Desde Kamchatka con amor
Estreno de la película argentina candidata al Oscar
28 noviembre, 2002 01:00Cecilia Roth y Ricardo Darín en Kamchatka
Kamchatka es una península al este de la antigua URSS. También es el filme que representará a Argentina en los Oscar, el último trabajo de Marcelo Piñeyro (Plata quemada), un retrato sentimental sobre los desaparecidos durante la dictadura argentina.
Ciertamente, la historia de una familia atrapada en la dictadura militar argentina, en pleno año 1976, pocos días después del golpe de estado militar de Videla, tiene poco en común con la anterior filmografía de Piñeyro, pero tampoco se trata de una película típica sobre la dictadura: "Esta no es una película sobre la dictadura en sentido estricto. Es la crónica de la lucha de una familia para permanecer unida en un momento difícil. Es una historia de padres e hijos...". Una historia, también, que se narra a través de los ojos de un niño, un recurso que últimamente aparece a menudo en el cine: "Tanto Marcelo Figueras, el guionista, como yo, éramos conscientes de estar contando una historia de iniciación, un género bien establecido. Hay una película que me influyó mucho a la hora de decidirme a rodar con niños: Mi vida como un perro, de Lasse Hällstrüm. Quería conseguir la misma mirada de tristeza del niño protagonista".
Kamchatka es un retrato sentimental (a veces demasiado), que tiene algo de reconstrucción arqueológica de lo que fue la infancia de aquellos desdichados niños de la dictadura: "No se trata de una película autobiográfica, pero tanto Marcelo como yo tenemos muchos amigos que tuvieron experiencias parecidas a las de los protagonistas del filme. Es, en cierto modo, una suerte de autobiografía apócrifa".
Digno de Spielberg
Kamchatka es, sobre todo, un drama humano, que funciona apenas con alguna que otra estridencia sentimentaloide, bordeando una blandura y un esteticismo casi dignos de Spielberg: "He visto y me gusta todo tipo de cine: europeo, oriental, latinoamericano... Pero es cierto que, en gran medida, me he educado con el cine de Hollywood. Hubo un momento en el que casi todas las cinematografías europeas y latinoamericanas, hacia los años 70, renunciaron a los géneros, como si fuera algo que había que dejar a los americanos. Pero yo creo en el género. Es una forma idónea de empaquetar cualquier idea o mensaje. Todas mis películas, en realidad, son de género".
Su película no es tanto un retrato de una época como una historia intemporal, que puede aplicarse a la actualidad: "Esta historia de una familia puesta a prueba, que cuenta sólo con su amor, es, por desgracia, muy aplicable a las circunstancias de tremenda crisis que vive hoy la Argentina. Creo que la lección que ofrece Kamchatka es que en tiempos difíciles es cuando hay que recuperar los valores esenciales".
Teniendo en cuenta que, a pesar de los cambios de registro, Marcelo Piñeyro tiende en su cine siempre al drama y hasta a la tragedia, podría uno pensar que quizá se deba a la muy dramática historia, pasada y presente, de su país: "Puede ser que influya en el hecho de que todas mis películas suelen acabar mal -sonríe Marcelo-, pero también puede que sea una inclinación personal". Entretanto, queda el reto del Oscar, un reto que no parece tan descabellado debido a la inclinación de Hollywood a premiar los buenos sentimientos, más todavía si vienen envueltos en una factura formal eficaz y brillante, que tiene también más de una deuda con el propio cine americano... ¿Pero qué significaría el Oscar para Marcelo Piñeyro?: "No me preocupa demasiado. Mi cine es ya bien conocido en Estados Unidos, y lo más importante es que Kamchatka guste a la gente. El premio más grande ya lo hemos recibido en Argentina, cuando poco después del primer fin de semana del estreno, recibimos una carta de «Hijos», la asociación de hijos de los desaparecidos durante la dictadura. En la carta nos felicitaban y nos agradecían la película. Decían una cosa muy bonita, que no es una película sobre los desaparecidos, sino sobre los «aparecidos». Kamchatka presenta a esta gente como lo que fueron: personas reales, normales, con sus problemas, sus esperanzas... Los hace «aparecer»".