Eduard Cortés
se estrena con La vida de nadie
20 febrero, 2003 01:00Eduard Cortés. Foto: M.R.
A partir de un caso verídico ocurrido en Francia, el debutante Eduard Cortés construye La vida de nadie, drama que compitió en los Goya con tres nominaciones antes de su estreno comercial. Al igual que El empleo del tiempo y El adversario, el filme de Cortés lleva a su territorio el "affaire Romand" para poner en la picota la sociedad de las apariencias.
A Eduard Cortés, sin embargo, esta reiteración de argumentos no parece preocuparle: "No creo que las películas se hagan daño sino que incluso pueden llegar a complementarse", afirma. Y en efecto, aunque comparten una base en común (una persona que miente sobre su trabajo, pasa las horas muertas en un banco del parque y simula el cansancio de una dura jornada laboral cuando regresa a casa), cada realizador ha visto la historia con distintos ojos y la ha desarrollado con armas muy desiguales. "Creo que la mía es más visceral y más emocional -sostiene Cortés-. He trabajado más sobre los sentimientos del personaje que sobre su componente psicológico o social".
Componente humano
A efectos de ficción, Jean Claude Romand ha derivado en La vida de nadie a Emilio Barroso (José Coronado), padre y esposo ejemplar, que vive en un chalet lujoso y tiene un importante cargo, según dice, en el Banco de España. A punto de cumplir 40 años, su esposa ágata (Adriana Ozores) le prepara una celebración sopresa. "He querido destacar el componente humano del personaje. Encuentro muy censurable la actitud de alguien que estafa a todos los que le rodean, pero también hay una parte de él muy vulnerable, que es la más próxima a todos nosotros como sujetos susceptibles a vivir una historia similar". El gran teatro en el que actúa Emilio Barroso cada día, nacido de una absurda mentira de juventud que como una bola de nieve ha crecido hasta hacerse imparable, se tambalea cuando se implica sentimentalmente con la joven Rosana (Marta Etura). "Su mentira funciona mientras no tiene nada que ocultar, simplemente unas horas vacías en el parque. Pero cuando debe ocultar una amante, el castillo empieza a desplomarse". Como las grandes cantidades de dinero que ha pedido durante años a amigos y familiares prometiendo que van destinadas a una rentable operación financiera, así va desapareciendo también el espacio en el mundo que ocupa Emilio Barroso.
Aliados de la mentira
"Hay un momento, o al menos ésa ha sido mi intención, en la que el estado emocional del protagonista va parejo a las emociones del espectador", añade. Y es que Emilio Barrero sólo podría hallar cómplices a su gran patraña en el patio de butacas. El espectador conoce su secreto, no así el resto de los personajes, y en esta complicidad es donde Cortés ha depositado el diagnóstico social de su película: "Nuestro tipo de vida está tan determinado por las apariencias, que lo utilizamos para protegernos y sentirnos seguros. Antes de hacer la película me preguntaba: ¿Cómo la mujer no se ha dado cuenta en 20 años? Es posible que en el fondo ella sea la mayor aliada de la mentira. Es la mentira de todos porque todos la han permitido".
Rodada con sobriedad, racionalizando cada punto de vista, Cortés (que procede audiovisualmente de la publicidad y los TVMovies) asegura que en el cine valora cada vez más la sencillez y la economía: "Le perdono los virtuosismos a Scorsese, pero a pocos más", asegura. En La vida de nadie, encontrará el espectador, por lo tanto, un cine al servicio de lo que cuenta, que huye de los falsos formalismos y los artificios técnicos. "Es una película muy clásica, de las que ya no se hacen. Como un drama que es, he querido que se parezca lo máximo a la vida".