Cine

Thumbsucker

Director: Mike Mills

1 junio, 2006 02:00

Lou Taylor Pucci en Thumbsucker

Intérpretes: Lou Taylor Pucci, Tilda Swinton, Vincent D'Onofrio, Keanu Reeves. Guión. Mike Mills

¿Por qué le gusta tanto la adolescencia al cine independiente americano? Tal vez porque abundan las óperas primas de cineastas que acaban de dejar la universidad y piensan en un público potencial que disfrute escuchando el pop de Belle and Sebastian o el folk irónico de Devendra Banhardt. Desde las desastrosas "performances" del grupo de garage de Bienvenido a la casa de muñecas al repertorio de canciones dedicadas de Las vírgenes suicidas, pasando por los temas de Folk Implosion en Kids y la evocativa banda sonora de las películas de Wes Anderson, el cine "indie" ha encontrado en la música la máxima expresión del angst de la edad del pavo. No es extraño que Thumbsucker, que cuenta la historia de Justin (estupendo Lou Taylor Pucci, mejor actor en Berlín, Sundance y Gijón), un teenager acomplejado que sustituye su adicción al pulgar por su adicción al Ritalin y a los debates escolares, incluya en su banda sonora temas de Elliot Smith que traducen la melancolía de los mejores momentos de una película que, desgraciadamente, es demasiado autoindulgente.

Es una costumbre muy habitual en el cine "indie", la de ser víctima de sus propios lugares comunes. Esto es, la de recrearse en las excentricidades de sus personajes -desde el dentista "new age" interpretado por Keanu Reeves hasta el propio protagonista, embebido de su sueño de autosuperación- y columpiarse en las expectativas del espectador, prometiéndole lo imprevisible para darle lo previsible. Después de todo, Thumbsucker es un cuento de iniciación que incluye todos los elementos clásicos: el padre que no comprende (Vincent d’Onofrio), la madre que comprende (Tilda Swinton), el profesor-padre adoptivo (Vince Vaughn) que comprende demasiado... Figuras en un paisaje que nos resultaría familiar aunque nunca hubiéramos visitado ningún suburbio americano. Eso sí, Thumbsucker no es tan arbitraria como Academia Rushmore o Los Tennembaums, aunque comparte un mismo registro -ese tono salingeriano, tan difícil de adaptar al cine- y adolece de un mismo problema -se toma muy en serio a sí misma-. Por fortuna, las ínfulas autorales del debutante Mike Mills, conocido en su faceta de realizador de video-clips y responsable de un discreto documental sobre el dúo francés Air, son mucho más modestas que las de Wes Anderson.

Las peripecias de Justin se cargan de significado a través de la relación con una serie de criaturas pintorescas que configuran su frágil y fantasioso universo. Lo que conlleva una estructura narrativa en exceso episódica, que dificulta el apego que sentimos por sus aventuras. De ahí que el retrato de Justin sea ligero y disperso, acaso demasiado para una historia que requería algo de la sensibilidad de Sofia Coppola y algo más de la crueldad de Todd Solondz. Sólo cuando se chupa el dedo, cuando la melancolía suicida de Elliot Smith se cuela en la banda sonora, cuando la película parece más sincera que complaciente, Thumbsucker deja entrever, más allá de sus consabidos tics "indies", lo grande que podría haber sido.