Escenarios

Angela Gheorghiu, dueto con Maria Callas

23 octubre, 2011 02:00

La soprano rumana Angela Gheorghiu reivindica su condición de diva suprema con un disco en el que se mide con Maria Callas en un dúo "virtual". Mientras se confirma una posible reconciliación con el Teatro Real, el Liceo la ha fichado para su próxima Bohème. El 2 de noviembre sale a la venta Homage to Maria Callas-Favourite Opera Arias (EMI), un aperitivo por el 20 aniversario de su debut.



Pregunta: Usted siempre ha evitado las comparaciones. ¿Por qué este disco?

Respuesta: Es una colega, una compañera. Compartimos repertorio, calidad y una forma muy cálida de relacionarnos con el público. El disco es como una conferencia... a cobro revertido.

P: Los ingenieros de EMI han obrado el milagro con una Habanera a dúo.

R: Era una ocasión única para hacer algo que siempre quise. La voz de la Callas ha sido digitalizada, pero hemos respetado su tempo, su cadencia.

P: ¿Cree que su muerte marcó el final de una era operística?

R: El disco desmiente esa teoría. Mi forma de trabajar es una conti- nuación de aquello. He cantado delante de la Reina de Inglaterra y a pleno sol en Central Park. Nunca la ópera ha tenido tanto público como ahora.

P: ¿Cómo es Angela Gheorghiu en la soledad del estudio?

R: Siempre estoy bien acompañada. Además de los técnicos, el productor y la orquesta, invito al estudio a mis amigos, e incluso a algún periodista, si se porta bien. Da igual dónde me encuentre. Fuera o dentro, soy una vendedora ambulante de emociones.

P: ¿Le preocupan las ventas?

R: No canto para vender, ni por dinero. No compito ni obedezco órdenes de nadie.

P: Y, antes de debutar un nuevo rol, ¿escucha grabaciones de otras?

R: Desde que salí de la escuela de canto no he tenido un profesor, ni un pianista o coach. Confío al 200% en mi instinto. También para mi vida privada. Es algo que no puedo explicar. Es como si pudiera ver las cosas antes de que sucedan.

P: En 2012 se cumplirán 20 años de su debut internacional en Londres. ¿Tiene algo preparado?

R: Lo celebraré con una Bohème junto a mi marido Roberto Alagna en el Covent Garden.

P: Se dijo tras su crisis matrimonial que habían firmado un "divorcio escénico".

R: Es falso. Siempre me alegraré de coincidir con él entre bambalinas.

P: ¿Qué me dice de La bohème que hará en el Liceo?

R: El montaje de Giancarlo del Monaco está muy bien, aunque todavía estoy esperando a que me sorprendan con una versión moderna. No pido experimentos, no quiero ser una cobaya, pero sí un poco de aire de vez en cuando...

P: ¿Qué le parece eso que dice Mortier de que Puccini es un "asesino"?

R: Empecé mi carrera con La bohème y hace unos días terminé una Tosca. No tengo marcas de puñaladas. A Mortier le gusta Puccini más de lo que él se piensa...

P: ¿Tienen planes juntos?

R: Me propuso algo, pero no recuerdo qué...

P: ¿Cómo olvida esas cosas?

R: Me quedo con lo importante. Como, por ejemplo, que Mortier es el autor de la carta más bonita que un hombre me ha escrito nunca. Mortier es un pícaro... ¡Y a mí me encantan los pícaros!

P: ¿Qué decía la carta?

R: Simplemente describía lo que había sentido escuchándome cantar La traviata.

P: Pizzi también le escribió una carta...

R: Mi correo da para una biografía por entregas...

P: ¿Cree que el Real le ha perdonado la espantada?

R: Me gustaría que el público entendiera mi compromiso con el repertorio. Yo soy la primera que sufro cuando cancelo. Si después de eso no me perdona... c'est la vie.

P: Sinopoli, Solti, Abbado... ¿Nadie la ha amedrentado?

R: Nunca me han temblado las piernas por actuar cerca de alguien. Así conseguí que un Solti de 82 años llorara de emoción al escucharme.

P: ¿Se identifica con alguno de sus roles?

R: A veces me siento un poco Dalila. El aria de Saint-Saëns es una de las más bonitas y sexys del repertorio.

P: ¿Se desnudaría en un escenario?

R: Todo depende de quién me lo pida y de cómo lo haga... (Risas)

P: ¿La veremos en el Met después de la última cancelación?

R: Sé cómo es Peter Gelb. Nos conocimos cuando era el jefe de Sony. Me invitó a La Maison du Caviar en París. Trataba de impresionarme pero, de pronto, apareció Roberto y me sacó del restaurante. Le dejé con medio kilo de caviar en la mesa. Desde entonces somos buenos amigos...