Precious, una tragedia rosa
Lee Daniels estrena su particular drama social
5 febrero, 2010 01:00Gabourey Sidibe protagoniza Precious
Por muchos motivos, Lee Daniels no es Ken Loach. Precious, su nueva película, ha conseguido arrasar allí donde se ha presentado y amenaza con hacerlo en los Óscar. ¿Tiene truco su fórmula?
Si afinamos un poco más la mirada y afilamos bien los párpados, descubriremos que la mayoría de los premios han ido a recaer a la actriz de reparto Mo' Nique, una popular actriz de comedia televisiva que se mueve como pez en el agua dentro de la stand up comedy. Los galardones de los festivales se hallan incluidos en lo que se suele determinar como "el premio del público" o "la favorita de la audiencia" (sirvan de ejemplos los festivales de San Sebastián, Toronto o Chicago), por lo que se puede dar a entender que, al menos, hay una actriz solvente. De hecho, hay dos, también la debutante Gabourey Sidibe, narradora omnipresente y protagonista absoluta del filme, que se encuentra a la altura interpretativa de su compañera.
La película, que parece conectar con el público con relativa sencillez, se dio a conocer justo hace ahora un año cuando en el Festival Internacional de Cine Independiente de Sundance se alzó con tres galardones, incluido el más relevante, el Gran Premio del Jurado a la Mejor Película. El éxito llamó la atención lo suficiente como para que Cannes la incluyera de forma no competitiva en su certamen y, a partir de ahí, la lista de festivales visitados es interminable.
¿De dónde viene entonces el éxito desmesurado de Precious? Parémonos en su argumento. Una joven afroamericana que supera los cien kilos de peso vive un día sí y otro también los maltratos de su alcohólica madre, que la acusa de mala hija y de acostarse con su padre. La realidad es que la joven Precious ha sido repetidamente violada por él, con el que ha tenido un hijo retrasado mental. Para colmo, la ha vuelto a dejar embarazada. Y, bueno, suceden más cosas horrorosas pero mejor dejarlas para la imaginación del espectador.
Maestros del exceso
Si en vez de Lee Daniels -también firmante de aquel malgasto de celuloide llamado Shadowboxer (2005)- dicho argumento lo hubieran tratado los hermanos Dardenne, Larry Clark o Ulrich Seidl, por citar a tres maestros del exceso, hubiéramos tenido tres aproximaciones dramáticas sobre la condición humana. Daniels, por el contrario, prefiere la fabulación y la fuga condescendiente, de tal forma que cuando la protagonista sufre huye del dolor mediante un festival kitsch de alfombras rojas y estrellas de Hollywood. Se transforma la miseria en oro, el dolor en risa.
Precious se asemeja así a otras películas que enmascaran el sufrimiento mediante la corrupción obscena de la herramienta estética que arrancaría en el travelling de Kapò (1959) y cuyos últimos ejemplos bien podrían ser La vida es bella (1997), La vida secreta de las palabras (2005) o Slumdog Millionaire (2008). Ejemplos todos de cine buenrollista que complace al espectador al suavizar la mirada que deposita sobre la tragedia. Crea a su vez fábulas imaginarias en un mundo de anuncio televisivo donde se prodigan todo tipo de tópicos progresistas (ejemplo: la profesora de Precious es joven, negra, lesbiana y, seguramente, votante del partido demócrata, ergo, es la única que ayuda a la joven).
En definitiva, se puede considerar que Precious es un alegato social que pretende ser didáctica entreteniendo, trágica pero cómica, desesperada pero digerible. Una película, en fin, tan convencida de su propósito moral que no duda en trampear los medios por los que se debe llegar a él. Quién sabe, igual hasta arrasa en los Óscar.