genera enormes vulnerabilidades para una riqueza biológica que debemos considerar patrimonio de la humanidad. -¿Cuál es su opinión sobre la lucha entre Noruega y Rusia por repartirse los fondos marinos del Ártico? -Hace ya años que venimos advirtiendo de que el Ártico es uno de los frentes de batalla del cambio climático. Y no es sólo una cuestión de pérdida de hielo, sino de conflictos entre naciones y riesgos para la seguridad internacional. Necesitamos urgentemente estructuras sólidas y democráticas de ámbito global para gestionar estos problemas. Creo que Naciones Unidas es un referente que ya no sirve porque sufre problemas estructurales derivados de su diseño inicial como instrumento de las potencias ganadoras de la II Guerra Mundial. -¿Qué les diría a los que, desde distintas tribunas, ponen en cuestión el cambio climático? -En primer lugar sólo aclarar que el pensamiento crítico es el motor del avance en ciencia, y por lo tanto todo en ciencia es criticable. Sin embargo, esta crítica sólo es constructiva cuando se ejerce desde el terreno de juego del método científico. El problema es que la mayor parte de los que cuestionan el cambio climático lo hacen desde fuera del terreno de juego de la ciencia, sin la carga de aportar datos ni teorías que superen a la del cambio climático. De hecho, yo soy una persona extremadamente crítica en mi aproximación al “dogma” científico, pero las evidencias en torno al cambio climático son tan abundantes y sólidas que sólo un necio puede cuestionarlo. Basta de lamentos -¿Qué puede hacerse desde la ciencia para frenarlo? -Desde la ciencia tenemos que pasar de denunciar el problema a aportar soluciones. Lo que quiero hacer en los 15 años que me quedan de actividad profesional es aportar soluciones. Basta de lamentos y llantos agoreros que sólo consiguen distanciar a la sociedad del problema. La ciencia ha de liderar a la sociedad en en esta encrucijada con propuestas ilusionantes y soluciones que generen oportunidades. Hemos de sacudir el estupor que padece la sociedad global y sus líderes ante los enormes desafíos que se avecinan. -¿La llegada a Nueva Zelanda es el punto culminante de la expedición? -Sí, la llegada a Nueva Zelanda marcará el punto de regreso. Tanto en Australia como en Nueva Zelanda el proyecto hará un esfuerzo para comunicar a estas sociedades la importancia de la expedición de Alejandro Malaspina, que les visitó hace más de 200 años, y los objetivos de nuestro proyecto. Para ello contamos con el apoyo de nuestras delegaciones diplomáticas en estos países y del Instituto Cervantes con actos y conferencias en ciudades como Río de Janeiro, Perth, Sydney, Auckland, Tokio, Utrecht y otras sedes de esta institución.