Las razones del absurdo
Ripstein habla sobre La perdición de los hombres y Así es la vida
8 noviembre, 2000 01:00Distintos fotogramas de La perdición de los hombres, historia basada en un hecho real que Ripstein rodó en blanco y negro para "pintar" el carácter triste de los personajes
Un total de 24 largometrajes en 38 años de carrera cinematográfica (iniciada con Luis Buñuel para El ángel exterminador) han convertido a Arturo Ripstein en el director más importante del cine mexicano y latinoamericano de las últimas tres décadas. En plena cumbre de sus facultades artísticas y en un momento de cambio radical, Ripstein tiene a punto de estreno dos películas rodadas en vídeo digital, La perdición de los hombres (el próximo viernes), doble vencedora en San Sebastián, y Así es la vida, adaptación libérrima de la Medea de Séneca que la veremos en 2001.
Ripstein leyó hace 30 años la noticia de que dos amigos habían lapidado hasta la muerte a un tercero y velaron su cadáver. Cuando le ofrecieron la realización de un corto, recordó aquella historia y escribió con su mujer, la guionista Paz Alicia Garcíadiego, el guión de Dos deudos. Más tarde, ambos decidieron añadir las causas y el desenlace del sangriento hecho. Así, en La perdición de los hombres, Ripstein se adentra también en el absurdo y la sinrazón: "En todas mis películas casi todo está predeterminado. Teníamos ganas de jugar a todo lo contrario, con lo azaroso y lo cotidiano. Con lo azaroso un poco a la manera de Tolstoi… es decir, lo cotidiano narrado como una sucesión de eventos que suceden porque la vida está llena de sinrazones. He querido abundar en lo ridículo, tan profundamente humano, para ver cómo la sinrazón y la tragedia nacen en la comedia".
Este contraste se agudiza aún más frente a su título anterior (también de próximo estreno), Así es la vida, un filme que guarda con La perdición de los hombres muchos elementos en común. Ripstein lo establece así: "La una es el reverso de la moneda de la otra. Así es la vida es una tragedia con una serie de momentos de humor. Y La perdición de los hombres es una comedia con varios momentos de tragedia". También hay varios actores comunes -Patricia Reyes Spíndola, Luis Felipe Tovar, Martha Aura-, el hecho de haberlas escrito con Garcíadiego y coproducido con España, rodado en formato de cine digital (sus dos primeros experimentos con esta tecnología revolucionaria) y la utilización de los medios de comunicación -la televisión en la primera, la radio en la segunda- a la manera de coros griegos. En La perdición de los hombres va incluso más lejos: la voz de la radio es la del mismísimo Dios.
"Elegí un páramo desolado y polvoriento como referencia a México. Se trata de un lugar perdido, un ámbito rural estancado en el siglo XVII… El protagonista es un hombre abandonado y solitario, y esto convierte a la radio en una obsesión y, después, en Dios. Para interpretar a Dios elegí al actor Ernesto Yáñez, que tiene una voz de terciopelo, pero también muy cachonda".
Una opción estética
El director de El lugar sin límites (1978), Profundo carmesí (1996) y El coronel no tiene quien le escriba (1999), entre otras, ha rodado por vez primera en casi cuatro décadas en blanco y negro, una opción estética que explica remitiéndose a sus inicios en la profesión como hijo del productor Arturo Ripstein, Sr.: "Cuando empezó mi vocación de cineasta, no había Escuela de Cine en México. Todo se aprendía leyendo libros y viendo películas.
Yo tuve la fortuna de estar dentro de los foros cinematográficos y de poder aprender directamente viendo cómo se hacía. Todo el cine que había podido ver durante el aprendizaje del oficio era en blanco y negro, y desde entonces me pareció de una belleza inaudita. En La perdición de los hombres, me decidí por una gama de grises, que es la tonalidad de la tristeza de los personajes de esta comedia".
En lo formal, está también la utilización de la tecnología digital en vídeo, su segunda experiencia tras Así es la vida (la primera película de ese formato en América Latina, hinchada después a 35mm). Para el director, se trata de una tecnología llamada a revolucionar el cine del futuro. Pero, en primer lugar, es ya una herramienta de democratización. Y lo desarrolla así: "El vídeo democratizará el cine, porque ya no estará en manos de un puñado de iniciados, sino de todo aquel que pueda permitirse la inversión de una cámara y una máquina de edición. Esta tecnología evita el fárrago de conseguir financiamiento. Y en mi caso, que no soy un director exitoso, se me ha quitado de encima el peso de decirme «no podré trabajar nunca más a no ser que tenga un éxito». Y el único éxito es esa cosa triste de vender".
Podría decirse que este formato digital ha abierto una nueva etapa en la carrera de Arturo Ripstein, iniciada en 1965 con Tiempo de morir, un curioso western escrito por Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez. Tras dirigir Juego peligroso (1966) y Los recuerdos del porvenir (1968), fue su cuarta película, El castillo de la pureza (1972), basada en su primer guión propio, la que le consagró definitivamente como un autor con predilección por ambientes densos y opresivos. Otro de los hitos de su filmografía -la adaptación de El lugar sin límites, de José Donoso- marca el comienzo de la traslación de diversas piezas literarias hasta que con El imperio de la fortuna (1986), basada en la obra de Juan Rulfo, se marca su encuentro y primera colaboración con Paz Alicia Garciadiego, con la que desde entonces ha creado diez largometrajes en la que podría ser considerada una nueva etapa artística.
Ambos fueron premiados en el último Zinemaldia donostiarra con el garlardón al mejor guión y la Concha de Oro a La perdición de los hombres, una película cuyo título extrajeron de una ranchera: "Es el verso final de una canción de seducción, una especie de lamento nacional en el que un hombre doliente le viene a decir a una mujer que si no está sola, la acompañará. Resulta que más tarde me encontré el mismo tema en la copla Yo soy esa, de Isabel Pantoja, que se hizo en España en película. ¿La recuerda? Vaya, fue ahí cuando descubrí que es un título muy fácilmente exportable".
La perdición de los hombres se divide en tres segmentos: dos hombres matan a un tercero, las dos mujeres del difunto se disputan su cadáver en la morgue y eventos sucedidos durante un partido de béisbol rural arrojan luz sobre las razones del crimen. ¿Por qué eligió el juego del béisbol como motivos del homicidio? "Por el absurdo. En México se han dado un par de beisbolistas a los Estados Unidos, pero nada más. Enclavar ese juego en un ámbito rural perdido mexicano me sirve para mostrar una lacra de nuestro tiempo: la integración de la globalización en la nada, la cultura del poliéster que penetra hasta en los ámbitos más empobrecidos, la corrosión de la modernidad…"
Palabras inventadas
Una de las exploraciones más radicales realizadas en la película por Ripstein y Garcíadiego es la del lenguaje, con diálogos estructurados en endecasílabos, la utilización de un mexicano arcaico en desuso (heredado por Paz Alicia de su abuela) y la introducción de palabras totalmente inventadas. La película fue proyectada en el Festival donostiarra con subtítulos en inglés, algo que ayudó definitivamente a la comprensión de los diálogos. Sobre este particular, Ripstein se muestra partidario: "Cuando México era una poderosa industria cinematográfica que dominaba el mercado del cine en español, en tiempos del blanco y negro, en las películas se usaba un español muy neutro, que se entendía muy fácilmente. Pero con la llegada del color, el cine se acercó más a la realidad y al lenguaje, que es una de las realidades más inmediatas. Entonces, en las películas se comenzó a utilizar argot y localismos de más difícil comprensión. Y lo mismo ocurre en las demás cinematografías que usan el español. Mire, ahora, en México no se entiende lo que se dice en las películas cubanas y en Argentina no comprenden lo que se habla en las películas colombianas. Ví hace poco en México dos películas muy interesantes e importantes, la colombiana La vendedora de rosas y la argentina Mundo grúa, pero casi no entendí una palabra. Por eso, yo creo que algunas películas deberían ser estrenadas con subtítulos en español, para que los modismos y arcaicismos se entiendan".