Image: Joe Wright

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Cine

Joe Wright

“'Expiación' es una película contemporánea que trabaja con el pasado”

10 enero, 2008 01:00

A los 35 años, Joe Wright marcó un hito al inaugurar el pasado septiembre el Festival de Venecia con Expiación, más allá de la pasión, su laureada y fiel adaptación de la novela de Ian McEwan. El director habló en Londres con El Cultural sobre un filme que indaga en la brecha que separa la realidad de la ficción. Y el escritor Juan Bonilla reflexiona sobre los riesgos que entraña toda adaptación cinematográfica, en especial la de los títulos que amamos.

Hay algo engañoso en las películas de Joe Wright (Londres, 1972). Detrás de su apabullante puesta en escena y una aparente pulcritud formal que surge, en parte, de su fidelidad adaptando los originales literarios, se esconde un mundo de sentimientos turbulentos. El director nos sitúa ante una armonía quebradiza y rutinaria, al mismo tiempo tranquilizadora y terrorífica. Esas dos capas de realidad, la ideal y la vivida, la soñada y la posible, se superponen en Expiación, más allá de la pasión. Nominada a 7 Globos de Oro, entre los que se cuenta mejor filme, director, guión, actor protagonista y secundario, además de actriz estelar, esta adaptación de una novela de Ian McEwan es el primer gran acontecimiento cinematográfico de 2008.

Wright, quien obtuvo un gran éxito de taquilla y crítica con su debut, Orgullo y prejuicio (2005), donde adaptaba a Jane Austen con la misma Keira Knightley como protagonista, aparece en un hotel de Londres con puntualidad británica. De aspecto juvenil, se muestra cordial, relajado y estudiando atentamente cada una de las preguntas. Combina un semblante serio con unas explicaciones que desbordan pasión, ya sea para hablar de detalles técnicos como para mostrarse como un explorador de las emociones. Tampoco oculta su inseguridad y, con la grabadora apagada, se muestra inquieto por la suerte de la película en España.

Dos mundos enfrentados
En contra de las apariencias, el cineasta considera que Expiación y Orgullo y prejuicio son películas muy distintas entre sí.
- De hecho, si opté por realizar Expiación fue un poco como respuesta al éxito que tuvo Orgullo y prejuicio. Al acabar mi primera película le estuve dando muchas vueltas a lo forzado que resultan en buena parte los finales que vemos en el cine. Me cuestioné la ética del happy end. ¿Por qué esto es así? ¿Cuál es su propósito? ¿Cuál es el propósito del cuentacuentos cuando fuerza su relato para que termine de la mejor forma posible? Entonces llegó a mis manos Expiación y fue la respuesta a todas las preguntas: tenía una historia con un falso final feliz que se interroga a sí misma sobre la moralidad de la tergiversación de los hechos que han dado pie a la narración de dicho final. ése es el verdadero tema de Expiación, la historia de una escritora que se ve forzada a corregir sus errores mediante su obra escrita.

Esa escritora está interpretada por dos actrices, la adolescente Saoirse Ronan y la veterana Vanessa Redgrave. La segunda ejerce como narradora, el filme es un largo flash back, de unos hechos sucedidos a mediados de los años 30. Entonces, la futura famosa novelista acusó falsamente a Robbie Turner (James McAvoy) de violación, condenando su vida al desastre y separándolo de forma ¿definitiva? del amor de su vida, la hermana de la propia narradora, Cecilia (Kightley). El clasismo de la sociedad británica (las hermanas pertenecen a la alta sociedad mientras Turner es el hijo de unos empleados de su mansión) se suma a la maldad o la torpeza de una chica de trece años que, sin saberlo, es capaz de hacer un daño terrible que le pesará toda la vida. Wright lo explica de esta manera:
"Las estructuras sociales dogmáticas son algo de lo que me he mantenido apartado durante toda mi vida, siempre he luchado por combatirlas. Son contrarias a la vida, a la lógica del amor. Y el amor es lo que convierte la vida en algo maravilloso. Estoy fascinado por el amor".

- Amor y crueldad se mezclan en una película con una estructura narrativa muy peculiar. ¿Cómo abordó la complejidad de la trama?
- Desde luego, la estructura de Expiación es mucho más sofisticada que la de Orgullo y prejuicio. En ésta había una sola línea narrativa, aunque hubiera muchos personajes. Si algo me fascinó desde el principio de Expiación fue la absoluta modernidad de la estructura de Ian McEwan. Me sentí abrumado. La obra de Austen es mucho más clásica. Expiación es una película contemporánea que trabaja con el pasado, nada que ver con lo arcaico de las películas de época. Una novela tan rica a nivel narrativo es un regalo para cualquier director, si no mire películas como Vidas cruzadas (1993, Robert Altman), Magnolia (1999, Paul Thomas Anderson) o 21 gramos (2003, Alejandro González Iñárritu). Lamentablemente, son excepciones porque la mayoría de producciones prefieren no arriesgar.

Convertir las palabras en imágenes
- En este sentido, usted se ha mantenido fiel al original literario.
- Mi idea primigenia fue realizar la película siguiendo al pie de la letra la novela, intentar que ésta fuera lo más fiel posible al texto. Claro que ésta es potencialmente muy rica en personajes y enfoques narrativos, lo que nos obligaba a esforzarnos más de lo normal, intentando encontrar siempre la respuesta cinemática más adecuada para la palabra escrita. Una mezcla por igual de desafío y de ejercicio de estilo.

- ¿Qué es más importante para usted el guión o el aspecto visual de la película?
- La puesta en escena manda. Yo compongo en imágenes, no en palabras. El guión es una hoja de ruta que te guía a través de lo visual. En la preproducción, antes de empezar a rodar, preparé una sesión de diapositivas donde mostraba imágenes que consideraba pertinentes y que nos ayudaban a contextualizar el trabajo. Las imágenes estaban acompañadas de música, era como una miniversión de la película. Un proyecto audiovisual que sirviera para entender lo que yo quería.

- ¿El "story board" ha perecido frente al mundo digital?
- (Risas) Bueno, no soy muy dado a trabajar con "story-boards" pero alguna secuencia, por el bien de todos, sí que me he visto obligado a dibujarla. No tanto para ayudar con la puesta en escena, como para tener visualizado el conjunto de cara al montaje final.

- Eso se hace patente en la segunda parte, cuando el uso de la palabra prácticamente desaparece en detrimento de un fluir de imágenes de singular fuerza plástica.
- Me encantan ese tipo de secuencias. La primera parte se basa en el montaje, está muy trabajada a nivel de guión. Hay un seguido de cortes que han de ser ensamblados para que el equilibrio entre ritmo y coherencia no se rompa. La segunda parte, destinada a retratar la Segunda Guerra Mundial, es el resultado de una apuesta por las imágenes. Es una manera de trabajar que yo encuentro, desde el punto de vista del lenguaje, mucho más poética. Aunque a mi me gustan las dos formas de proceder, o mejor dicho, me encanta cuando las junto y veo que son capaces de funcionar en armonía. Se trata de saber usar todos los colores de la paleta.

Aprobación del autor
Para consuelo de Wright, McEwan se sintió satisfecho con su adaptación. El director reconoce que en ese encuentro con el escritor se sintió "aterrorizado". Fue en un pase privado y el cineasta se sentó justo detrás de él: "Estuve toda la película mirándole el cogote intentando adivinar por sus movimientos qué pensaba. Al final todo fue bien, al señor McEwan le satisfizo el resultado, así que todos pudimos irnos a casa a dormir tranquilos…".

Más allá de lo obvio (las dos películas de Wright son adaptaciones literarias, ambas están situadas en el pasado y protagonizadas por la bellísima Knightley), entre Expiación y Orgullo y prejuicio hay extrañas coincidencias. Por ejemplo, no deja de tener su gracia que el escritor Ian McEwan abriera su novela con una cita de Jane Austen, concretamente de su relato póstumo La abadía de Northanger (1817). Y desde puntos de vista muy distintos, no dejan de ser una exploración de las pasiones humanas, abocadas a la desdicha por motivos espúreos que tienen que ver con la envidia, la estupidez o la maldad, si las tres cosas no son lo mismo.

- ¿Es Expiación un melodrama de corte clásico?
- La referencia directa sería David Lean, concretamente, Breve encuentro (1945). También melodramas bélicos de los años 30 y 40, preferentemente británicos. Los solía ver de pequeño los sábados por la tarde en televisión: siempre preferí una película clásica a un partido de fútbol. Pero hay más referencias, como Bertolucci y su El conformista (1970), y también no cinematográficas como el trabajo de los pintores surrealistas o de los fotógrafos de guerra.

- ¿A qué se debe el uso del material documental? ¿Por qué poner imágenes reales en la ficción?
- Quería recordar a todo el mundo que hay una realidad profunda detrás del artificio y que es algo lo suficientemente importante como para que no lo olvidemos nunca.

- ¿Es entonces Expiación una película política?
- No lo creo. La parte importante del plano-secuencia, que vendría a ser la parte importante de todo el segundo gran bloque de la película, es el retrato que se ejerce de una derrota. Con toda esa gente herida o muerta, el sacrificio de los caballos, las ruinas de la humanidad… creo que reducirlo a un mensaje antibelicista sería injusto. De hecho no creo que sea comparable la Segunda Guerra Mundial con los conflictos bélicos de hoy en día, pues mientras una representaba la guerra contra el fascismo, las actuales no son más que una toma de posesión del petróleo. Pero yo no soy político, soy director de cine.

- Una última pregunta: ¿No mataron a los caballos, verdad?
- (Risas) No, hombre, no.