Image: González Macho, De la Iglesia y Paredes se reúnen por los Goya

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Cine

González Macho, De la Iglesia y Paredes se reúnen por los Goya

Tres expresidentes de la Academia de Cine hablan con El Cultural sobre el pasado y el futuro de la institución

17 febrero, 2012 01:00

Álex de la Iglesia y Enrique González Macho junto a Marisa Paredes en la Academia de Cine. Foto: Sergio Enríquez-Nistal

En vísperas de la XXVI edición de los premios Goya, que se celebra el domingo, El Cultural ha reunido a los últimos presidentes de la Academia de Cine. Desde la diplomacia o la implicación política, Marisa Paredes y Álex de la Iglesia han representado formas distintas de ejercer el cargo, mientras que Enrique González Macho, al frente de la institución en estos momentos, se encuentra expectante con el cambio ministerial. Los tres han debatido sobre problemas como las descargas, la Ley de Mecenazgo o el apoyo estatal al cine español.

Tres presidentes. Marisa Paredes, Álex de la Iglesia y Enrique González Macho. Una actriz, un director y un exhibidor. La Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de España ha estado en sus manos en tres etapas muy distintas en la convulsa historia de una institución que parece crecer a base de controversias. Una casa "respetable y respetada", dice el actual presidente, González Macho.

La reunión transcurre en un saloncito de la planta baja de la "casa" con sillones de cuero y reminiscencias de un country club inglés. La Academia está en pleno centro de Madrid, en un palacete del barrio de Chamberí. También estaba invitada Ángeles González Sinde, pero declinó la oferta aduciendo "agotamiento" por su sobreexposición en los medios como ministra. Entre los presidentes reunidos reina la sintonía. Existe sobre todo una voluntad conjunta de superar y derribar los muros de incomunicación con esa parte del público que se muestra muy crítica con el cine español. Sin duda, la voz más personal es la de Álex de la Iglesia, quien terminó dimitiendo tras su mediática bronca con Sinde el año pasado a costa de las famosas descargas.

Paradojas de la geografía urbana, el lugar más icónico del cine español es adyacente a la sede del PP en la calle Génova. Como explica Marisa Paredes, presidenta entre 2003 y 2006: "Yo viví la mudanza. Este palacete pertenecía a Patrimonio y la pura verdad es que fue Aznar quien ordenó que se nos cediera a cambio de una cantidad de dinero".

Paredes fue presidenta durante la famosa gala de los Goya del "No a la guerra", quizá el momento más polémico en toda la historia, no tan larga, 26 años, de la casa. A González Macho le ha tocado presidir la institución en tiempos difíciles pero por otros motivos. La aguda crisis económica está afectando de una forma especialmente grave a una industria tradicionalmente frágil. La Ley de Mecenazgo se atisba en el futuro próximo mientras el sector tiembla al calcular hasta dónde pueden llegar los recortes. La industria, como admiten en público y privado todos los productores, vive un momento de parálisis.

Durante este cuarto de siglo, muchos de los éxitos de la Academia han sido indiscutibles. Los premios Goya, su momento de máximo esplendor, son un acontecimiento televisivo anual que siguieron más de cuatro millones de personas en su última edición. Los "cabezones" funcionan como mecanismo promocional y llenan cines, que es al fin y al cabo su objetivo. Las actividades del centro son populares y colaboran con la difusión del cine patrio. La revista "Academia" (que puede descargarse gratis en la página web) es un instrumento importante para conocer en profundidad el sector. Hay seminarios, hay cursos, colabora intensamente con instituciones como el Cervantes y otras academias del mundo. Como prueba de su éxito, sus miembros no han dejado de crecer: en el 2000 eran 700 y hoy son más de 1.200. La Academia está muy viva.

Al valorar su trabajo, hay un punto en el que los presidentes no vacilan en estar de acuerdo: siempre supone más horas y dedicación de la que imaginaban. Un trabajo "honorífico" pero cargado de responsabilidades por el que no cobran y al que accedieron movidos por la misma inquietud, acercar el cine español al público. "Yo estuve el primer año de presidenta sin trabajar como actriz", explica Paredes, "y había mucho que hacer porque partíamos de una posición muy precaria. Apenas había sponsors y hubo que buscarlos. Ahora está en su mejor momento pero ha sido difícil llegar hasta aquí". "No ha parado de crecer -añade González Macho-. Espero que se quede como está y que no estropeemos nada".

"Yo me lancé porque no me gustaba la idea de quedarme en la barrera quejándome de los defectos como hacen muchos -dice Álex de la Iglesia con la contundencia que le caracteriza-. Este cargo me acarreó muchos problemas pero estoy muy orgulloso de lo que hice. He estado callado una temporada en parte por respeto a la posición de Enrique, pero ha llegado la hora de volver a estar implicado".

Sin duda, la visión más crítica la aporta el director de La chispa de la vida. Regresa a la institución un año casi exacto desde su dimisión: "Desde luego pasé momentos complicados en esta casa, pero regresar me trae buenos recuerdos del trabajo duro que hicimos. Creo que conseguimos muchas cosas, desde convertir la gala de los Goya en un espectáculo televisivo atractivo hasta montar el bar. El cargo no es más que ser un gestor de una asociación cultural pero también tiene una dimensión política. En realidad yo estaba representando al cine español y asumí mucho trabajo que iba más allá de mis atribuciones. Tenías la capacidad de ayudar a personas como a una montadora, que la echaron de un rodaje por quedarse embarazada. Me quedé con las ganas de hacer unos manuales de cine oficiales que marcaran un estándar en la profesión para cada cometido. Y sobre todo fracasé en mi principal objetivo: conquistar al público. Por eso dimití, porque la ley era justo lo contrario de lo que teníamos que hacer. Sentí cierta frustración". Para de la Iglesia, la ley Sinde no era más que un nuevo obstáculo en ese sonado divorcio entre cineastas y público. El año pasado la cuota de mercado fue mejor que otros, un 14,3%, sin embargo la cifra sigue siendo baja si la comparamos con el 41.6% de Francia o el 35% de Italia. A este porcentaje se le une la tradicional mala imagen del cine español, especialmente entre un sector de la población que parece inconmovible a sus éxitos internacionales o a la aparición de una nueva generación de cineastas.

Sin duda, la división política asociada al cine español, muy identificado por determinados sectores con las formaciones de izquierda, es uno de los lastres más graves que atenazan su desarrollo. González Macho es especialmente contundente en este punto: "La Academia no puede tomar partido por ninguna postura política. Sería horroroso que todos pensáramos lo mismo. Éste es un colectivo en el que hay ideas de todo tipo. Es un problema además que no tenemos dentro del propio cine, donde incluso durante el franquismo convivían en el mismo rodaje profesionales con opiniones muy dispares".

De sectarismos y mecenazgos

La etiqueta ‘sectario' aplicada al cine español tuvo su momento cumbre en los Goya de 2003, marcada por las vehementes protestas contra la guerra de Irak que en ese momento apoyaba el gobierno de José María Aznar. Una gala con repercusiones mediáticas muy virulentas que presidió Marisa Paredes ante el visible malestar de la entonces ministra, Pilar del Castillo. "No fue algo planeado por la Academia. Fueron los invitados quienes espontáneamente salieron al escenario a expresar su opinión", explica Paredes. González Macho añade: "En esa gala mucha gente expresó una opinión que estaba en consonancia con lo que pensaba la mayoría. Lo que pasa con el mundo del cine es que hay gente muy mediática y eso hace que sus actuaciones tengan más eco". La nota crítica la pone De la Iglesia: "Muchos de los comentarios negativos nos los merecemos. Hay que tener en cuenta que hay gente que simplemente no quiere que se hagan películas en este país y está empeñada en enfrentarse por supuestas discrepancias ideológicas. Pero ha habido errores, y en esa gala dio la impresión de que todos teníamos la misma opinión. La Academia debe ser ajena a estas controversias".

Los escándalos de la Academia han tenido siempre un eco brutal en la sociedad. A la guerra de Irak hay que sumar episodios como el largo enfrentamiento con Almodóvar, al que puso fin De la Iglesia y cristalizó en la estelar aparición de Pedro en la gala de 2010, pasando por las polémicas con José Luis Garci y sus "mensajeros". "Le llamé mil veces para arreglarlo y no hubo manera", dice De la Iglesia. A sumar, el propio escándalo protagonizado por el director de La comunidad y su brusca dimisión del cargo. "Yo sigo siendo amigo de Ángeles", dice el director, "pero no por eso teníamos que estar de acuerdo. No creo que el presidente de la Academia deba ser un hermano gemelo del ministro de Cultura. Nadie está de acuerdo con el todo gratis. Lo que pasa es que tiene que haber una oferta legal. Ahí están filmin.es y otros portales pero desde luego no corresponde a la demanda. Nuestra obligación es saber amoldarnos. Yo era contrario a una ley que estaba muy lejos de los intereses de la gente. Propuse un diálogo y dimití por coherencia cuando éste se negó".

Su sucesor difiere: "No puedo opinar sobre la Ley Sinde mientras no se aplique. Pero no estoy de acuerdo en lo que dijo Álex en su discurso, que estamos en la era de Internet mientras no haya reglas. Hay poca oferta legal porque es muy difícil levantar un negocio cuando puedes tener lo mismo gratis. La industria se ha defendido mal, es cierto, pero hemos estado en una situación de indefensión absoluta. Lo mejor del cierre de Megaupload es que se ha podido ver quiénes se están lucrando efectivamente con esto". Por su parte, Marisa Paredes apostilla: "Todos estamos a favor de las nuevas tecnologías, pero me gustaría hacer un pequeño tributo al gran cine".

La XXVI gala de los Goya estará de nuevo marcada por una circunstancia, en este caso la severa e interminable crisis económica y la incertidumbre respecto a los próximos presupuestos. La voluntad del nuevo ministro, José Ignacio Wert, de fomentar el patrocinio privado y el mecenazgo causa escalofríos en la profesión. "No existe una tradición en España como la hay en Estados Unidos. Además, este es un país muy pequeño, el cine es caro y los recursos para explotarlo son menores. La cultura es un bien a proteger ", dice Marisa Paredes. González Macho afirma: "El cine forma parte de la sociedad. Estamos en una época dura y asumimos que corremos una suerte parecida a la de todo el mundo. Nos enfrentamos a esta situación con las mismas dificultades y esperanzas ". De la Iglesia pone una nota de optimismo: "Cualquier cosa que ayude me gusta y cualquier cambio puede ser bueno. Desde luego es fantástico que entre dinero privado en el cine. De todos modos, esa manía por etiquetarnos como subvencionados es muy injusta. Sólo el Museo Reina Sofía recibe al año lo mismo que todo el cine español y ya no te cuento la energía eólica. Es una pena cómo se ha utilizado ese argumento en contra del cine español". Y aquí todos, por una vez, están de acuerdo.

¿Un duelo entre Almodóvar y Urbizu?

Carlos Reviriego

Dice Enrique González Macho que los tiempos imponen una gala austera, si bien no lo será en premios: se entregarán ¡29 estatuillas! Alguna conclusión debemos extraer de que de las tres películas españolas que competían en San Sebastián, ha quedado fuera de los Goya precisamente la que se hizo con la Concha de Oro: Los pasos dobles, de Isaki Lacuesta. Hasta el espantajo televisivo 23-F. La película suma una nominación, que podría reportarle a Juan Diego (porque hace de Tejero) su cuarta estatuilla, si bien es poco imaginable que el "cabezón" al mejor protagonista no recaiga en José Coronado o en Antonio Banderas. El duelo de ambos actores anticipará el duelo de la noche: ¿Pedro Almodóvar o Enrique Urbizu? Si nos dejamos guiar por la taquilla, la sorpresa sería que el western de Mateo Gil Blackthorn (11 candidaturas) se impusiera a La piel que habito (16) y No habrá paz para los malvados (14). Todo indica un reparto de premios entre estas últimas, extensible a La voz dormida (9). En todo caso, la película de Benito Zambrano parece tener asegurado el Goya a la actriz revelación, María León, en detrimento de la estupenda Michelle Jenner por No tengas miedo, única nominación al filme de Montxo Armendáriz. Otro duro castigo (suponemos que por razones solo cinematográficas) ha caído sobre Álex de la Iglesia, cuyo filme La chispa de la vida se postula a dos Goyas. Junto a la nominación a Salma Hayek, la otra nota internacional la aportará la candidatura de Woody Allen por su guión, tan 'español', de Midnight in Paris.