Rodrigo Cortés: "Buried no se ve, se experimenta"
Marta Caballero
Hasta hace dos años Rodrigo Cortés era una joven promesa del cine español. Tras el experimento llamado Concursante (2007), desapareció del mapa y no volvió a dar señales hasta el pasado Festival de Sundance, cuando incluso a la prensa de su país le pilló desprevenida su éxito en la cita de cine independiente. La crítica americana empezó a loar su nuevo trabajo, Buried, una producción española que congregó a cientos de espectadores en el festival, con largas colas tras las que muchos se quedaron sin ver la película. Y, después de aquello, vinieron grandes pugnas de las distribuidoras americanas para adquirir los derechos. Finalmente, Lionsgate se llevó la caja al agua.
Desde que el guión de Chris Sparling cayó en sus manos lo vio claro: "Según iba leyendo descolgaba el teléfono para llamar a los de Versus. Esto es sensacional, hay que bloquearlo, hagámoslo". Su gran olfato cinematográfico le permitió ver desde el principio la riqueza del proyecto: "Siempre vi la película como algo muy grande. Nos enfrentábamos a un reto inédito en la historia del cine". Él mismo se encargó de aportar algún que otro toque de humor negro a un guión que bebe de la misma fuente y sin ningún de tipo de complejo del maestro del suspense, Alfred Hitchcock: "El desafío en este caso era hacer Náufragos con el ritmo de Con la muerte en los talones", apunta Cortés.
90 minutos enterrado vivo
La percha del morbo fue el primer atrayente para el público: la película se presentaba como una experiencia física en la que el espectador pasaría dos horas sufriendo con el protagonista, Paul Conroy (interpretado con tino y verdad por Ryan Raynolds), un transportista enterrado vivo en algún lugar ignoto de Irak. El desgraciado protagonista sólo dispone de 90 minutos para lograr su rescate antes de que se le agote el oxígeno. Y Cortés, pese a lo difícil de la empresa -no hay ni un solo plano fuera del ataúd- salió airoso del desafío, con críticas de las principales revistas especializadas de Estados Unidos.
Después de aquello, Buried, que se estrena el próximo 1 de octubre en España, se ha convertido en un récord de distribución global para una película de producción española, pues se estrenará en más de 4.000 salas de distintos países, y es la producción nacional con más expectativas internacionales después de Los otros y Planet 51. Tim Palen, que ha estado detrás de los éxitos de las sagas de terror Saw, se encarga de promocionarla.
En la entrevista que ha concedido a ELCULTURAL.es el salmantino habla de cómo y por qué aceptó el desafío de dirigir el complejo guión de Chris Sparling, del reto que supuso rodar noventa minutos en una caja, de su sorpresa ante el repentino éxito de su trabajo y de su nuevo proyecto, una película en torno a cómo el cerebro humano no es un instrumento fiable para percibir la realidad: "Aplicaré el mismo modelo: hacer una película cien por cien española para el mercado internacional", avanza.
Hasta hace dos años Rodrigo Cortés era una joven promesa del cine español. Tras el experimento llamado Concursante (2007), desapareció del mapa y no volvió a dar señales hasta el pasado Festival de Sundance, cuando incluso a la prensa de su país le pilló desprevenida su éxito en la cita de cine independiente. La crítica americana empezó a loar su nuevo trabajo, Buried, una producción española que congregó a cientos de espectadores en el festival, con largas colas tras las que muchos se quedaron sin ver la película. Y, después de aquello, vinieron grandes pugnas de las distribuidoras americanas para adquirir los derechos. Finalmente, Lionsgate se llevó la caja al agua.
Desde que el guión de Chris Sparling cayó en sus manos lo vio claro: "Según iba leyendo descolgaba el teléfono para llamar a los de Versus. Esto es sensacional, hay que bloquearlo, hagámoslo". Su gran olfato cinematográfico le permitió ver desde el principio la riqueza del proyecto: "Siempre vi la película como algo muy grande. Nos enfrentábamos a un reto inédito en la historia del cine". Él mismo se encargó de aportar algún que otro toque de humor negro a un guión que bebe de la misma fuente y sin ningún de tipo de complejo del maestro del suspense, Alfred Hitchcock: "El desafío en este caso era hacer Náufragos con el ritmo de Con la muerte en los talones", apunta Cortés.
90 minutos enterrado vivo
La percha del morbo fue el primer atrayente para el público: la película se presentaba como una experiencia física en la que el espectador pasaría dos horas sufriendo con el protagonista, Paul Conroy (interpretado con tino y verdad por Ryan Raynolds), un transportista enterrado vivo en algún lugar ignoto de Irak. El desgraciado protagonista sólo dispone de 90 minutos para lograr su rescate antes de que se le agote el oxígeno. Y Cortés, pese a lo difícil de la empresa -no hay ni un solo plano fuera del ataúd- salió airoso del desafío, con críticas de las principales revistas especializadas de Estados Unidos.
Después de aquello, Buried, que se estrena el próximo 1 de octubre en España, se ha convertido en un récord de distribución global para una película de producción española, pues se estrenará en más de 4.000 salas de distintos países, y es la producción nacional con más expectativas internacionales después de Los otros y Planet 51. Tim Palen, que ha estado detrás de los éxitos de las sagas de terror Saw, se encarga de promocionarla.
En la entrevista que ha concedido a ELCULTURAL.es el salmantino habla de cómo y por qué aceptó el desafío de dirigir el complejo guión de Chris Sparling, del reto que supuso rodar noventa minutos en una caja, de su sorpresa ante el repentino éxito de su trabajo y de su nuevo proyecto, una película en torno a cómo el cerebro humano no es un instrumento fiable para percibir la realidad: "Aplicaré el mismo modelo: hacer una película cien por cien española para el mercado internacional", avanza.