Image: Chispazos de Calparsoro

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Cine

Chispazos de Calparsoro

26 abril, 2013 02:00

Álex González en Combustión

Promocionada como una versión patria de la saga Fast & Furious, un cóctel entre carreras ilegales de coches y chicas guapas, Combustión llega para conquistar a adolescentes de todas las edades. La película tiene un arranque potente que deja ver que Calparsoro domina bien el lenguaje de Hollywood. Una chica, Adriana Ugarte, seduce a un millonario con la intención de robarle junto a su pandilla, entre los que se cuenta su propio novio, Alberto Ammann, que repite con Calparsoro pocos meses después de haber estrenado conjuntamente Invasor. Su siguiente víctima es Álex González, un musculado joven que va a casarse con la heredera de una tienda de joyas.

Con música electrónica machacona obra de Carlos Jean, no es difícil adivinar que detrás de esta película se esconde una intención ultraestética y sofisticada bajo la influencia de Drive, de Nicolas Winding Refn. La historia, sin embargo, es muy distinta. En Combustión se trata no de descubrir la cara oculta del turbio pero noble protagonista sino de contar su proceso de maduración y de pérdida de inocencia. Preso en una vida burguesa, González vivirá su romance con Ugarte como un viaje hacia el lado salvaje que servirá como catarsis para su descubrimiento personal. Calparsoro muestra aquí una clara voluntad de hacer una película "a la americana" repleta de coches de alta gama, casas de ensueño, cuerpos de gimnasio y una factura que quiere transmitir glamour. Con unos diálogos que a veces parecen inspirados en la filosofía de los concursantes de Gran Hermano, la película corre el riesgo fatal no de celebrar el macarrismo (lo cual habría podido tener su gracia) sino de tomárselo en serio. Lo más incomprensible, sin embargo, es su trama sin pies ni cabeza. Habría que empezar por el descabellado plan de ligarse a González para robar en casa de su novia o el hecho de que delincuentes perseguidos por la policía puedan viajar a Suramérica sin ningún problema. El giro final, con la aparición de unos gánsters sin mayor justificación, pone el colofón a la trama. Dentro de todo este centrifugado habría que decir que cuando Calparsoro indaga en emociones como el desamor o los efectos de la decepción la película funciona mejor, pero son apenas unos chispazos.