Image: 49 Seminci

Image: 49 Seminci

Cine

49 Seminci

Ken Loach, Kusturica y Wong Kar Wai, entre otros, compiten en Valladolid

21 octubre, 2004 02:00

Escena de La vida es un milagro, de Emir Kusturica

Valladolid vuelve a ser una cita obligada con el buen cine, venga de donde venga. Competirán por la Espiga cineastas de relieve como Wong Kar-wai con su esperada 2046, Kim Ki-duk (Binjip), el español José Luis García Sánchez (María querida), el norteamericano Jonathan Demme (El mensajero del miedo), el desbordante Emir Kusturica (La vida es un milagro), los británicos Ken Loach (Un beso cariñoso) y John Boorman (Un país en áfrica) o Juan José Campanella (Luna de Avellaneda), director argentino que inaugura el 22 de octubre el certamen y con el que ha hablado El Cultural.

Reciente todavía el estreno de Mi padre es ingeniero en el pasado festival de San Sebastián, su director, el cineasta francés Robert Guédiguian, será a partir de mañana el presidente del jurado encargado de decidir el palmarés de la 49 edición de la popular Seminci vallisoletana. Le acompañarán la escritora gallega Susana Fortes, el director alemán Rudolf Thome, la productora argentina Lita Stantic, el productor mexicano Juan Antonio de la Riva, el realizador hindú Shyam Benegal y el productor español José María Otero, Director General de ICAA entre 1996 y 2004. Siete personalidades que lo tendrán difícil, porque la sección oficial de la muestra está llena de grandes nombres y de películas que generan una justificada expectación.

Falta sólo un año para que la Semana Internacional de Cine de Valladolid cumpla medio siglo de vida. Entre bambalinas se prepara ya la edición del cincuentenario, el certamen parece prepararse para ese futuro acontecimiento y se reviste con sus mejores galas. Ahí es nada que cineastas como Wong Kar-wai, Jim Jarmusch, John Boorman, Ken Loach, Theo Angelopoulos, Emir Kusturica, Jonathan Demme, Juan José Campanella, Robert Lepage, Hirokazu Kore-Eda y el español José Luis García Sánchez se vayan a dar cita, con sus más recientes trabajos, en el escaparate principal de un festival que exhibe, a priori, una de las ofertas más fuertes de toda su historia.

La selección trae un amplio y pluralista paisaje de lo más vivo que ha dado este año el cine contemporáneo, empezando por la nueva realización del argentino Juan José Campanella (ganador de la Espiga de Plata en el 2001 con El hijo de la novia), encargado de inaugurar mañana, 22 de octubre, el certamen con la proyección de Luna de Avellaneda: una nueva y sensible radiografía de la crisis económica y moral de su país, construida según la misma fórmula que el filme anterior. Ocho días después, el actual gran éxito comercial del cine francés, Los chicos del coro, de Christophe Barratier, ocupará la pantalla en la sesión de clausura.

Un escaparate de lujo
Entre medias, el menú aparece liderado por la delicatessen más sibarita, estilosa y posmoderna de la temporada: la sinfonía mayor en fa de futurista y en re de romántica que permite a Wong Kar-wai completar, con la esperadísima 2046, un itinerario iniciado en 1990 con Days of Being Wild y prolongado triunfalmente diez años después con In the Mood for Love. El incomparable cineasta de Hong-Kong regresa, de esta forma, al festival que hace dos años le tributaba ya una completa retrospectiva de toda su obra.

Tres nombres mayores del cine contemporáneo estarán también dentro de la sección oficial, pero fuera de concurso: el israelí Amos Gitai, que presenta Tierra prometida y a quien la Seminci le dedica un ciclo personal con la totalidad de su filmografía, así como una exposición concebida por él mismo (compuesta por 39 imágenes de gran formato, en las que trata de forma pictórica fotogramas de sus films) y los norteamericanos Jim Jarmusch y Jonathan Demme, directores respectivos de Coffee and Cigarettes y El mensajero del miedo. La primera, interpretada por Cate Blanchet y Roberto Benigni; la segunda (un remake de la obra homónima, filmada en 1962 por John Frankenheimer), con Denzel Washington y Meryl Streep al frente del reparto.

El siempre abigarrado y desbordante Emir Kusturica vuelve al territorio poético de Underground para filmar, con La vida es un milagro, otra fábula torrencial y metafórica sobre el presente y sobre la historia reciente de su país. No será el único interesado por la historia y por sus consecuencias sobre el presente, materias que ocupan también al griego Theo Angelopoulos, realizador que inicia, con Eleni (filme que cuenta con una pequeña contribución española en su producción), una trilogía dedicada al devenir de su nación, y al británico John Boorman, que se acerca con Un país en áfrica -acompañado por Juliette Binoche y Samuel L. Jackson- a las heridas todavía sangrantes en la actual Sudáfrica.

Otro creador habitual de la Seminci, como es Ken Loach, ofrece, con Un beso cariñoso, una singular historia de amor que no escapa de los ásperos paisajes sociales descritos en la mayoría de sus películas. Y el japonés Kore-Eda desembarca con uno de los trabajos más destacados del año: Nadie lo sabe (¡atención a esta obra!), crónica realista y poética a la vez de la infancia abandonada y resistente, radiografía feroz y conmovedora que no tiene nada que envidiar a los grandes títulos históricos del cine sobre la infancia.

La representación hispana
En un año que parece definitivamente el del cine argentino en los festivales españoles, la película de Campanella llega acompañada por la realización de Leonardo Di Cesare, responsable de Buena vida-Delivery (otro vistazo a la crisis del país), mientras que el resto de la participación hispana estará en manos del peruano Josué Méndez, que traza con Días de Santiago un duro retrato de la miseria urbana en las calles de Lima, y del celebrado hallazgo del cine mexicano (Temporada de patos, de Fernando Eimbcke).

La película francesa de Manuel Poirier (Chemins de traverse), interpretada por Sergi López, está basada, a su vez, en una novela española (Carreteras secundarias, de Ignacio Martínez de Pisón), pero la única película española en competición la firma José Luis García Sánchez (María querida) y llega con la forma de un retrato personal de María Zambrano, a quien incorpora Pilar Bardem dentro de una obra que mezcla elementos de ficción y materiales documentales y que promete una de las experiencias más originales y novedosas en la producción española de este año. Al territorio documental, espacio propio de la sección Tiempo de Historia, pertenece también el nuevo trabajo del imprescindible Joaquim Jordá (20 años no es nada), con el que reencuentra a los viejos protagonistas de su muy combativa Numax presenta... (1979) para ofrecer aquí un heterodoxo y libre retrato de la evolución social y laboral de este país en los últimos veinte años. A su vez, la suerte del patrimonio artístico español durante la guerra civil (Las cajas españolas, de Alberto Porlan), las vivencias y la memoria de los habitantes de un pequeño pueblo de Soria (El cielo gira, de Mercedes álvarez), el testimonio de los españoles que sobrevivieron al campo nazi de Matthaussen (Más allá de la alambrada, de Pau Vergara) y el tráfico de un preciado mineral durante la segunda guerra mundial (El tren de Wolframio, de Ramón de Fontecha) completan la rica cosecha del documental español dentro de esta misma sección.

Una retrospectiva dedicada a los últimos años de la producción suiza (con valiosas obras de Daniel Schmid, Silvio Soldini y Jean-Luc Godard, de quien se rescata Forever Mozart, todavía inédita entre nosotros), un ciclo que se ocupa de la llamada "Sexta Generación" del cine chino (que permitirá conocer las aportaciones más significativas de los cineastas que están dando el relevo a la promoción de Zhang Yimou y Chen kaige), un apartado dedicado a la VGIK (Escuela de Cine de Moscú) y la proyección de las práctica de fin de carrera de los alumnos de ECAM enriquecen una programación que se completa, finalmente, con la retrospectiva dedicada tradicionalmente a un cineasta español. El elegido este año es Imanol Uribe, director de títulos como El proceso de Burgos, La muerte de Mikel o Días contados. Su filmografía completa será objeto de un merecida revisión a la que contribuye una de las iniciativas más originales puestas en práctica por un festival español: la publicación de un libro sobre el director vasco que esta vez no ha escrito un crítico, ni un historiador ni un periodista, sino Javier Aguirresarobe, recientemente galardonado con el Premio Nacional de Cinematografía, operador de primera línea mundial, poseedor de un intransferible universo propio de luces y sombras y director de fotografía de la mayoría de sus filmes.