Cine

Diane Keaton

"Sigo siendo un caos total"

20 febrero, 2000 01:00

A Diane Keaton -Annie Hall, Rojos, El Padrino- ya no le "dice gran cosa" ser una actriz respetada. Desde su productora Blue Relief, quiere coger al séptimo arte por los cuernos y hacerse respetar también detrás de la cámara. En su segunda película, Colgadas -que se estrenó el viernes en Estados Unidos-, la que fuera compañera de reparto de Woody Allen, Al Pacino y Warren Beatty, lleva a la pantalla una intrincada historia familiar, de pasiones, risa y llanto, protagonizada por ella misma, Meg Ryan y Lisa Kudrow.

Diane Keaton irrumpe como un ciclón en la habitación del lujoso hotel Four Seasons de Los ángeles desginado para esta conversación. En su estilo excéntrico y atropellado, tropieza al entrar, lo cual provoca que un enorme cepillo de pelo caiga de sus bolsillos. Ni Woody Allen habría escenificado un golpe de efecto más hilarante.
Pero Diane Keaton acude para hablar de su segunda película como directora, Colgadas, inspirada en la autobiografía de las hermanas Delia y Nora Ephron y los últimos años de su padre, el guionista de Hollywood, David Ephron. Protagonizada por Meg Ryan, Lisa Kudrow y ella misma, la conversación comienza con el tema de la muerte -presente en su debut como directora Heaven y en su primer largometraje Héroes a la fuerza (1995)-, que parece haberse convertido en un elemento recurrente en su obra.

-Parece ser una obsesión. Ya no sé qué pensar. Siempre creí que me estaba intentando alejar de ella, porque no me conforta la idea de morir. Es más una fijación morbosa. Y la cuestión es que mi fobia hacia ella aumenta con el tiempo... hasta el punto de que ya no me subo a aviones. En fin...

-Usted es la mayor de tres hermanas, al igual que ocurre en la película. ¿Encontró alguna resonancia personal en el guión de las hermanas Ephron?
-Primero se estableció una magnífica sintonía con ellas cuando descubrimos que compartimos un sentido del humor muy parecido. Ellas siempre escriben sobre mujeres brillantes con un tono cómico que encubre enormes cargas de profundidad. Como actriz, y también direc tora, siempre busco la comedia, pero también algo más debajo de la superficie. Y los temas familiares me apasionan. Pero, al contrario que ellas, tuve una muy buena aunque distante relación con mi padre, que murió hace ya diez años.

-Ha participado en la producción, dirección e interpretación a través de su compañía Blue Relief. Aunque de encargo, ¿pudo plantear una película muy personal?
-Sí, desde el momento en que me permitió examinar la esencia de las corrientes emocionales entre hermanas y la dinámica de esas relaciones fraternales, un interés mío de siempre. Y centrarme en el personaje interpretado por Meg Ryan, Eve, la hermana mediana, que está atrapada en una situación tremenda, pero a la que no hacen mucho caso los demás.
»Ella es ignorada por estar en la zona de sombra del éxito superficial de las otras dos, la periodista y la actriz. Me gustó poder hacer brillar particularmente a esa persona a la que nadie presta atención. Y como en la vida real ahora se tiende a menospreciar los valores personales y morales en beneficio de la fascinación por el falso brillo de la gloria pasajera. Yo rechazo todo eso y esa soy yo haciendo esta película.

Una película personal

Nacida Diane Hall en Los ángeles, el 5 de enero de 1946, hija de un ingeniero y una fotógrafa, abandonó el colegio religioso de Santa Ana para intentar una carrera de actriz en los teatros neoyorquinos en 1968. Al año siguiente se produjo el encuentro decisivo en su vida y carrera. Woody Allen la eligió para interpretar la protagonista de una obra propia en una producción de Broadway, Sueños de un seductor, que luego llevarían juntos al cine.

Una breve relación sentimental y ocho películas juntos -sobre todo Annie Hall, por la que fue premiada con un Oscar, y Manhattan- la convirtieron en el símbolo de una feminista liberada e intelectual, que inspiró a toda una generación de mujeres. Otros títulos significativos -Buscando al señor Goodbar, las tres El Padrino, Rojos y La habitación de Marvin, estas dos últimas merecedoras de sendas nominaciones al Oscar a la mejor actriz- dotan a la carrera de Keaton de un perfil singular e irrepetible.

-A la hora de dirigir, ¿qué experiencia junto a Woody Allen le resultó más útil?
-Debería haberle prestado un poco más de atención. (Risas) En serio, dos lecciones son básicas: no hacer una película demasiado larga y ser brutal en la mesa de montaje. Lo malo es que yo carezco de esa rapidez suya de saber inmediatamente qué no sirve. Y tampoco soy tan ordenada y meticulosa como él en el plató. Al contrario.

-Ha tenido también que dirigirse por primera vez, ¿qué tipo de directora ha descubierto ser para sí misma?
-¡Del tipo caótico! Yo sigo siendo un caos total, así que lo que hago para cubrirme las espaldas es ... rodar un montón de material. Por si algo vale.

-¿En qué momento dirigir y producir se convirtió en una necesidad?
-Siempre he hecho muchas cosas más. "Collages"... espantosos, fotografías. Creo que fue durante mis años con Warren (Beatty) cuando descubrí que quería convertirme en otro tipo de artista. Lo deseaba de forma agónica. Creo que ser una actriz respetada, con los privilegios y la excitación que suponían, ya no me decía gran cosa. Eso ocurrió hace veinte años y cuando miro atrás pienso que estaba equivocada. Supongo que fue un "efecto colateral" de convertirme en una actriz famosa. Ahora veo las cosas desde otra perspectiva. La edad ha ayudado mucho.

Menos ofertas de trabajo

-Paradójicamente, la edad es un problema en Hollywood para una actriz madura. ¿Cuál es su opinión?
-Bueno, el problema existe. Con la salvedad de cinco estrellas, para el resto de nosotras cumplir años sólo se cifra en más arrugas y menos ofertas de trabajo. Parece ser que a la audiencia no le atrae la idea de ir al cine para ver historias protagonizadas por gente de una cierta edad y eso a mí me parece una vergöenza. Está esa idea de convertir progresivamente a los mayores en persona inútil y "periférica". Parece ser que la gente quiere ver películas con las bellezas radiantes de Gwyneth Paltrow y Jude Law. A mí también me gusta, ¿cómo no? Pero creo que hay espacio para otras historias con otros personajes de otra edad. Y yo ya soy una persona de una cierta edad.

Diane Keaton nunca se ha casado. Ahora vive con Dexter, la niña que adoptó hace cuatro años, lo que la convierte en una madre soltera con cargas profesionales. Irónicamente, la maternidad le ha alcanzado a la misma edad que a los hombres preeminentes que ocuparon su vida: Woody Allen, Warren Beatty y Al Pacino. Muy celosa de aquellas experiencias, la Keaton de ahora, una mujer confiada en sí misma y en posesión de ideas firmemente ancladas en su código personal, habla de todo ello con desparpajo y un cierto humor autodepredador.

-¿Cómo recuerda sus años junto a nombres tan importantes como Allen, Pacino y Beatty?
-A mí no me parecían tan importantes cuando estuve con ellos (Risas). Eran unos tipos contentos con sus vidas y lo pasamos muy bien haciendo cosas verdaderamente locas... Bueno, todo esto suena patético porque estuve con ellos hace muchiiiiiísimo tiempo. El otro día estuve viendo a Al Pacino en Un domingo cualquiera, la película de Oliver Stone y me pregunté ¿a qué se parecería si siguiéramos juntos? (Risas). Lo juro, es un "shock" verle.
El inmediato futuro de Diane Keaton pasa por tres proyectos: dirigir una serie de documentales acerca de la lucha de la mujer, proteger los océanos (a través de la organización "Natural Resources Defence Council") y criar a su hija. Hace una década, Keaton comenzó dirigiendo un especial para televisión, The Girl with the Crazy Brother, nominado al Emmy, y la TV Movie Wildflower, protagonizada por Patricia Arquette. Tras Heaven y Héroes a la fuerza ha llegado Colgadas, y también una nueva carrera de fotógrafa, recorriendo el mundo para tomar fotografías de hoteles para el volumen Reservations.Además, ha editado a otros tres libros: Still Life, un libro acerca de los edificios de Hollywood de la Edad de Oro, Mister Salesman y Local News, hace unas semanas.

-Hábleme de esa serie acerca de la lucha feminista que prepara para televisión.
-Estoy preparando pequeñas historias acerca de mujeres anónimas que hicieron mucho por lo que luego han sido los grandes avances sociales de este siglo. Mujeres que bajaron a las minas, trabajaron de portadoras, desafiaron las reglas laborales y lograron introducirse en áreas prohibidas para ellas o enteramente masculinas.
»Me gustaría que constituyera un documento que ayudara a impartir una pequeña lección para nuestras hijas. Sobre todo, para que sepan que todo lo que han obtenido no nos fue dado a nosotras por garantizado, sino que el beneficio de la herencia que les dejamos ha sido el fruto de una lucha singular pagada a veces a un alto precio.