Image: Céline Sciamma

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Cine

Céline Sciamma

"Tomboy retrata cómo la infancia termina cuando empieza la nostalgia"

1 mayo, 2013 02:00

La directora francesa estrena este retrato en torno al difícil rol de las preadolescentes que se sienten como un varón

Hemos visto varias veces en el cine la figura del niño afeminado, lo recordamos en aquella Bienvenidos a la casa de muñecas, de Todd Solonz, o en la reciente Le Skylab, de Julie Delpy. Sin embargo, la figura del marimacho ha sido muy poco tratada y la directora francesa Céline Sciamma le hace plena justicia en la fantástica Tomboy, la tierna y dura historia de una niña que durante un verano se hace pasar por chico, una identidad en la que se siente más identificada. Sciamma construye un bello y poético filme sobre el paso de la niñez a la adolescencia y la dificultad para labrarse una identidad propia conmovedora y bella que triunfó en festivales como los de Berlín, Buenos Aires o Gijón.

Pregunta.- Cuenta una historia que podría ser tremebunda pero lo hace desde la delicadeza.
Respuesta.- La película está construida en torno a la idea del juego, no sólo de ella, sino de los otros niños. Quería explicar esa historia específica de una niña que se siente como un varón pero también hablar de ese mundo lúdico de la infancia. Todo ello requería un trabajo enorme a la hora de trabajar la estética, los colores, la ropa, la fotografía...

P.-La figura del mentiroso a punto de ser atrapado es un clásico.
R.- Escribí la película como si fuera de acción, pensemos en el clásico agente doble en un thriller político, es una situación que genera una gran tensión en el espectador de forma constante. La idea de la doble identidad es una de las claves del suspense. Se trata de utilizar herramientas de otros géneros y aplicarlas a una película que es básicamente de sentimientos como ésta.

P.- La película retrata ese delicado momento en el que dejamos de ser niños y no nos convertimos en adultos pero sí en otra cosa.
R.- La infancia termina en el momento en que empieza la nostalgia. Ser niño significa vivir en el constante presente, no sabes qué significa el pasado. El filme está ambientado en ese momento muy concreto en el que tu cuerpo está a punto de cambiar, lo sabes y basculas de una forma u otra entre los dos mundos. Es una edad en la que aún no has cambiado pero estás a punto de hacerlo y donde también puedes experimentar una enorme libertad.

P.- ¿Por qué realizó la película en condiciones de guerrilla?
R.- El cine es demasiado lento y yo sentía la necesidad de contar esta historia, la rodamos con una Canon 7D y el resultado es espléndido. El rodaje duró veinte días con un presupuesto mínimo y realmente logré crear el espacio de libertad que estaba buscando, se trataba de poner en práctica un ambiente más relajado y creativo para que los niños se pudieran sentir cómodos.

P.-Trabajar con niños siempre ha tenido mala fama.
R.- Los niños son muy dispersos y hay que planteárselo todo como un juego. No puedes pedirles que sigan un plan de rodaje al pie de la letra y por eso tienes que crear esos espacios para que puedan escaparse de vez en cuando de la película. Tuve mucha suerte con la protagonista, Zoé Heran.