Image: 49 Festival de San Sebastián

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Cine

49 Festival de San Sebastián

Vicente Aranda: “Juana la Loca estaba dominada por un afán de posesión absoluta”

19 septiembre, 2001 02:00

El imponente Auditorio Kursaal abre mañana sus puertas al Festival Internacional de Cine de San Sebastián, que alcanza este año su 49 edición. Dieciocho películas procedentes de todo el mundo, quince de ellas a concurso, forman parte de la sección oficial. Uno de los platos fuertes es la presentación de Juana la Loca, de Vicente Aranda. El director de Amantes habla con EL CULTURAL sobre el personaje, la leyenda y su reflejo en el cine español. Manuel Gutiérrez Aragón y José Luis Guerín, los otros dos autores españoles que también compiten por la Concha de Oro, escriben sobre sus trabajos a concurso: Visionarios y En construcción. Además, el cineasta italiano Nanni Moretti desvela las claves de La habitación del hijo, una de las 33 películas presentes en la popular sección Zabaltegui y uno de los "pases" más esperados de la programación. En el apartado de homenajes, el festival recordará al actor recientemente fallecido Paco Rabal y a los cineastas Otar Iosseliani y Frank Borzage, cuya obra y vida analiza en nuestras páginas el crítico Miguel Marías.

El amor a través de la pasión más desmedida, mezcla de celos, sexo y exacerbación emocional, sigue siendo el motor que alimenta los desvelos cinematográficos de Vicente Aranda. Con Juana la Loca, basada en la obra teatral de Tamayo y Baus, que presenta el próximo martes en el marco del 49 Festival de San Sebastián, el cineasta catalán ha firmado su película más arriesgada. Internándose una vez más en los mecanismos de la psique femenina, el autor de Amantes imprime a su última obra una clara intención didáctica e historicista. De este modo, se enfrenta por primera vez a una intriga amorosa y política basada en un personaje histórico: la reina Juana de Castilla, hija de los Reyes Católicos.

-La locura de amor sigue siendo, un siglo después, la mejor expresión para definir el estado emocional de Juana la Loca. ¿Desde qué punto de vista ha investigado el mito?
-Es un caso muy especial. Históricamente se creyó que estuvo loca durante 400 años, pero a partir de que Tamayo y Baus tuvo el acierto de titular su obra La locura de amor, que se adelantó 60 años al famoso amour fou de los franceses, cambió completamente la interpretación de los historiadores. Dejan de considerar a Juana de Castilla una loca de encerrar en el manicomio, y es reconocida como una mujer exacerbada o dislocada
emocionalmente por causas de amor. Estaba dominada por un afán de posesión absoluta, que es un sentimiento humano por el que siempre he tenido interés, a lo que se une la dificultad de ser amada por su marido, Felipe el Hermoso. Además, era una mujer que no estaba destinada a reinar en absoluto, sino que tiene cuatro o cinco delante, pero la muerte le abre el camino y es nombrada Reina de Castilla, la nación más importante del mundo civilizado en aquel momento.

"No es un remake"

-Usted se niega a considerar la película un remake de la realizada por Juan de Orduña en 1948, ¿qué elementos nuevos aporta?
-Es cierto, prohibí que se utilizara ese término al productor Pedro Costa. La que sí es un remake es la de Juan de Orduña, porque ya existe una versión anterior que todo el mundo ignora, una de cine mudo dirigida por Ricard de Baños en 1909. Por supuesto que he tenido la versión de Orduña como un elemento referencial, pero sobre todo para no incurrir en los errores en los que ellos incurrieron. Mi película reactualiza ese capítulo histórico. He tomado una documentación mucho más extensa, sobre todo para el principio de la película, cuando presento el caso. A medida que fui avanzando en el guión, descubrí que la condición teatral de la película es imprescindible. He tenido la obligación de cerrar la película en torno a los personajes a medida que avanzaba. En este sentido se parece más a una película de Laurence Olivier, Enrique V, que empezaba de forma muy teatral pero luego iba abriendo los espacios y se convertía en algo mucho más cinematográfico y con una planificación más ágil. En este sentido, mi película avanza en el sentido inverso.

-¿Pero el motivo de volver a abordar la figura de Juana la Loca reside en que considera que la versión de los años cuarenta ha envejecido mucho?
-Yo creo que el cine no envejece, sino que simplemente se convierte en testigo de su época. La interpretación de la historia realizada por Orduña sí es cierto que es absolutamente franquista. El guión, ciertamente, está muy bien, lo que pasa es que responde a una época gobernada por valores hoy extintos y que recordamos con horror.
»Yo creo que he aportado cierto didactismo... no quiero que se me malinterprete. No puedo competir con los jóvenes, que conocen mejor la situación actual, así que de forma similar a lo que ha pasado con otros cineastas a medida que han envejecido, como Rossellini, yo me voy inclinando por un cierto didactismo. Por eso ahora voy a llevar Carmen al cine y además me gustaría hacer una interpretación histórica de la Guerra Civil española. Me dicen que la gente ya está cansado de este tema, pero la verdad es que yo no he visto nada digno, por ejemplo, sobre la defensa de Madrid en el 36.

-Pero en este filme no se ha pronunciado políticamente, ¿verdad?
-No ha sido mi intención. Pero sí se dice claramente, porque es una verdad indiscutible, que al contrario de lo que nos quiso colar Franco con la idea de que los Reyes Católicos siempre quisieron mantener la unidad de España, es muy evidente que Fernando El Católico después de la muerte de Isabel hizo todo lo posible por dividir el Reino, y sólo la fecundidad de Juana lo evitó. Fernando no consiguió tener ningún hijo y sin embargo los seis hijos de Juana vivieron y reinaron.

-Ha introducido un narrador que mediante voz en off da a la película un aspecto de documental histórico. ¿Era ésta su intención?
-Lo voz en off es para ayudar... hay que meter muchos datos que considero importantes y ayuda mucho en las transiciones. Además, últimamente lucho bastante en favor de la voz en off, porque es una facilidad. Scorsese ha experimentado mucho con ella, en Casino, por ejemplo, está todo el rato dando información...

-Sí, pero ahí son los personajes quienes hablan...
-Claro, en mi caso es el historiador, lo que da un aspecto más informativo y didáctico a la película, un objetivo que como ya le he dicho me había propuesto al principio.

El peso de la película

-Sin duda, la interpretación de Pilar López de Ayala en su primer papel protagonista será uno de los aspectos del filme que más elogios va a suscitar. ¿Cómo recuerda el trabajo con ella?
-Si me permite hacer una predicción... como confío muy poco en los críticos de cine de este país, seguro que cogerán la interpretación de Pilar para decir que la película la ha salvado ella y bla bla bla... y la verdad es que Pilar es una actriz fantástica que efectivamente lleva todo el peso de la película, es algo que no puedo negar. A pesar de su juventud tiene una madurez emocional asombrosa y un concepto muy profesional de su oficio. Ojalá me topara con más actrices así en lo que me queda de carrera.

-No sólo su filme se ha acercado a la figura de Juana la Loca durante este año. También se ha publicado con mucho éxito una biografía escrita por Fernández álvarez y la bailaora Sara Baras ha realizado un espectáculo sobre el personaje. ¿A qué se debe este interés repentino por la reina de Castilla?
-No estoy muy seguro de que sea necesariamente un personaje lleno de actualidad, aunque estos "acontecimientos" culturales sí parecen confirmarlo. Debo confesar que cuando me interesé por el proyecto desconocía por completo todo esto. Creo que los elementos que más me han estimulado no son realmente los más atractivos para el público. Lo primero que me interesó fue la disyuntiva de si Juana estaba loca o no, y más tarde empezó a interesarme el personaje por sí mismo, principalmente porque era absolutamente emocional. También me atrapó el escenario, la época. Hay que recordar que la historia está colocada en un momento histórica muy particular. Aparte de que se sitúa cuatro años después del descubrimiento de América, también aparece la imprenta en ese momento, y se adquiere la conciencia de que la Tierra es redonda. Ahora nos puede parecer muy importante la aparición del ordenador, pero desde luego no es tan importante ni cambió la vida de las personas con tanta magnitud como los descubrimientos e inventos que surgieron a caballo entre finales del siglo XV y principios del siglo XVI.

-Con Celos, su anterior filme, parecía que ya había agotado el tema; sin embargo en Juana la Loca los celos representan un aspecto central de la película. ¿Es que no se quedó satisfecho del todo con el resultado?
-Me parece que fue Castilla del Pino quien dijo que matan a más personas los celos que las guerras, y es verdad... todas estas historias que escuchamos de maridos que matan a sus mujeres tienen su explicación en los celos. La base de mi interés en este asunto quizá reside en analizar por qué el ser humano tiene este sentimiento de posesión hacia las personas, algo que me intriga mucho, porque los celos surgen por la posibilidad de querer a una persona en exclusiva, algo completamente irracional. Creo que dejé esto claro en Celos, que por cierto me costó mucho sacar adelante, porque me decían que es un tema muy viejo.

-¿Cómo cree que será recibida la película en el festival?
-A mí es que no me gustan los festivales, y menos competir. Yo insinué a los productores que la película participara fuera de competición porque, en fin, he sido cocinero antes que fraile... estuve en el jurado de San Sebastián hace cuatro o cinco años y sé lo que pasa ahí. En el año que yo estuve puedo decir que por la noche se firmó un acta y a la mañana siguiente se firmó un acta distinta. Las ventanas de la sala donde se reúne el jurado están cerradas, pero por las rendijas entran unos brazos larguísimos.

La pasión de Aranda

En La Escuela de Barcelona: el cine de la "gauche divine", Vicente Aranda cuenta cuál fue su primera experiencia cinematográfica. Rodó un documental de apenas diez minutos en Trigueros, provincia de Huelva. Se celebraba una extraña ceremonia atávica durante la cual el cura, el guardia civil y el alcalde tiraban pan a la gente. "Lo rodamos y luego yo lo monté con toda la mala intención del mundo. Parecía que el guardia civil daba de comer al pueblo", afirma Aranda. Esta anécdota nos sirve para explicar hasta qué punto la obra de Aranda se reveló contra los esquemas preestablecidos desde el principio de su carrera. Eran otras épocas, es cierto, pero su cine sigue navegando a contracorriente. No hablamos de discurso ideológico o político sino de discurso formal. Su cine puede resultar excelente (Amantes) o penoso (La mirada del otro), pero siempre está en busca de un camino personal, donde narración y puesta en escena se tensan persiguiendo resultados contundentes. En este sentido, Juana la Loca representa a la perfección el "estilo Aranda": acercándose a las líneas canónicas del género histórico, acaba por evitarlas, centrándose en la historia de una mujer que defendió sus sentimientos por encima de sus deberes hacia lo colectivo.

A Aranda le fascina, y se nota, la figura de esa reina a su pesar. Le fascina su capacidad para sacrificar su vida por la pasión, y la observa como un misterio de la naturaleza. De esta manera, las tenebrosas intrigas políticas que se tejieron alrededor de su reinado quedan diluidas ante la fuerza del amor que siente Juana por Felipe, mujeriego impenitente. No obstante, Aranda se ve obligado a insertar una voz en off de espíritu documental -que podría haber sustituido por unos sencillos rótulos- y a explicar apresuradamente la conspiración política contra Juana. Resulta demasiado evidente que al autor de El amante bilingöe le interesa más enfocar los rostros de sus actores enamorados que atender a las estrategias de Fernando el Católico para destronar a su hija y declararla loca.

Cuando Aranda se dedica a Juana, la película gana puntos. La secuencia del parto en las letrinas o la de la comprobación de la letra de sus damas de compañía presentan una visión de Juana demoledora, frontal y tremendamente contemporánea. La fuerza del personaje -y la fuerza de la interpretación de López de Ayala, en las antípodas del histrionismo de Aurora Bautista en la versión de Juan de Orduña- es propia de una película que ahonda en la gran preocupación de los últimos Aranda, desde Amantes hasta Celos: el amor total como atracción del abismo, la pasión como camino hacia la autodestrucción. Tenía razón José Luis Guarner cuando decía que cuanto más intenta esconderse Aranda tras su obra, más le salen películas de autor. Juana la Loca es una película de autor: desequilibrada pero digna, irregular pero estimulante.

Sergi Sánchez