Tilda Swinton, Pedro Almodóvar y Julianne Moore charlan  en un descanso del rodaje. Foto: Iglesias Más / El Deseo

Tilda Swinton, Pedro Almodóvar y Julianne Moore charlan en un descanso del rodaje. Foto: Iglesias Más / El Deseo

Cine

Pedro Almodóvar: "La peor noticia es que el neoliberalismo y la extrema derecha vayan de la mano"

El director manchego, tras conquistar el León de Oro en el Festival de Venecia con 'La habitación de al lado', nos atiende antes de recoger el Premio Donostia en Sebastián, que arranca este viernes.

17 septiembre, 2024 02:03

Ya está aquí. Después de décadas de expectación, de rumores, de proyectos frustrados, Pedro Almodóvar (Calzada de Calatrava, 1949) ha culminado su aventura americana con La habitación de al lado, su primer filme rodado íntegramente en inglés.

Esto no implica ninguna impostura en la carrera del manchego, ya que nos encontramos ante el cineasta de siempre, en una película que aborda de nuevo la maternidad, que mantiene ese gusto por la mezcla de géneros y por los colores vivos y resplandecientes, que hace de la libertad y del deseo su bandera.

Eso sí, el director de Madres paralelas (2021) continúa ahondando en la depuración formal de sus trabajos precedentes, con un relato algo fantasmagórico y menos tumultuoso que los de sus primeros años, en el que tienen más peso Bergman y Hitchcock que Berlanga. Y es que el tema de La habitación de al lado se presta poco a la comedia (aunque Almodóvar nunca renuncia a ella).

La historia nos narra el reencuentro de dos viejas amigas en un hospital de Nueva York: Martha (Tilda Swinton), una exreportera de guerra, que recibe un tratamiento para un cáncer con mal pronóstico, e Ingrid (Julianne Moore), escritora, que aparece para acompañarla tras años sin verse. Ambas recuperan pronto la complicidad, pero Martha tomará una drástica decisión que requerirá de la ayuda de Ingrid.

Nunca antes había abordado Almodóvar con tanto empaque el tema de la muerte. Se podría establecer, incluso, un paralelismo entre su momento vital y del personaje de Julianne Moore, que al principio del filme firma ejemplares del libro que acaba de publicar, De muertes repentinas, con el que trata de “entender y aceptar la muerte”.

Pregunta. ¿Le ha ayudado esta película a usted en ese sentido?

Respuesta. Eso pensaba, porque en La habitación de al lado somos cuatro: las actrices, yo y esa abstracción en medio, la muerte. Pero en estos días ha fallecido mi gato Pepito, con el que había compartido 14 años, y me he dado cuenta de que sigo sin entender que de la noche a la mañana haya un ser vivo que desaparece. Naturalmente, están los recuerdos, las huellas que deja y el espíritu, que por algún lado se debe quedar. Nunca me he comunicado con ninguno, aunque cuando murió mi madre tuve sueños con ella tan fuertes que no parecían sueños.

Almodóvar nos atiende en su despacho de la productora El Deseo, situado cerca de la madrileña Plaza de Manuel Becerra. Durante la conversación, la emoción aflora cuando recuerda a su felino acompañante, cuyo deceso provocó que la cita se retrasara un par de días.

Antes de arrancar a hablar, el director pide un papel y un boli, ya que le gusta ir apuntando ideas mientras habla. Esto lo hace de manera torrencial, sin apenas dejar espacio para las preguntas, con frecuentes digresiones que suelen culminar en revelaciones inesperadas. Así, durante algo menos de una hora, va desgrando su nuevo filme.

"En España estamos escuchando cada día discursos de odio que tratan de enrabietar a la sociedad"

Tras un estreno triunfal en Venecia, donde ha conquistado un histórico León de Oro, y antes de llegar a las salas el 18 de octubre, La habitación de al lado desembarca en el Festival de San Sebastián, donde Almodóvar recibirá el Premio Donostia.

“Estoy muy contento de que me concedan el galardón, lo recibiré con orgullo”, asegura el cineasta. “Con San Sebastián, que tiene un público maravilloso, tengo una relación muy larga porque Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón estuvo allí en 1980. Fue muy divertido porque coincidí con Ventura Pons, que presentaba Ocaña, retrato intermitente (1978), e Iván Zulueta, con Arrebato (1979). Nunca se había hablado tanto en San Sebastián de pollas, drogas, travestismo…”.

P. Ya a finales de los 80 empezó a sonar su nombre con fuerza en Hollywood…

R. Por aquella época Jane Fonda quería que la dirigiera en una adaptación de Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988). Después, Kim Basinger se hizo con los derechos de Átame (1989). También me ofrecieron Sister Act (1992), pero yo ya había hecho Entre tinieblas (1983) y no quería repetirme. En cualquier caso, el proyecto más interesante fue el de dirigir Brokeback Mountain (2005).

P. ¿Por qué lo rechazó?

R. Nunca me he fiado de los estudios de Hollywood. Cuando me llaman, siempre me ofrecen libertad artística. Pero, claro, he hablado con muchos directores importantes allí, como Scorsese, y sé que es mentira. Y perder la libertad es muy difícil para un autor. Más aún para alguien como yo que trabaja en una empresa familiar como El Deseo de una manera muy artesanal, en la que todo pasa por mis manos. De hecho, aunque La habitación de al lado está rodada en inglés y hemos ido a Nueva York, es una película más de El Deseo, con maneras y capital europeos.

P. Ahora que ya está aquí su película en inglés, ¿es un sueño hecho realidad o un peso que se ha quitado de encima?

R. Desde luego, no era un peso. A mí me gusta el cine de Hollywood desde los años 30 a los 80. A partir de ahí, me interesa menos. Por eso quizá nunca tuve la ambición de ir allí a hacer una superproducción. Lo de rodar en inglés al final ha sido como abordar un género, solo estaba esperando el material adecuado.

P. ¿Por qué lo encontró en la novela Cual es tu tormento, de Sigrid Nunez?

R. Antes había intentado sin éxito hacerme con los derechos de otras novelas. Por ejemplo, La mancha humana, de Philip Roth, El lector, de Bernhard Schlink, o Las horas, de Michael Cunningham, por la que hubiera dado cualquier cosa. Al principio, Cuál es tu tormento me parecía un libro inadaptable, porque es una especie de autoficción sobre un personaje que cuenta lo que le va ocurriendo de una manera algo errática. Sin embargo, me agarró el fragmento en el que la protagonista va a ver a una amiga que está enferma de cáncer. Buñuel decía que lo mejor para adaptar un libro era, primero, leerlo y, después, olvidarse de él. Eso es lo que hice de manera natural, y empecé a seguir lo que me iban pidiendo los propios personajes y la propia acción. Siempre me he tomado una absoluta libertad a la hora de adaptar. En La piel que habito (2011) directamente desaparece el original, no existe.

"A mí me gusta el cine de Hollywood de los años 30 a los 80. A partir de ahí, me interesa menos"

P. ¿Cómo ha sido trabajar con dos estrellas como Tilda Swinton y Julienne Moore?

R. Con ambas me he entendido maravillosamente bien. Aunque han trabajado mucho en Hollywood, no son las típicas actrices anglosajonas. Tilda creo que nunca ha abordado un papel como este, y me parece un trabajo descomunal y muy sorprendente. Y lo que hace Julianne durante casi toda la película, escuchar con el corazón y que se note en los ojos, es muy difícil. Ellas no se conocían, pero se hicieron muy amigas de inmediato. Esa química personal solo había que desarrollarla durante el rodaje.

P. ¿Ha tenido que fiarse más de las actrices en esta ocasión por el tema del idioma?

R. Suelo dirigir dando muchísima información sobre cada frase y sobre cada palabra, y aquí quizá no he sido tan exhaustivo. Pero tampoco creo que les haya dado más libertad. Los actores son libres, únicamente tiene que satisfacerme lo que hagan. En dos o tres ocasiones, hemos cambiado alguna expresión por lo que Julianne sugería. Es curioso, pero a los americanos les da igual que en una película de narcos suenen mil acentos latinos diferentes, pero con el inglés son de una exigencia tremenda.

P. En la película hay referencias a Hopper, John Huston, Dora Carrington, Rossellini, Buster Keaton… ¿Qué papel juegan en el filme?

R. Los libros que leo, las películas que veo y lo que hablo con otras personas forma parte de lo que yo mismo soy. En La habitación de al lado cobra mucha importancia Dublineses, de John Huston, pero creo que es una referencia muy orgánica, no es tanto un homenaje como algo que está vivo en los personajes. Pero en mis películas, como buen cinéfilo, siempre hay películas de otros. En Tacones lejanos el personaje de Victoria Abril utiliza Sonata de otoño (Ingmar Bergman, 1978) para hablar de la relación con su madre, como si ellas fueran Liv Ullman e Ingrid Bergman. El cine para mí es una experiencia y como tal la uso en mi trabajo… pero pidiendo derechos, que no soy tan salvaje.

Julianne Moore y Tilda Swinton preparan  una de las escenas de 'La habitación de al lado'

Julianne Moore y Tilda Swinton preparan una de las escenas de 'La habitación de al lado'

P. En el filme hay dos alegatos políticos, uno de Martha, sobre la eutanasia, y otro del personaje interpretado por John Turturro, sobre el cambio climático. ¿Suscribe las palabras de uno y otro?

R. Sí, absolutamente. Estoy a favor de la eutanasia, de no prolongar el dolor de una persona enferma. Afortunadamente, tenemos en España una ley que la regula, aunque todavía está por ver cómo funciona. Sin ir más lejos, los Abogados Cristianos consiguieron a principios de agosto detener la eutanasia de una chica de 23 años de Barcelona. Una ley como esta debería nacer con más fuerza, ser más ágil, porque nadie pide la eutanasia por capricho.

P. ¿Y en cuanto al cambio climático?

R. Como dice el personaje de John Turturro, la peor noticia es que el neoliberalismo y la extrema derecha vayan de la mano. Me parece increíble que se cuestione el cambio climático, pero parece que están ganando los negacionistas. Por si fuera poco, en España estamos escuchando cada día discursos de odio que tratan de enrabietar a la sociedad, y muchas veces los vierten los propios políticos. El odio es una energía negativa, pero también propulsora. Fíjate lo que ocurre todavía en Ferraz, cerca de mi casa.

"Estoy absolutamente a favor de la eutanasia, de no prolongar el dolor de una persona enferma"

P. ¿Quería entonces mandar un mensaje con este filme?

R. Nunca he pensado que mis películas tuvieran que tener un mensaje, y si lo han tenido es el de “siéntete libre”, ya seas una ama de casa, una monja o una chica moderna. Como autor, busco ofrecer esa autonomía moral para ejercer la libertad. Pero no entiendo la que promete la extrema derecha, que está en contra del aborto, lanza mensajes xenófobos, pretenden repatriaciones masivas de inmigrantes, muchos de ellos niños que no tienen donde ir. ¿Cómo se hace eso? El mensaje de esta película es que necesitamos compañía y empatía, y que tenemos que desarrollarlas con sentido común. Dentro de la agonía, hay momentos para disfrutar y celebrar la vida.