Image: El antes y el después de Angelopoulos

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Cine

El antes y el después de Angelopoulos

Grecia hoy. Olimpiadas ilustradas

29 julio, 2004 02:00

Arriba, Theo Angelopoulos. Debajo, cartel de Petrina Chronia (1985), de Pantelis Voulgaris, y Michael Cacoyannis junto a Katherine Hepburn en el rodaje de Las Troyanas

Theo Angelopoulos marca, con su mirada de autor, la pauta actual del cine griego. Antes, el esplendor del Zorba de Cacoyannis, Irene Papas y Costa-Gavras. Después, desconocidos como Sotiris Goritsas y Katerina Evangelakou, entre otros.

Excepto muy contadas excepciones, el cine griego vive para sí mismo, interrogándose y autocuestionándose, vive para reflexionar dentro de los márgenes de su propia historia y su ámbito geográfico. Es un cine poco viajero, no muy prolífico y de presupuestos exiguos que trata desde el Centro de Cine Griego de recuperar el nombre allende sus fronteras. En España, donde no ha vuelto desde el estreno de La eternidad y un día, de Theo Angelopoulos, en junio de 1998, la cinematografía helena es poco más que una completa desconocida.

Los clásicos. Enterrando tópicos, y aunque en España no podamos comprobarlo, el cine griego es actualmente mucho más que Irene Papas, Costa-Gavras y Angelopoulos. A sus ochenta años, la mítica Papas sigue en plena actividad (lo último, su intervención en Una película hablada, de Manoel de Oliveira), pero sólo de forma excepcional en su país de origen. Más internacional es Costa-Gavras, originario de Grecia, pero que debe su obra a las cinematografías francesa y norteamericana. En realidad, es el veterano Theo Angelopoulos (Atenas, 1935) el último de una estirpe, el cineasta griego por excelencia. Deudor de la internacionalidad amasada por los compatriotas que le precedieron -Michael Cacoyannis (Zorba el griego, dos Oscars en 1964), Alexis Damianos (Al barco)-, el cineasta ateniense persigue el "cinema di poesia" desde su debut en 1970 con Anaparastassi. Su condición de poeta y escritor de relatos va inevitablemente unida a su actividad como cineasta, que adquirió relevancia mundial con El viaje de los comediantes (1975), larguísima épica y segunda entrega de su trilogía de la historia de Grecia de 1930 a 1970, que completan los filmes Meres Tou 36 (1972) e I Kinighi (1977). Productor de sus propios filmes, éstos son siempre viajes intelectuales a los rincones del alma humana y de la intrahistoria helénica, como en La mirada de Ulises (1996, su filme más popular, protagonizado por Harvey Keitel) o La eternidad y un día (Palma de Oro en Cannes en 1998). Premiado en dos ocasiones en el Festival de Venecia -por Megaleksandros (1980) y Paisaje en la niebla (1988)-, actualmente tiene pendiente de estreno The Weaping Meadow que se estrenará en España en noviembre.

La mirada de Voulgaris
Coetáneo al autor de La mirada de Ulises y de gran reconocimiento en su país, es Pantelis Voulgaris (Atenas, 1940). Su obra, más convencionalmente narrativa que la de Angelopoulos, busca el equilibrio entre la expresión personal artística y la necesidad básica de contar historias en obras como To Proxenio tis Annas (1972), Petrina Chronia (1985) y el musical Acropol (1995). No son pocos los intelectuales y artistas griegos que huyeron de su país tras el golpe militar de 1967, y cuyos exilios políticos continúan hasta nuestros días. Es el caso del director Roviros Manthoulis (Atenas, 1929), quien se refugió en Francia y recientemente ha triunfado con La historia de Lilly. Asegura Manthoulis que actualmente en Grecia "hay tres o cuatro directores talentosos, pero sus películas no están a la altura de su talento". Se referirá probablemente a los jóvenes cineastas Pericles Hoursoglou (Lefteris), Sotiris Goritsas (Brasileiros), Antonis Kokkinos (Dream a Little Dream), Katerina Evangelakou (Iagouaros) o Nikos Cornilios (The World Again), nuevas voces que con miradas y estilos contemporáneos tratan de hacer carrera en el olimpo del cine.


Por la ruta del 66
Las estadísticas dicen que hace 40 años Grecia era la capital de cine, el país donde se producían el mayor número de películas per cápita del mundo -177 largometrajes en 1966-. La dictadura militar de Papadòpoulos (1964-1974) truncó de forma dramática su desarrollo cinematográfico. Durante esos oscuros años, a la par que las renovadas cinematografías del resto de Europa (Nouvelle Vague, Free Cinema, Nuevo Cine alemán...), surgió el denominado Nuevo Cine griego, representado por Kostas Ferris (Oso de Oro en 1984 por Rembetiko), Tonia Marketaki y Nikos Panayotopoulos.