Image: La primera reacción nuclear autosostenida

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Entre dos aguas por José Manuel Sánchez Ron

La primera reacción nuclear autosostenida

1 diciembre, 2017 01:00

Ilustración del histórico encuentro de científicos en torno al 'Chicago Pile One' en 1942

Sánchez Ron recuerda la histórica creación del 'Chicago Pile One' el 2 de diciembre de 1942. Su construcción, bajo las gradas del ala oeste del campo de fútbol americano de la Universidad de Chicago, permitió la producción de una reacción en cadena controlada autosostenida.

No sé ustedes, amables lectores, pero yo a veces me detengo a pensar en qué acontecimientos del pasado me hubiese gustado estar presente. De los veinte casos seleccionados en un libro publicado en 2008, I wish I'd been there (Desearía haber estado allí), únicamente me quedaría con el correspondiente al fallecimiento de Alejandro Magno. Ocurrió -es lo único que se sabe- debido a una fiebre (se rumoreó que había sido envenenado), el 11 de junio del año 323 antes de Cristo, entre las 4 y las 5 de la tarde, en un palacio situado a las orillas del Éufrates en la mítica ciudad de Babilonia. Habría tenido que esforzarme por encontrar un buen sitio en aquel luctuoso acontecimiento, ya que Alejandro estuvo rodeado en aquel dramático momento por lugartenientes, soldados, embajadores, esposas y eunucos, por macedonios, griegos, persas y babilonios. En fin, una multitud. No obstante, me hubiera gustado estar allí, ser testigo del final de una época.

De otros momentos, históricos o no tanto, a los que desearía haber asistido, mencionaré la confrontación que tuvo lugar en Oxford el 30 de junio de 1860, en una de las sesiones de la reunión anual de la British Association for the Advancement of Science, entre el obispo Samuel Wilberforce y Thomas Henry Huxley, el gran defensor de la teoría de la evolución que Charles Darwin había presentado el año anterior. Puedo imaginarme el placer que habría sentido cuando Huxley respondió a la demagógica pregunta del obispo, en referencia a que si los humanos procedían de "los monos", en su caso esa "ascendencia procedía ¿del lado de su abuelo o del de su abuela?", diciendo: "No sentiría ninguna vergüenza de haber surgido de semejante origen; pero sí que me avergonzaría proceder de alguien que prostituye los dones de la cultura y la elocuencia al servicio de los prejuicios y la falsedad". También hubiese querido estar al lado de Galileo -y llorar con él de rabia y humillación- cuando tuvo que firmar aquel infausto texto en el que, ante el temor de la tortura inquisitorial, abjuraba de sus creencias copernicanas; de que la Tierra giraba alrededor del Sol y no al revés. Y desearía haberme confundido con la multitud que el 28 de agosto de 1963 escuchó a Martin Luther King gritar, en el Lincoln Memorial de Washington D. C. "I have a dream" ("Tengo un sueño").

Pero hoy quiero referirme especialmente a un acontecimiento de otro tipo, del que este sábado, 2 de diciembre, se cumplen exactamente 75 años: la producción de la primera reacción nuclear en cadena autosostenida. A finales de 1938, Otto Hahn y Fritz Strassmann observaron, en el laboratorio dirigido por el primero en el Instituto de Química de Dahlem, en las afueras de Berlín, que cuando se lanzaban neutrones lentos sobre átomos de uranio, éstos se partían, se fisionaban, emitiéndose al mismo tiempo energía. Pronto se comprobó que esto sucedía con una de las variedades (isótopos) del uranio, el de peso atómico 235, el menos abundante en la naturaleza, Además, se encontró que en ese proceso de fisión se emitía más de un neutrón, con lo que, en principio, era posible producir una reacción en cadena, a la que iría asociada una enorme emisión de energía, la energía "almacenada" en los átomos que se fisionaban. Si fuese posible controlar ese estallido, se podría producir energía a un ritmo establecido (lo que más tarde se denominó "reactor nuclear" para usos civiles); pero en el caso de una reacción en cadena descontrolada, el resultado sería -fue- una bomba de gran poder: la que asoló Hiroshima el 6 de agosto de 1945 (en la bomba de Nagasaki se utilizó otro elemento fisionable, el plutonio).

Si la fisión nuclear se hubiese descubierto en otra época, probablemente su primera aplicación no hubiese sido la creación de bombas.

Lo que se consiguió el 2 de diciembre de 1942, en la denominada ‘Chicago Pile One' (‘Pila Uno de Chicago'), construida debajo de los graderíos del ala oeste del campo de fútbol (americano) de la Universidad de Chicago, fue producir una reacción en cadena controlada autosostenida; es decir, que producía tanta energía como la que se necesitaba para mantener el reactor en funcionamiento. El director de los trabajos fue el físico italiano Enrico Fermi, que se había instalado en Estados Unidos, huyendo del régimen de Mussolini, a finales de 1939. Asistieron a aquel acontecimiento, reunidos alrededor del reactor, 49 científicos. Todos, imagino, con el corazón y aliento tan agitado como suspendido, observando cómo Fermi daba órdenes para que se subieran o bajaran las barras de cadmio, el moderador (material capaz de absorber neutrones) que controlaba el ritmo de las reacciones de fisión. Entre los presentes se encontraban Leó Szilárd, pionero en la idea de la posibilidad de reacciones en cadena, Arthur H. Compton y Eugene Wigner, nombres que es difícil que no reconozca un físico.

Aquel 2 de diciembre se inauguró una nueva era, que afectó, que continúa afectando, no solo a la ciencia y la tecnología (producción de energía), sino también, como bien sabemos, a la política, a las relaciones internacionales. La historia se habría escrito de manera diferente si la fisión nuclear no hubiese sido descubierta. Pero la naturaleza es ajena a cómo los humanos utilizamos sus posibilidades. Ahí radica gran parte de nuestra grandeza, aunque también de nuestras miserias.