Ciencia

Adolfo García-Sastre

"Un virus podría provocar los efectos de un asteroide"

28 junio, 2013 02:00

Adolfo García-Sastre en su laboratorio del neoyorquino Mont Sinai. Foto: MSSM

Es un experto en la gripe de 1918, que provocó millones de muertes en todo el mundo. Desde la neoyorquina Facultad de Medicina Mount Sinai, Adolfo García-Sastre intenta comprender la relación entre los virus y el ser humano. Algunas de sus conclusiones, publicadas en revistas científicas como "Nature Communications", las expuso en el XII Congreso Nacional de Virología de Burgos.

Mejorar las vacunas contra el virus de la gripe e investigar las interacciones entre estos agentes y sus huéspedes son algunas de las líneas de investigación que Adolfo García-Sastre (Burgos, 1964) desarrolla en estos momentos en su laboratorio del Instituto de Patógenos Emergentes de la Facultad de Medicina Mount Sinai (MSSM) para comprender cómo pueden llegar a provocar enfermedades. Los virus de la gripe ocasionan pandemias cada tres décadas aproximadamente debido a un salto de una cepa de gripe aviar o porcina a humanos.

Esto es debido, según García-Sastre, a la ausencia de inmunidad previa contra esta cepa en humanos: "Ahora no podemos predecir cuándo o dónde aparecerá la próxima pandemia, qué cepa será o qué agresividad tendrá". La gripe del virus H1N1 de 1918 ocasionó más de 20 millones de muertes, mientras que la del 2009, menos de 100.000. Otros virus que están circulando en animales salvajes y que eventualmente causan brotes epidémicos en humanos son los virus del SARS y más recientemente del MERS (síndrome respiratorio de Oriente Medio), los virus Ébola o Nipah. "Debido a la imposibilidad de predecir la próxima pandemia vírica en humanos necesitamos invertir en el desarrollo de nuevos antivirales y vacunas de amplio espectro y en la formación de investigadores que luchen contra los virus humanos del siglo XXI", reclama el profesor del Departamento de Microbiología del MSSM.

-¿Podría un virus desbordar a una sociedad y a la comunidad científica?
-Las posibilidades de que esto ocurra son muy remotas. Sería comparable a un asteroide estrellándose con nuestro planeta. Para que esto suceda, se necesitaría un virus con alta capacidad de transmisión y alta tasa de mortalidad. Ante un virus así, no habría suficiente tiempo para tomar las medidas de prevención necesarias. La razón por la que es improbable que aparezca un virus altamente letal y transmisible es porque así como la capacidad de transmisión supone una ventaja evolutiva para el virus, la mortalidad no y por lo tanto no es una cualidad seleccionable durante la evolución natural de los virus.

-¿Están los sistemas de salud preparados para una eventual epidemia?
-Depende de su magnitud. En general, se pueden controlar mediante el uso de vacunas y medicamentos.

-¿Cómo han convivido los virus y los seres humanos a lo largo de la evolución?
-La mayor parte de los existentes, y que son capaces de infectar a humanos, no causan una enfermedad severa, salvo en casos de alto riesgo, como en individuos inmunosuprimidos. Es incluso posible que algunos sean beneficiosos. Por ejemplo, se ha demostrado que la adquisición de una infección con herpes disminuye las infecciones bacterianas, probablemente mediante la estimulación de una mejor respuesta inmune.

-¿Se adaptan los virus a nuestras formas de vida?
-Si lo hacen es con el fin de aumentar su capacidad de infección y transmisión, de tal modo que se puedan perpetuar mediante la infección de nuevos huéspedes. En este sentido, sí, los virus se adaptan a la forma de vida de su huésped y se aprovechan de su comportamiento para facilitar la transmisión. Por ejemplo, los virus Dengue se han adaptado a ambientes urbanos, donde la densidad de población es lo suficientemente elevada como para lograr ser transmitidos a través de mosquitos.

El factor R



-¿Qué condiciones facilitan su supervivencia?
-Aquellas que favorezcan su transmisión. El factor R es crítico en la supervivencia de un virus. Entendemos factor R como la media del número de huéspedes que son infectados por otro huésped infectado. Si es más de uno, el virus sobrevive. Si es menos, el virus termina desapareciendo. Hasta ahora, por ejemplo, el virus Ébola ha tenido un factor R en humanos menor de 1, de tal modo que los brotes epidémicos son muy localizados y terminan desapareciendo. El Ébola sobrevive sólo en su huésped natural, que podrían ser murciélagos, donde el factor R sería mayor de 1.

La ponencia con la que García-Sastre participó en el Congreso de Virología de Burgos de hace unos días abordaba la compleja relación entre virus y seres humanos. Esta convivencia está poniéndose a prueba durante los últimos años con los casos provocados por los virus H5N1 o, más recientemente, por el H7N9, ambos de la familia de la gripe aviar. "Los que únicamente infectan humanos son más fáciles de controlar e incluso pueden ser erradicados con una vacuna efectiva, tal como ha ocurrido con el virus de la viruela -precisa García-Sastre-. El de la gripe infecta a distintas especies: humanos, cerdos, caballos, aves, de tal modo que incluso erradicándola en humanos no se acabaría el problema. Además, el virus de la gripe es único en cuanto a que periódicamente salta de un huésped a otro, provocando de esta forma una pandemia.

-¿La agresividad del virus depende de la respuesta inmunitaria del organismo?
-En gran parte. Una respuesta inmunitaria adecuada es necesaria para el control de la infección, de tal modo que individuos inmunosuprimidos tienen más riesgo de enfermedad por virus y otros patógenos. Por otro lado, si la respuesta inmunitaria es más elevada de lo necesario, ésta puede dar lugar a una enfermedad más severa, causada por lo que se conoce como inmunopatología, que destruye los tejidos infectados, llegando a provocar daños irreparables.