Cine

'The artist', la película que Chaplin habría aplaudido

28 noviembre, 2011 01:00

Elogios y premios allá donde va -aquí en España, el del público en el reciente Festival de Cine Europeo Sevilla-, un 97 en Rotten Tomatoes y un 8,3 en IMDB, además de un creciente rumor que la sitúa como una de las favoritas a los Oscars 2012. The Artist es sin duda esa película que aparece cada año de la nada y que alguien desde un primer momento señala como la llamada a la gloria. Pero esta producción francesa que, coincidiendo con el suculento fin de semana de acción de gracias, acaba de estrenarse en Estados Unidos con las mejores críticas es, además, un ejercicio de estética y de búsqueda de originalidad en un Hollywood atestado de remakes, adaptaciones y falto de imaginación que apela, precisamente, a una época en la que el cine norteamericano crecía sin cesar.

Rodada en blanco y negro, muda, sin superestrellas en el reparto, ambientada en los estertores de los años 20 y dirigida por el Michel Hazanavicius, The artist cuenta la historia de un actor que ve como su carrera se va extinguiendo conforme avanza la popularidad del cine sonoro, un argumento que, sin duda, apela a la coyuntura presente, en la que el séptimo arte también asiste a una fase que se acaba. Por ello, esta historia definida por Hazanavicius como un compendio de "citas, referencias y plagios" es también un canto de amor al cine y especialmente, a la emoción que contenía cuando era mudo. No en vano, en su estreno este fin de semana en Estados Unidos una de las nietas de Chaplin afirmaba que esta le habría encantado a su abuelo.

"La escribí muy rápido -cuenta su director- en cuatro meses. Desde el principio tuve claro que quería volver a trabajar con Jean (Dujardin) y Bérénice (Béjo) en la historia de un actor del cine mudo que no quiere oír nada del cine sonoro. Me centré en este personaje, pero tanto pronto como se me ocurrió la idea de la joven extra y de sus destinos entrelazados, todo estuvo en su lugar y cobró sentido, incluso en los temas: orgullo, fama, vanidad... Y una anticuada visión del amor, muy puro, que también concuerda con la forma. En efecto, las películas mudas que, en mi opinión, han envejecido mejor, las que mejor soportan mejor el paso del tiempo, y no quiero compararme en absoluto con ellas, son los melodramas. Es un género ideal para el formato: historias de amor muy sencillas, historias que son grandes películas, incluso obras maestras. Pero había que ver si el público actual querría ver esas películas... En todo caso, esos títulos me dieron ganas de ir en esa dirección, pero siendo más ligero, más optimista, más alegre a pesar de todo. De todas formas, lo más complicado fue convencerme de que este proyecto valía la pena, porque va contra las tendencias actuales, es casi anacrónico: ¡estábamos en medio de la locura por Avatar, en plena moda del 3D!".