Image: La fiera de mi niña

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Cine

La fiera de mi niña

La Gran Comedia en DVD

28 julio, 2005 02:00

La fiera de mi niña

El Cultural entrega el 4 de agosto, por sólo 8,95 euros, el DVD La fiera de mi niña (1938), de Howard Hawks. Buque insignia de la screwball comedy, esta película representa la celebración absoluta del disparate y el absurdo. Con Katharine Hepburn y Cary Grant formando pareja por primera vez, el filme ha evolucionado como objeto de culto entre los amantes del cine.

Será difícil encontrar un argumento más absurdo para una película que se toma la comedia tan en serio. Porque aquí Howard Hawks ideó cada escena (o las pocas que no son el resultado de una desenfrenada improvisación) con el único y exclusivo fin de provocar infartos de humor. La screwball comedy es lo que tiene, y La fiera de mi niña es a día de hoy y desde hace muchos años la más emblemática, la más simbólica y esencial de todas ellas, pionera de una estirpe cinematográfica irracional y desenfadada, tan encantadoramente libre que el surrealismo, mucho más dogmático de lo que aparenta, se queda corto a su lado. Un aburrido antropólogo y una enloquecida aristócrata buscando un leopardo perdido en Connecticut. ¿Podemos imaginar algo más intrascendente y descabellado? La historia con la que nos atrapa no va mucho más allá de eso, lo que en realidad nos hace pensar que no es la historia lo que atrapa, sino ese misterio sin nombre que se traduce en tantas ideas desquiciadas, en diálogos veloces y cortantes como latigazos, en la energía de sus actores o en la simple y llana locura que acontece, surgiendo como si tal cosa, delante de la cámara. Desde entonces, casi setenta años, han llovido tantos gags y tantas situaciones fuera de norma, en registros surreales y también estúpidos, bobos y ofensivos a la inteligencia, que muchos espectadores pueden perder la referencia de lo que están viendo en La fiera de mi niña, que no es ni más ni menos que la expresión máxima de un género mayor en el cine, como lo es Scarface para las películas de gángsters (también de Hawks) o Raíces profundas para el western o Sólo el cielo lo sabe para el melodrama. Películas plantilla, de esas cuyas estructuras se repiten una y otra vez cuando un guionista no quiere arriesgarse.

Ocurre sin embargo que todo en esta comedia es irrepetible. Bien lo sabe Peter Bogdanovich, quien intentó revivir su mágico desenfreno en ¿Qué me pasa, doctor? (1972), en unos tiempos que transcurrían bajo similares cultos a la frivolidad que los que parieron las comedias enloquecidas de los años treinta. Pero ni la confianza de Barbra Streisand en sí misma es comparable a la de Katharine Hepburn (en uno de sus primeros papeles), ni por supuesto la comicidad de Ryan O’Neal tiene mucho que hacer frente a la de Cary Grant. Al fin y al cabo, hay que conceder el crédito de la locura a los actores, valedores de la comedia en primera y última instancia, pues si para el drama puede recurrirse a ciertos trucos cinematográficos, para la comedia (en especial ésta, tan teatral, tan consciente de lo que los anglosajones llaman timming y aquí ritmo) no hay más truco que la intensidad de los intérpretes, el halo cómico que desprendan, la relación que establezcan entre ellos, la seguridad y el asombro que transmitan. Dicen las biografías que la inexperta Katharine Hepburn llegó al plató intentando ser graciosa y que a Hawks le costó lo suyo hacerle ver que para hacer reír hay que ponerse muy serio, comportarse de un modo muy natural. Cuando la Hepburn le cogió el tranquillo, se convirtió en la aristócrata de la comedia alocada. Era todo carácter y naturalidad. Todo talento.

Lecturas ocultas
En todo caso, la locura que le concedemos a esta película no es vacua, como quizá no lo son casi nunca las palabras y las acciones de un loco. Encontramos muy divertidas las bromas superficiales, pero el divertimento es mucho mayor cuando comprendemos la lectura oculta (aunque obvia). Sin esforzarnos demasiado, advertiremos un sentido simbólico detrás del esqueleto de brontosaurio y del hueso perdido y del salvaje leopardo suelto por la ciudad. Digamos que la primera línea de David Huxley / Cary Grant -"Estoy seguro de que esto va en la cola"- ya deja las cosas bastante claras sobre las lecturas subyacentes de la historia. Su apocada novia responde: "Tonterías, ayer lo probaste en la cola y no encajaba". El doctor de vida estricta y aburrida perderá el hueso que no encaja en la cola y obviamente tendrá que venir alguien, y no será su novia, a recuperarlo. La enérgica Susan Vance / Katharine Hepburn -cuya salvaje sexualidad se traduce en el leopardo- ayudará a David a encontrar ese hueso enterrado. En verdad, las contorsiones que provocan el desmoronamiento del esqueleto de brontosaruio (la vida apocada) no dejan casi lugar a la imaginación. No deja de sorprender el descaro con el que esta película invirtió los roles establecidos, cómo otorgó a la mujer la determinación sexual hasta entonces exclusiva del hombre.


Curiosidades
-Se trata de la primera película que empleó la palabra ‘gay’ en su significado moderno, es decir, para referirse a la orientación homosexual.
-Para crear el personaje del doctor David Huxley, Howard Kawks encontró una fuerte inspiración en el actor cómico Harold Lloyd.
-La película funcionó tan mal en taquilla que Howard Hawks fue despedido de la RKO, con quien había firmado un contrato de seis películas, así como a la actriz Katharine Hepburn.