Image: Valladolid sale en busca de autor

Image: Valladolid sale en busca de autor

Cine

Valladolid sale en busca de autor

La Seminci vuelve a sus raíces con lo mejor del cine europeo

23 octubre, 2009 02:00

Fotograma de Castillos de cartón

Los trabajos de Angelopoulos, Gédiguian o Paskaljevic competirán desde hoy por la Espiga de Oro en un certamen con nutrida presencia española y con homenajes a Carlos Saura, Ettore Scola y a los 50 años de la Nouvelle Vague.

La veterana Semana Internacional de Cine de Valladolid ha salido de su propia crisis para entrar en otra. Por un lado, parece haberse recuperado de un proceso traumático que ha puesto en peligro su prestigio, pero del que también puede salir fortalecida; por otro lado, la estructura y programación de su 54 edición (que se desarrollará desde hoy hasta 31 de octubre) se contagia inevitablemente de los efectos de la global debacle financiera.

En abril de 2008, Juan Carlos Frugone dimitía como director de una Seminci que no parecía levantar cabeza desde que Fernando Lara, su añorado y más longevo director (estuvo al frente del certamen veinte años), abandonara el puesto para tomar las riendas del ICAA. Si en su corto paso por el festival vallisoletano, Frugone se había revelado como un mal discípulo de Lara, su sucesor Javier Angulo parece más que dispuesto a recuperar esa identidad perdida del certamen. La nueva dirección de la Seminci ha mostrado un carácter y un proceder que, con un recorte de medio millón de euros en el presupuesto, entra en franca sintonía con las ambiciones cinematográficas y el período histórico que le ha tocado en suerte. No es casual por lo tanto que las dificultades económicas salpiquen las preocupaciones temáticas de los filmes a concurso, así como las migraciones humanas en busca de una vida mejor.

Bien nos puede servir de modelo la magnífica Le Pere de mes enfants, de Mia Hansen-LØve, inspirada en la vida y muerte del prestigioso productor europeo Humbert Balsam, quien se suicidó acosado por problemas financieros. La segunda parte del filme de la actriz y directora gala se centra en el esfuerzo de la viuda del productor por perpetuar el legado de su difunto marido quien, como el propio Balsam, se había ganado un merecido prestigio en la cinematografía europea por dejarse el alma (y la cuenta corriente) en proyectos en los que nadie creía. Es en este tipo de productores, hombres en la sombra del cine europeo más audaz y prestigioso (Balsam había producido a cineastas como Bela Tarr, Claire Denis o Lars Von Trier), en los que parece que la Seminci ha confiado este año para su competición oficial.

Ingenio para la crisis. Así lo señala en su texto de presentación el propio Javier Angulo: "Dicen que la crisis aguza el ingenio de los creadores de historias de cine y -añado- también de los productores, que tienen que sortear, como nunca, las dificultades para encontrar ayudas y créditos con los que ‘levantar’ las nuevas películas". En esa pecera rebosante de ingenio es donde, asegura Angulo, sus ojeadores y programadores han encontrado la sustancia del festival. De este modo, el sólido protagonismo europeo de la sección oficial (11 de 21 largometrajes, dos fuera de concurso) se traza sobre el prestigio de figuras como el serbio Goran Paskaljevic, el griego Theo Angelopoulos, el británico Ken Loach o los franceses Robert Guédiguian y la propia Mia Hansen-LØve, al tiempo que no desdeña las apuestas de cineastas incipientes, como los belgas Dorothe van der Belgue (My Queen Karo) y Pieter van Hees (Dirty Mind), la danesa Annete K. Olesen (Lille Soldat) o la francesa Mona Acache (Erizo). Tanto Paskaljevic como Angelopoulos y Guédiguian -con Lunas de miel, El polvo del tiempo y El ejército del crimen, respectivamente- colocan en el centro de sus filmes a protagonistas emigrantes, bien sea en busca de la tierra prometida o, con la II Guerra Mundial como pretexto y contexto, forzados por las condiciones bélicas y las luchas ideológicas. En un movimiento atípico en su carrera, Ken Loach se decide por escapar de la preocupante situación mundial y nos entrega en Buscando a Eric una comedia complaciente protagonizada por el futbolista Eric Cantona. El filme de Loach encaja sin duda con los preceptos populistas que siempre concede la Seminci a su programación, y con los que también parecen comulgar la canadiense Cooking with Stella (Dilip Mehta) y la norteamericana Amreeka (Cherien Dabis), la semiautobiográfica experiencia de unos inmigrantes palestinos en Estados Unidos.

Voces españolas. Siempre pendiente del cine español más reciente, Valladolid ha adquirido este año su compromiso con algunas de sus voces jóvenes más estimulantes: Adán Aliaga regresa cuatro años después de la magnífica La casa de mi abuela con una fábula contemporánea de resonancias místicas, Estigmas; Salvador García Ruiz plantea en Castillos de cartón un romance a tres bandas que toma su fuerza de una poderosa primera secuencia de sexo, mientras que Marc Recha, en Petit indi, construye su viraje hacia la ficción menos acomplejada a partir de los combates diarios por la supervivencia. En su fábula de corte naturalista sobre el tránsito de la juventud al mundo adulto, se cuela el zorro que acabó con la gallina de oro, como si fuera el verdugo del imprudente capitalismo.

A pesar del protagonismo europeo en la selección, la nueva Seminci no ha descuidado tampoco este año la participación norteamericana, que se define por una suerte de equilibrio entre las producciones de carácter independiente y los cineastas importantes. Steven Soderbergh, Paul Schrader y Sam Mendes vendrían a ser los cineastas-estrella.

El primero presenta The Gilfriend Experience, su última golosina off Hollywood, en la que late con urgencia el cronista que lleva dentro. Situado durante la campaña electoral Obama-McCain, el filme sigue las vicisitudes de una prostituta de lujo que debe dar algo más que simple sexo a sus ricos clientes (todos con la palabra crisis en la boca) para mantenerse en la cresta del mercado.

El atormentado Schrader desciende de nuevo a los infiernos de la psique humana con Adam resucitado, esta vez mediante los recuerdos más traumáticos de una estrella del vodevil vienés de los años veinte. Por último, Sam Mendes clausurará el certamen con Un lugar donde quedarse, la búsqueda de una joven pareja de un hogar donde criar a su hijo, en el que de nuevo todos los clichés del cine ‘indie’, aquellos que ayudó a cincelar la sobrevalorada American Beauty, convergen hacia una ficción demasiado dependiente de sus concesiones. Frutos de la era Obama, sus protagonistas, como el propio festival, persiguen una vida mejor sólo para darse cuenta de que lo que realmente importa no es el lugar que se habita, sino de qué manera y con quién. Puede ser cierto que, como dicen algunos, salgamos fortalecidos de la crisis. Al menos la Seminci sí lo ha hecho.

En la cresta de la nueva ola

Sendos ciclos y sendas exposiciones acapararán buena parte de la atención de la Seminci. El 50 aniversario de la "Nouvelle Vague", por una parte, y una retrospectiva de Carlos Saura, por la otra, protagonizan dos de los platos fuertes. A sumar el homenaje a Ettore Scola, que recibirá en la inauguración de hoy la Espiga de Honor y será objeto de un Ciclo con diez de sus películas, con títulos fundamentales como Una jornada particular (1977) o La familia (1987). La programación del aniversario de la ‘Nueva Ola’ francesa ofrece una sugerente combinación entre títulos clásicos como Los 400 golpes (1959), de Truffaut, o Al final de la escapada (1959), de Godard, con otros menos transitados como L'Eau a la Bouche (Jacques Doniol-Valcroze, 1959). La semana vallisoletana ofrece una excelente oportunidad para revisar la obra del director Carlos Saura, de quien se proyectarán más de treinta películas y sus primeros cortometrajes.