Image: The Doors se abren

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Cine

The Doors se abren

DiCillo rinde tributo a la banda en un documental

10 diciembre, 2010 01:00

Jim Morrison en el documental When You're Strange, de Tom DiCillo.

En When You're Strange, que se estrena hoy, Tom DiCillo muestra imágenes inéditas para analizar la persona y el mito de Jim Morrison.

La fama en todas sus dimensiones ha sido siempre la obsesión del cineasta Tom DiCillo (Carolina del Norte, 1953). En su penúltima película, Delirious (2006), ganadora de la Concha de Plata en San Sebastián, la celebridad era abordada desde el punto de vista de un paparazzi tan tierno como sórdido interpretado por Steve Buscemi. Con When You're Strange, su notable documental sobre The Doors, la mítica banda de psicodelia californiana de los 60, el cineasta se centra en el objeto de deseo mismo, un Jim Morrison retratado como quintaesencia de la estrella de rock en su forma más pura: excesivo y con talento, Morrison cumplió a la perfección la máxima de "vive rápido, muere joven y deja un bonito cadáver" al fallecer en París, por sobredosis, a los 27 años. When You're Strange es un documental de una extraña sobriedad que evita con acierto las poco cinematográficas entrevistas retrospectivas, convirtiéndose tanto en un tributo al talento y la persona de Morrison como a su condición de mito, una dualidad que DiCillo ya trató, con éxito, en su aclamado debut Johnny Suede (1991). Así, el rostro en perpetua metamorfosis del músico y poeta, que pasa de una sensible timidez a triunfar como un animal escénico para finalmente convertirse en un desecho humano, surge en el lienzo transparente a través del cual se presentan los desvaríos y logros no sólo de una era, también de los extremos de la psique humana.

Apunte freudiano
Ahí está, incluso, el apunte freudiano al sugerir que la inestabilidad emocional del cantante se debía a la figura de un padre militar y autoritario que le pronosticó el fracaso como artista. Ora una especie de Jesucristo new age ora un patético borrachuzo, DiCillo penetra en la fina línea que separa lo sublime de lo ridículo para realizar su particular elegía del artista puro, ése que no necesariamente tiene que saber expresarse fuera de su arte (Morrison habla de forma inconexa), ni tiene por qué ser el mejor técnicamente.

No en vano, se retrata al mito como un cantante limitado pero dotado de la gracia divina del carisma, ese don inexplicable que distingue a los elegidos. El documental, narrado por Johnny Depp, desde luego no decepcionará a los numerosos fans de la banda así como del rock en general, y aparte de contar en su metraje con alguna rareza prácticamente desconocida hasta ahora, es generoso en apasionante material de archivo. Pero también es la prueba de que DiCillo, propulsado al estrellato indie en los 90 junto a otros cachorros como Soderbergh, Tarantino o Paul Thomas Anderson, no ha alcanzado los niveles de brillantez de sus compañeros. Eficaz y riguroso en su filmografía (jalonada por joyitas como Vivir rodando) se echa en falta lo que a Morrison, precisamente, le sobraba: magia, o eso que los flamencos llaman duende.