Fotograma de Katyn, de Andrzej Wajda

Juan Sardá
El despliegue mediático de Ágora es tan brutal que cuesta creer que haya más estrenos. La película de Alejandro Amenábar ambientada en el siglo IV después Cristo llega en un momento en el que el cine español vive un nanosegundo de gloria con el éxito de la secuela de REC, que fue número uno de taquilla la semana pasada. Una gesta que bien podría conseguir el autor de Los otros y su estrella, Rachel Weissz, con este alegato contra la intolerancia y el fanatismo protagonizado por una científica que no se doblega ante nada ni nadie.

Sin embargo, el efecto Ágora no ha arrugado a los distribuidores de algunas películas ciertamente interesantes. Como Katyn, lo nuevo del veteranísimo Andrzej Wajda, un estudio sobre las consecuencias de la ocupación nazi y luego rusa en Polonia. Y Cédric Klapisch, director de la simpática El albergue español, regresa con París, una tragicomedia sobre un hombre que sólo le encuentra sentido a la vida cuando sabe que va a morir. La protagonizan una pareja de lujo, Juliette Binoche y Romain Duris. Finalmente, Francesc Betriu presenta Mònica del Raval, el retrato de la vida de una prostituta en el simbólico barrio de Barcelona.

Y Hollywood tampoco se arredra ante la apisonadora de Amenábar. G-Force pretende inaugurar una nueva franquicia infantil con sus cobayas espías y unos efectos especiales fastuosos destinados a dejar con la boca abierta. Y Imagine, con Eddie Murphy, es una comedia blanquísima sobre los desvelos de un padre para complacer a sus hijos. Ha sido un fracaso estrepitoso en la taquilla estadounidense.