Phillip Noyce
El conflicto de Irak es entre dos lunáticos
13 marzo, 2003 01:00Phillip Noyce. Foto: Carlos Miralles
Más conocido por sus películas Peligro inminente y Juego de patriotas, el cineasta australiano Phillip Noyce vuelve a la elegancia y el aliento humano de sus primeros filmes con El americano impasible. Basada en la obra de Graham Greene, que ya adaptó Mankiewizc en los años cincuenta, el filme se estrena el 14 de marzo en nuestras salas con una renovada significación política de impresionante actualidad.
Inocentes y bondadosos
El americano impasible, Alen Pyle (Brendan Fraser), también parece saber qué es lo mejor para el mundo cuando aterriza en Saigón en 1952, en plena lucha vietnamita por desprenderse del yugo colonial francés. Agente oculto de la CIA, Pyle entabla amistad con el cínico y desencantado corresponsal británico Thomas Powler (Michael Caine), y pronto se enamora de su joven amante, la bella vietnamita Phuong (Hai Yen). Bajo su máscara de ilimitada bondad y modales exquisitos, Alen Pyle oculta una misión sanguinaria: crear una "tercera fuerza" en el país, capaz de enfrentarse a los franceses y a los comunistas, para justificar la intervención de Estados Unidos en el sudeste asiático (aunque para ello tenga que recurrir a métodos terroristas). En el peligroso idealismo de Alen Pyle muchos hallarán el espejo al que se mira Estados Unidos.
-Fowler, el narrador de la novela y del filme, dice: "Que Dios nos salve de los inocentes y bondadosos". ¿Lo mismo podría decirse ahora de Estados Unidos?
-Desde luego. El peor de los villanos es el que está convencido de que lo que hace está bien, porque no hay forma de convencerle de lo contrario. Pero hay que ser realista. El sentido de la responsabilidad que siente Estados Unidos creo que es genuino, igual que el de Pyle en la película, pero es un idealismo extremadamente peligroso. Los Estados Unidos tienen la sensación de que sus intervenciones en el extranjero están justificadas porque descansan en su creencia moral de hacer el bien. Ese es el gran peligro de los Estados Unidos.
-La adaptación que realizó Josep L. Mankiewicz de la novela en 1958 cambiaba por completo el significado del libro. ¿Cree que hacía falta una versión más fiel al original?
-Mankiewicz hizo su película en medio de un clima de total y absoluta paranoia, durante la "caza de brujas", y seguramente estaba asustado. Hay evidencias de que el cambio del guión, convirtiendo a Pyle en el héroe y a Fowler en el villano, fue el precio que tuvo que pagar para poder rodar en Vietnam. El clima político fue determinante. Mankiewicz firmó un pacto con el diablo.
-Algunos cineastas y actores de Hollywood dicen que la atmósfera de ahora es muy parecida a la de entonces. ¿Tiene miedo a pronunciarse sobre la intervención en Irak?
-En absoluto. Yo me uno a los millones de manifestantes contra la guerra. Probablemente Sadam esté loco, probablemente tiene juguetes peligrosos con los que puede jugar, pero desgraciadamente su locura es menor que la de Bush, así que al final esta guerra es un asunto entre dos lunáticos. Es complicado, porque Bush parece convencido de que está haciendo algo justo y positivo para el mundo.
Un retraso justificado
-En Estados Unidos retrasaron el estreno de la película después de los atentados del 11-S, ¿no es así?
- Se hizo un pase exclusivo la noche del 10 de septiembre y funcionó muy bien. Pero después del atentado no querían ver bombas ni tampoco una crítica a la política exterior norteamericana, especialmente una acusación en toda regla de haber provocado atentados terroristas para justificar una guerra. Estados Unidos siempre ha llevado sus temas de política exterior con bastante paranoia, y la paranoia en esos momentos era mucho mayor, así que la película no funcionó en siguientes pases. Fue sólo cuando presionamos a Miramax para que la presentara en el Festival de Toronto, donde gustó mucho, cuando se pudo estrenar en salas comerciales. Por lo tanto se retrasó, pero por razones lógicas.
-La guerra de Vietnam se ha llevado al cine de todas las formas posibles. Sin embargo, El americano impasible ofrece un punto de vista insólito...
-A pesar de todas las películas que se han hecho, todavía hay muchas respuestas sin contestar. Y tienen que ver con las causas de la guerra. Creo que es la gran película sobre Vietnam que todavía no se había hecho. No habla de las experiencias de los amerianos en su guerra contra los vietnamitas, sino que trata de explicar por qué se desencadenó la guerra y por qué los americanos la continuaron durante tanto tiempo y con tanta vehemencia.
Graham Greene, visionario
-En este sentido, El americano impasible fue una novela profética.
-En los años cincuenta mucha gente decía que si los pocos hombres que tenían capacidad para decidir si intervenir en Vietnam se hubieran leído El americano impasible, seguramente las cosas hubieran sido muy distintas. La capacidad de observación de Greene, y el hecho de que las cosas no hayan cambiado mucho desde entonces, permiten que esta obra tenga hoy más relevancia que nunca.
-Michael Caine (candidato al Oscar por su interpretación de Fowler) dice que se basó en la personalidad del propio Graham Greene para preparar su personaje.
-Es cierto que conoció a Greene, y quizá ha robado algunos manierismos suyos para el personaje, pero creo que Caine se ha basado sobre todo en los europeos que conoció en Saigón y que eran como Fowler. Hombres que escapan a un lugar lejano para reinventarse, hombres generalmente tristes y solitarios, aunque tenían a mujeres muy bellas y jóvenes a su lado.
En el cenagal político de El americano impasible brilla un triángulo de pasión y celos que pivota en torno a Phuong, hermosa vietnamita cuya fragilidad y fascinación actúa como bella metáfora de Vietnam, país también exótico, fascinante, frágil y seductor. "El elemento político es importante, claro, pero esta película es sobre todo una historia de amor y nostalgia. El amor de Fowler hacia Phuong es el mismo tipo de amor que siente por Vietnam", afirma Noyce. El ojo fotográfico de Christopher Doyle (operador habitual del taiwanés Wong Kar-wai) persigue en cada fotograma esa fascinación oriental que permite a Fowler encontrar en Vietnam "todo lo que desea", pero también esa enfermiza melancolía que le obliga a "ver un fantasma en cada casa".
-¿Qué claves le dio a Christopher Doyle para esta película?
-Mi idea para la textura fotográfica era la sensación que tuve en mi primera visita a Hanoi. Fue en 1995, y por increíble que parezca, no había luz eléctrica. La luz era de aceite. Chris ha absorbido la luz, el olor, el tacto de Asia, así que su aportación en este sentido ha sido crucial. Además, entiende perfectamente la mentalidad de Fowler, de hecho, es como Fowler. Escapó joven de Australia para reinventarse en Asia, porque allí puede ser él mismo. Y una de las claves de la película es mostrar las contradicciones entre las mentalidades oriental y occidental, con las que Chris ha tenido que convivir tanto tiempo. No podría haber encontrado un director de Fotografía más apropiado que él.
-Tanto en el amor como en la guerra, la película también habla sobre la imposibilidad de mantenerse neutral. ¿No cree?
-Fowler se define al principio de la película como un corresponsal que no toma partido, que sólo se ciñe a informar de lo que ve. También mantiene una relación de no compromiso con Phuong. Pero con la llegada de Pyle, poco a poco ve peligrar su mundo y el de su amante, es entonces cuando toma partido. En la guerra y en el amor, efectivamente, es sumamente difícil mantener una postura completamente imparcial.