Image: Network, un mundo implacable

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Cine

Network, un mundo implacable

por Belén Gopegui

17 abril, 2003 02:00

Peter Finch obtuvo un oscar por su interpretación en Network, un mundo implacable

Al principio de la película una voz en off dice lo que se nos va a contar: la historia de Howard Beale, uno de los mejores locutores de informativos de la cadena de televisión UBS, quien fue despedido por el descenso de su popularidad. Tras conocer su despido, Beale anuncia en televisión que piensa quitarse la vida en su último programa. Es el anuncio del suicidio lo que seuele citarse como detonante de la película. Pero conviene señalar que este anuncio va precedido por otro si no tan espectacular, en cierto modo más compremetido y peligroso para su entorno, el simple anuncio de su despido.

Al decir de Sidney Lumet, el tema de Network, un mundo implacable es la corrupción. Corrupción que empieza, pensamos, en lo que es capaz de hacer un hombre para seguir trabajando y termina envolviendo a toda la cadena: lo que es capaz de hacer una empresa para seguir obteniendo beneficios. Aunque la empresa es, en este caso, una cadena de televisión, la película se atreve a trazar una línea continua que abarca a toda suerte de empresas, línea que hace explícita el dueño de la cadena cuando afirma: "No existen naciones ni pueblos, no existen terceros mundos ni occidente, sólo un sistema de sistemas, un vasto y salvaje dominio de dólares".

Ante el éxito obtenido por Beale con el anuncio de su suicido, la cadena descubre que no necesita despedirle porque puede seguir explotándole, esta vez en su nuevo papel de profeta airado que desvela en televisión las hipocresías del mundo actual. Y de nuevo vale la pena indicar cómo lo que al fin articula los discursos de Beale no son las grandes frases abstractas, mera música de fondo, sino las alusiones concretas a su medio de trabajo y al lugar de donde procede el dinero. Llegado a un punto, Beale parece enloquecer puesto que oye una voz misteriosa. No obstante, esa voz podría ser la de la audiencia, voz a la que Beale se plega igual que más tarde se plega a los deseos del dueño de la cadena. Pero cuando la audiencia baje y con ella los beneficios, no importarán su docilidad ni su locura: la cadena se deshará de él, esta vez definitivamente.

Dos subtramas atraviesan la película. Un grupo terrorista relacionado con el Partido Comunista de Estados Unidos entra en contacto con la cadena para hacer un programa. Ambos, partido y grupo, terminan corrompidos por la necesidad de aumentar la rentabilidad. Hay que decir que el rigor del guión falla en esta parte y cae en la inverosimilitud y lo grotesco. La segunda subtrama es una historia de amor entre un director de informativos despedido y una ejecutiva más joven que encarnaría el nuevo capitalismo, las nuevas reglas, la voracidad sin freno. Al contrario de lo que sucede con el grupo terrorista, esta historia tiene fuerza, sin duda por la actuación de William Holden pero también porque se atreve a mostrarnos al hombre maduro y casado instalado con todas sus cosas en el apartamento de la mujer joven.

Ha sido muy celebrada la escena en que ambos se acuestan y Faye Dunaway alcanza el orgasmo estimulada por las perspectivas de una subida de audiencia y no por la ternura o el deseo. De ella voy a partir para aventurar una hipótesis acerca de la película. ¿Quién es el narrador? No hablo del guionista, Paddy Chayefsky. Hablo del narrador, esa voz en off que reaparece y nos guia a través de la historia: ¿qué interés le mueve? Su perfil, aventurero, corresponde al de un infiltrado del sistema comunista. 1976 es aún tiempo de guerra fría. Y tal vez aquello que tienen en común todas las secuencias sea una crítica al capitalismo hecha con los mismos parámetros con que el capitalismo solía criticar al comunismo. Resulta fácil imaginar una película americana donde una comisaria comunista alcanza el orgasmo no por la ternura o el deseo sino por el número de tendidos eléctricos que ha puesto en pie la revolución. El discurso del dueño de la cadena no deja de ser una versión didáctica de El Capital. La crítica a la deshumanización y a la muerte del individuo esgrimida por Peter Finch y por William Holden es la crítica que siempre ha recibido la Unión Soviética. El burdo modo en que está tratada la trama del Partido Comunista no sería más que la tapadera, la tarjeta de visita para que se alcance a oír el contenido de las palabras más allá del posible interés del mensajero. El interés, tan mal visto, de demostrar, de probar, de producir certeza, y no de mostrar solamente.

Edición Convencional
20TH CENTURY FOX
Network (1976), de Sidney Lumet.
Color.
Formato 16:9
Idiomas en dolby digital mono: inglés, castellano, francés italiano, alemán
Subtítulos: castellano, francés, italiano, holandés, sueco, noruego, danés, inglés y alemán
Precio 18 euros
Extras: Acceso directo a escenas y tráiler original de cine