Cine

Sam Mendes

“Nuestra percepción de la guerra está basada en el cine”

5 enero, 2006 01:00

Sam Mendes. Foto: AP

A Sam Mendes se le conoce fundamentalmente por American Beauty, un legendario"sambenito" del que se muestra muy orgulloso. El 5 de enero vuelve a nuestra cartelera con Jarhead, su particular visión de la guerra (en este caso la primera parte de la de Iraq) en la que ha volcado nuevos conceptos técnicos y se ha dejado llevar por la influencia de maestros del género como Coppola, Kubrick o Spielberg.

Hace cinco años besó el cielo de forma inesperada gracias a una descarada crítica social de su país de adopción que llamó American Beauty. Irónicamente, en la tierra del bisonte y la hamburguesa nadie se dio por aludido. Para colmo, lo elevaron a la meca del cine, un tal Oscar. Espoleado por el éxito, este británico de 40 años, se atrevió entonces con otro icono de la cultura americana, el gángster, cuya psicología capturó de forma sublime en Road to Perdition gracias a la colaboración de Paul Newman y Tom Hanks. Ahora, siguiendo con su particular análisis de la sociedad americana, Mendes se adentra en el resbaladizo mundo del ejército, una institución venerada y que viste de patriotismo a los que la defienden. Lo hace en Jarhead, basada en el libro homónimo de Anthony Swofford. Una autobiografía sobre sus experiencias como marine en la primera guerra del golfo, el conflicto bélico precursor de la invasión del Iraq actual. Mendes retrata la esencia de varios soldados atrapados entre la muerte, el aislamiento y la jerarquía.

-¿Después de hacer esta película le ha cambiado la imagen que tenía de ese conflicto bélico?
-Completamente. Lo que conocía supongo que era lo mismo que cualquier otro ciudadano europeo, es decir una combinación de los comunicados de prensa del General Schwarzkopf con su batuta dando a entender que todo era muy fácil. La situación estaba sumida en una atmósfera casi de celebración. Era como un anuncio que mostraba lo "limpia" que una guerra puede parecer. Perfecto. Bombas infalibles. Después de la guerra apareció en las portadas de los periódicos británicos la famosa "autopista de la muerte" con cuerpos incinerados en sus coches y las imágenes de los pozos de petróleo en llamas. Así que mi imagen de la guerra fue una amalgama de estas tres cosas distintas y no conectadas entre sí. Cuando empezamos a hacer un poco de investigación, nos dimos cuenta que era casi imposible encontrar documentos gráficos de esa autopista de la muerte en páginas web americanas. Encontramos a un sólo fotógrafo que sacó instantáneas de los cuerpos carbonizados y de eso hace quince años. Me asustó el hecho de que la información sobre esa guerra estuviera desapareciendo. Una de las cosas que la película cuenta es que la percepción de lo que es la guerra, primordialmente se basa en las películas. En mi caso, por ejemplo, lo que conozco de la guerra del Vietnam es gracias a Apocalypse Now, Platoon, El cazador o La chaquete metálica. Quizás haya algún documental y he leído algunos libros, pero nada como lo que he visto en las películas. Por eso en Jarhead, los Marines se sientan a ver una película bélica para sentirse conectados a la guerra.

La futilidad de la guerra
-¿Ha intentado mostrar las consecuencias de la guerra?
-Eso sería algo un poco pretencioso. No me metí a hacer el proyecto con esa intención. Lógicamente, es imposible escapar a ello. Mi intención era mostrar la futilidad de la guerra. Creo que todas las películas bélicas lo hacen. Además, existe cierta presión porque uno tiene ciertas inclinaciones políticas. Algo que tienes que aprender a suspender para darle a la audiencia el beneficio del análisis y que saque sus propias conclusiones. Las mejores películas son aquellas que no enuncian su significado.

-¿Diría entonces que la guerra es innecesaria?
-Me gustaría poder decir que sí. A veces las guerras son necesarias. Aunque intento no generalizar.

-Hablando de películas de guerra, ¿qué influencia han tenido los clásicos que ha mencionado antes?
-Tuve que verlas porque se les hace referencia en Jarhead constantemente. Además las conozco muy bien porqué crecí con ellas. Ojalá que en un futuro mi película pueda estar en la misma categoría. Mi preocupación pasaba por entender por qué esas películas son tan relevantes ahora como lo fueron en su día. Por ejemplo, si lees las críticas de Apocalypse Now cuando se estrenó, son malas. La razón de esa criba responde a las necesidades de esa época que buscaba significado en todo. ¿Por qué estoy viendo esta película?, ¿qué significa esta guerra?, ¿dime qué tengo que pensar sobre ella? Coppola, Kubrick y todos esos directores dijeron "no lo sé".

-¿Teme que le pase lo mismo a su película? ¿Hasta qué punto ha buscado ese efecto?
-Es una película existencialista, es todo lo que puedo decir. Una película en la que se muestra a unos soldados que están preparados para ir a la guerra y de repente les quitas la guerra. Seguro que habrá gente que no le gustará. Saldrán con la sensación de que después de dos horas no ha pasado nada. Pero eso no me preocupa. Quiero que mis películas sean odiadas o celebradas. Cualquier cosa menos indiferencia. Quiero crear diálogo. Cualquier programa de noticias en los Estados Unidos casi siempre muestra una dualidad tangible. O estás a favor o en contra. Pero el mundo no es así. Es un lugar muy complicado. Y quizás el Próximo Oriente todavía más. No puedes estar a favor o en contra de todo. En mi caso, por ejemplo estaba a favor de invadir Afganistán después de los ataques del 11 de septiembre, pero en contra de invadir Iraq. Hay algunos que no pueden admitir esta posición.

Un nuevo estilo
-¿Espera algún tipo de reacción por parte del ejército? ¿Cómo cree que ha caído la película en los marines?
- Algunos marines ya se han acercado a darme su opinión y hay para todos los gustos. Era lo que esperaba.

-Esta película es visualmente mucho más diferente a lo que ha hecho hasta ahora. ¿Cómo ha encontrado ese nuevo estilo?
-Había estado sin trabajar durante dos años y sentí la necesidad de experimentar otras formas de hacer cine. También pensé que hubiera sido muy fácil para mí imaginarme una serie de imágenes estáticas sobre la guerra y adaptarla a mi estilo. Pero partiendo de la base que nunca he ido a la guerra y no sabía nada sobre ella, pensé que sería mejor intentar acercarse a ella lo máximo posible y responder de una forma orgánica. La comedia y el surrealismo de las situaciones se verían reflejadas en unas imágenes que iban a producirse por sí solas. Imágenes extraordinarias que evitarían que tuviera que esforzarme para conseguir los efectos que buscaba. Todo esto coincidió con la desaparición de Conrad Hall (su director de fotografía), que me afectó sobre todo como amigos que éramos. Afortunadamente pudimos contar con Roger Deakins, también amigo de Conrad. Una circunstancia que facilitó el poder adentrarme en tratar los aspectos visuales de la película de una forma completamente nueva.

-¿Cambió su forma de trabajar?
-Sí. Tiendo a quedarme al lado de la cámara, pero como en este caso Roger estaba moviéndose al lado de los actores tuve que conformarme con mirar la acción desde un monitor. Algo que no me gusta. Prefiero estar siempre con la cámara, aunque es peligroso. La obsesión de muchos directores contemporáneos con el primer plano tiene su fundamento en la utilización del vídeo para seguir la acción. Es un aparato pequeño que puede confundir. Te hace pensar que no estás lo suficientemente cerca del actor. Una de las cosas que Spielberg me dijo que hiciera cuando estaba trabajando en American Beauty, fue la de cortar las siluetas de los asientos de la primera fila de un cine para simular dónde se sentaría el público y de esta forma tener el tema de las proporciones en perspectiva. Y funciona. Lo mismo hago cuando estoy montando. Hay que pensar que las imágenes irán proyectadas en una pantalla de 12 metros de longitud.

-Como director, recrea la realidad para su propia satisfacción. ¿Se considera entonces un voyeur?
-Un poco sí, claro. Un voyeur muy bien pagado. Aunque no estoy seguro de si es para mi satisfacción (risas). Lo que ves en la pantalla no es lo que veo yo. Tengo que construir un mosaico a partir de pequeñas porciones de "realidad".

Un mundo desconocido
-Cuando rueda una película, ¿le afecta la temática con la que trabaja en su vida personal?
-En este caso, me fue muy fácil desconectarme. Era un mundo totalmente desconocido para mí. También cuenta si tienes niños que siempre claman tu atención, como es mi caso. Fue una bendición. Pero al final siempre necesito un periodo de recuperación. Normalmente entre tres y cuatro meses mientras decido qué es lo que haré después. A veces lo combino con una obra de teatro. Ojalá pudiera hacer lo que hace Spielberg o Soderbergh, que hacen una detrás de otra.

-¿Cómo ve el Oscar ahora que han pasado varios años?
-Es algo que no te abandona. Cuando gané el Oscar, William Goldman, el guionista que escribió Adventures in the screen trade y a quien he llegado a conocer bien, me dijo: "Acabas de escribir la primera frase de tu obituario". Quería decir que a partir de entonces, no importaría lo que hiciera, porque siempre tendría American Beauty colgada del cuello, como un peso a llevar. La verdad es que no me importa.