Takeshi Kitano
Como en la vida, mi visión de la violencia es realista y dolorosa
5 febrero, 2004 01:00Takeshi Kitano
Vuelve Takeshi Kitano. El 6 de febrero se estrena en nuestro país Zatoichi, una historia basada en la tradición marcial japonesa a través de la vida y la obra de un personaje mítico que encarna el propio Kitano. El Cultural ha hablado con el director sobre su nueva película, sobre las características del personaje y sobre la invasión de samuráis -auténticos y apócrifos- en la cartelera.
-¿Por qué ha elegido a Zatoichi para realizar una película basada en una idea ya existente?
-Del Zatoichi original se hicieron unos 25 telefilmes protagonizados por un actor japonés legendario, Shintaro Katsu, y por ello el personaje de Zatoichi está tan asociado con este actor, es casi un sinónimo de él. Una amiga mía y también ayudante financiera, Madame Saito, que además fue un mentor para mí durante mis años como stand up comedy en el periodo Asakusa, me llamó y me dijo que habían pasado cerca de diez años desde la última película que Katsu había hecho y si estaba interesado en hacer una nueva versión de Zatoichi. En un primer momento rechacé la oferta porque no pensé que podría igualar este legado. Pero ella siguió insistiendo y finalmente acepté porque creía que solamente iba a dirigir la película. Así que cuando me dijo que también quería que la protagonizase lo rechacé otra vez, hasta que accedí con la condición de que, a parte de respetar el hecho de que la película se llamase Zatoichi, que sería un masajista ciego con una espada escondida en su bastón de lazarillo y que sería un maestro de la espada, el resto de la película sería de mi entera creación.
Con los ojos cerrados
-¿Cómo fue la experiencia de tener que actuar con los ojos cerrados?
-Ciertamente fue muy difícil tener que actuar con los ojos cerrados, y aunque me había preparado para ello, esta dificultad se presentó en el proceso mucho antes de lo que yo había anticipado. Porque, por ejemplo, en el momento de hacer las pruebas de vestuario, allí estaba yo con la indumentaria del personaje de Zatoichi, y me miré al espejo pero pensé: "Ahora Zatoichi cerraría los ojos", y entonces lo único que vi fue oscuridad y no pude ni ver qué aspecto tenía con mis propios ojos, así que le pedí al asistente de director que me grabase para poder verme. Durante los ensayos de las luchas con espadas es muy difícil juzgar cuál es la distancia entre tu adversario y tú mismo y en muchas ocasiones se convirtieron en escenas muy peligrosas. De hecho en una ocasión herí a uno de los actores en el hombro y en otra la espada pasó a escasos milímetros de mi ojo.
-¿Si Zatoichi es ciego, por qué tiene los ojos siempre cerrados?
-Lo que quise es dar al público la ambigöedad sobre si Zatoichi puede realmente ver o solamente puede hacerlo en un sentido metafórico. Si puede abrir los ojos en un sentido físico, pero sus ojos no son funcionales, quizás es esto mismo lo que quiero decir, o quizás hablo en un sentido figurado como cuando la gente puede abrir sus ojos pero no pueden ver las cosas de la misma manera en que yo las veo. A fin de cuentas no quiero dar una lectura porque para mí el público es libre de interpretarlo como quiera.
-¿Cuál ha sido la reacción de los fans de la primera serie de Zatoichi en Japón?
-Me enteré después del estreno que muchos jóvenes en Japón que fueron a ver mi Zatoichi no habían visto la serie original, solamente los que son algo más mayores. Los jóvenes conocían la existencia de esta serie original, sabían quién era el actor que lo protagonizaba, pero no tenían una idea precisa del original. Ha sido el mayor éxito de mi carrera como director. Quizás el mayor fan de Zatoichi es Madame Saito y a ella le ha gustado mucho mi película, y eso me hace creer que esta generación la ha aceptado.
-Me resulta curioso que le parezca que el hacer una película de época haya sido una experiencia más liberadora que sus filmes contemporáneos, ¿por qué?
-Cuando haces una película histórica sobre Japón a partir del momento en que aparece un actor estás mintiendo porque en la vida real la gente usaba el pelo real, y en cambio en estas películas los actores usan pelucas de manera que el tamaño de las cabezas es mucho más grande que en la realidad. O sea que a fin de cuentas estás fabulando, las películas históricas son sinónimo de fabricar los hechos, por eso no estaba preocupado en reproducir la autenticidad del periodo. En los dramas modernos esta presión es mayor porque el público tiene más información sobre la autenticidad que tiene que rodear a los personajes, pero con los filmes históricos nadie ha vivido en esas épocas, por eso creo que me he sentido más libre.
-De hecho hasta se salta las reglas de las películas de samuráis al poner un final más propio de un musical de Hollywood...
-Esa escena significa la celebración de la gente del pueblo que ha sobrevivido a los tiempos difíciles impuestos por esos tipos malos. Y es que aunque Zatoichi ha matado a esos tipos malos, a fin de cuentas él también es un asesino y al final de la película es difícil decir si se trata de un tipo bueno o malo. A lo mejor es malo, de hecho es casi como una máquina de matar y por ello no se merece unirse a las celebraciones.
Razones de la violencia
-A pesar de haber introducido todos estos elementos innovadores en Zatoichi, la violencia sigue siendo la gran protagonista de su película.
-Me sorprende un poco la cantidad de gente que me ha preguntado sobre la violencia en las entrevistas. ¿Cuál es la definición de violencia? ¿Una película donde un tipo mata a otro? Una de las razones que motivan a los periodistas y críticos sobre la presencia de la violencia en mis películas es quizás porque se trata de una representación muy realista y dolorosa, y esto lo hago deliberadamente porque es así, porque la violencia en la vida real es así. Pero con Zatoichi, al haber tenido que sustituir a las armas de fuego por espadas, ocurre algo diferente. Por un lado he sido muy fiel en la manera en que he reproducido los movimientos, manierismos y acciones de los actores en las escenas de lucha para asegurarme que fuesen lo más fiel posible a la realidad. Y por el contrario, quería hacer que la sangre fuese algo más espectacular, darle algo así como un aspecto de videojuego, casi irreal, y mostrar el acto de matar menos doloroso a como lo muestro habitualmente.
El boom de los samuráis
-Qué le parece la moda que ha surgido en Hollywood de películas de samuráis y espadachines con Kill Bill, El último samurái, etc?
-No estoy seguro si el estilo de luchar con espadas que muestra Tarantino en Kill Bill es estilo japonés o no. Aún no he visto la película pero me parece que es más al estilo de Hong Kong, con un plano de acción más amplio con movimientos acrobáticos, eso no es realmente el estilo de lucha japonés. Pero lo triste es que hasta las películas históricas japonesas a veces muestran este tipo de lucha al estilo de Hong Kong. Ya no existen filmes históricos japoneses tradicionales auténticos. Y es precisamente en esta cuestión con la que he sido muy meticuloso en Zatoichi, sobre los movimientos, el arte del combate de samuráis. Con toda esta mezcla de estilos es difícil para el público occidental distinguir. Para ellos a fin de cuentas se trata de dos culturas orientales.
-¿Qué le parece la situación actual de la industria cinematográfica japonesa?
-Está en una situación muy mala. Un ejemplo muy ilustrativo es que los premios otorgados por la academia japonesa de cine están apañados entre los dos grandes estudios del país. Lo mismo ocurre con las nominaciones a la mejor película extranjera para los Oscars, no se sabe quién lo escoge, cómo, por qué, este proceso de selección es un misterio. Hasta con Hanna-Bi, con la que recibí el mejor premio en el Festival de Cine de Venecia, la academia japonesa sólo me dio dos o tres nominaciones y ya está. Esto simboliza en qué mala situación está el cine en mi país.