Pilar López de Ayala. Foto: EFE

Con una gala sobria y emotiva dio arranque el sábado la 56 Semana Internacional de Cine de Valladolid, más conocida como Seminci. No son buenos tiempos para los festivales de cine en esta era de recortes y la presencia del gran Nanni Moretti dio lustre a una ceremonia en la que Manuel Gutiérrez Aragón le dio una Espiga de Honor a Enrique González Macho, un hombre que lo ha sido y es literalmente todo en el cine español: su distribuidora Alta Films es la grande de las pequeñas, sus cines Renoir son un templo del cine de autor, como productor es el responsable de títulos como Te doy mis ojos o La noche de los girasoles y actualmente ostenta el cargo de director de la Academia de Cine. Javier Angulo, director del certamen, habló ayer de "un menú con varios sabores" y se felicitó por el trabajo realizado. Por la alfombra roja desfilaron Montxo Armendáriz, LLuís Homar, Fernando León o Bigas Luna, que ha sido nombrado "padrino" de esta edición.

Tras el premio y los parabienes de rigor, se presentó Habemus Papam, la última película de Nanni Moretti. Moretti es un cineasta con una mirada muy personal, en la que suele ser mucho más importante el contenido que la forma, el suyo es un cine que habla de asuntos graves y la imagen suele estar al servicio del tema. Es un director de imágenes toscas que transmiten un genuino ardor camp y comprometido. Se ha hablado mucho de que Moretti, izquierdista de toda la vida, presenta en esta película una imagen sino idílica sí benevolente de la Iglesia Católica, a la que se supone que no tiene ningún aprecio. Vemos, pues, a un nuevo Moretti que sin embargo es mucho más fiel a sí mismo de lo que podría parecer. Por una parte, la pompa del Vaticano le sirve para crear imágenes espectaculares y jugar a director de cine con estilo y poderío visual. Por la otra, su nuevo rumbo podría hacernos pensar que el italiano se ha rendido.

Pero ni una cosa ni la otra. El montaje tosco y de apariencia descuidada de Moretti siempre ha tenido una voluntad estética muy clara que oscila entre el naturalismo y una cierta fábula, las películas de Moretti observan a los personajes a los ojos y están rodadas desde la realidad, pero no huyen de sus resonancias simbólicas y metafóricas. Por otra parte, no queda muy claro si detrás de la mirada aparentemente amable que Moretti proyecta sobre ese grupo de obispos y religiosos aturdidos no es en realidad un caramelo envenenado. El gran Michel Piccoli interpreta a Melville, un clérigo al que, contra pronóstico, eligen como Papa. El hombre duda, se escapa, sueña con ser actor y rechaza la magnitud de la responsabilidad que le ha caído encima. La Iglesia, dice, necesita muchos cambios y no se ve con fuerzas para acometerlos. El sorprendente final puede interpretarse, perfectamente, como la afirmación rotunda de Moretti de que no existe hombre en este mundo capaz de cambiar una institución que más que un nuevo Papa, necesita un milagro.

El domingo ha sido el turno, en Sección Oficial, de Medianeras, una película del argentino Gustavo Taretto producida por Luis Miñarro y con Pilar López de Ayala (con un sensacional acento porteño) como protagonista. La película cuenta la soledad de dos personajes, Ayala, una arquitecta que no ejerce y trabaja como escaparatista, y un diseñador de páginas web (Javier Drolas) con todas las fobias habidas y por haber que apenas se mueve de casa y se pasa la vida navegando por Internet. Medianeras es una película sencilla, entretenida y muy simpática. No llega a ser la gran metáfora de la soledad contemporánea que quizá aspiraba a ser pero sí ofrece una buena descripción de personajes y provoca la sonrisa cómplice del espectador. Es fácil rastrear la influencia de Woody Allen en esta comedia que ha arrancado aplausos y que es, además, la película más "comercial" de su sofisticado productor hasta la fecha.

En los próximos días, podrá verse lo nuevo de Andrea Arnold, los Dardenne, Agniezska Holland o Mika Kaurismaki. Seguiremos informando.