Image: Daniel Burman

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Cine

Daniel Burman

“Mis películas son amables, como tienen que ser”

18 junio, 2010 02:00

El director argentino Daniel Burman.

Tras El abrazo partido y Nido vacío, Daniel Burman regresa al terreno de la familia con Dos hermanos, en la que narra las peripecias de dos sesentones neurasténicos. Ya ha arrasado en Argentina.

La familia, con sus consabidas alegrías y miserias, se ha convertido en el eje de la filmografía de Daniel Burman. El director porteño atesora ya, a sus 37 años, una prolija filmografía que comenzó con el éxito de Todas las azafatas van al cielo (2002) y alcanzó su punto álgido con El abrazo partido (2004), Premio del Jurado en Berlín, que tuvo una gran repercusión internacional. Si la familia es el asunto predilecto, la tragicomedia es el tono que mejor maneja Burman, una tragicomedia burlesca y amable en la que los conflictos suelen terminar con una sonrisa: "El otro día fui a ver la última película de Scorsese, Shutter Island, y me acabé yendo del cine a la quinta vez que me pusieron la imagen del niño ahogándose. Yo no pago una entrada para ver a un niño ahogándose. Sí, mis películas son amables, es como creo que tienen que ser".

Un año después de Nido vacío (su título más oscuro), Burman recibe a El Cultural radiante. Medio millón de espectadores en Argentina han engrosado sus arcas ya que también participa como productor: "Es mi película más comercial porque es la que ha visto más gente. Pero no creo en esas etiquetas. Las películas son comerciales cuando tienen mucho público e independientes cuando tienen poco. No hay mayor distinción que ésa". Sin duda, Dos hermanos tiene muchos de los elementos que han ayudado a convertir el cine argentino en uno de los más populares de nuestro país: personajes "entrañables", diálogos chispeantes, historias cotidianas con un punto irónico y otro tierno. "Seguro que existe una forma de hacer cine a la argentina pero no soy muy consciente de este fenómeno", afirma Burman. En este caso, los espectadores se encontrarán con la pareja formada por Marcos y Susana, dos hermanos sesentones interpretados por sendas leyendas de la escena argentina: Graciela Borges y Antonio Gasalla, que son el espíritu y la letra del filme: "En cuanto leí la novela de Diego Dubcovsky supe que quería hacer la película y que quería a esos actores".

Otra forma de rodar
- Cae mucho mejor el personaje masculino que su atolondrada hermana.
- Son personajes extremos, a medida que sucede la acción nos vamos dando cuenta de que son más normales de lo que parecen. Todos conocemos a personas como ellos y hemos estado en relaciones parecidas, basadas en el chantaje emocional. Creo que son muy parecidos. Tienen discursos distintos, pero la ética es la misma.

- Viven toda una odisea emocional...
- Lo que me gustó de la novela fue la evolución de los hermanos. Estamos demasiado acostumbrados a la narrativa americana, en la que todo el mundo va de "mendigo a príncipe". En este caso, los personajes se transforman de una manera sutil, y lo que para el espectador es un pequeño cambio para ellos significa una catarsis. Así es en la vida.

- Aunque sea una adaptación literaria, la película es cien por cien Burman.
- Hay un tema que se repite mucho en mi cine, la orfandad. La gente cambia mucho cuando se mueren sus padres, no siempre para mal porque también pueden coartar nuestra libertad. Pero esa sensación de quedarnos solos es brutal. He visto a gente de 70 años cambiar profundamente tras perder a sus padres.

- Hay una historia de amor velada entre ambos hermanos.
- Yo lo veo como una historia de amor aunque me da rabia decirlo porque se puede interpretar como algo incestuoso. Ellos se necesitan porque todos somos como exploradores con la mochila por llenar. Uno lleva la cantimplora y el otro el mapa.

- Hay muchas mujeres en Argentina como Susana, tan emperifolladas y tan frívolas.
- ¡Una en cada edificio!