De la Iglesia versus Guerricaechevarría
El director Alex de la Iglesia y el guionista Jorge Guerricaechevarría estrenan 'Las brujas de Zugarramurdi' en San Sebastián
El director y el guionista conversan en torno a su último trabajo, 'Las brujas de Zugarramurdi'
-Hay una clara voluntad de hacer una película sobre las penurias que atraviesan millones de españoles desde la comedia y el cine negro. Surgen ecos del neorrealismo italiano...
-Alex de la Iglesia: Yo creo que Rufufú (Mario Monicelli, 1958) y Milagro en Milán (Vittorio de Sica, 1951) están seguro entre mis cinco películas favoritas. No hay nada más divertido de explicar que por qué un tío roba, que se vea obligado por una situación absurda. En el momento en que atracas una tienda de Compro Oro los clientes, en vez de estar aterrorizados, te critican por llevar a tu hijo. En un atraco metes el absurdo que es la vida y es muy divertido.
-Jorge Guerricaechevarría: La época marca y el neorrealismo venía de una crisis y nosotros ahora también. La gente lo está pasando muy mal y puede hacer cualquier locura. Estos personajes que planteamos son muy absurdos y exagerados pero creo que también son realistas.
-Las mujeres son el eje central, pero desde el punto de vista de los hombres.
-AI: Partimos del punto de vista masculino pero no como es habitual. Normalmente si tienes problemas con las mujeres, o en las películas que yo he visto, es porque están muy locas, o porque tienen manías. Por ejemplo ¿En qué piensan las mujeres? (1941) de Lubitsch. Aquí los hombres no saben manejar a una mujer como no saben manejar un horno. No saben comunicarse con ellas y hay un reconocimiento de la culpa.
-JG: La idea de la mujer como bruja es un símbolo de lo que como hombre no entiendes y al final acabas demonizando. Somos muy fans del libro La diosa blanca, de Robert Graves. Allí explica cómo Dios comenzó siendo mujer en las sociedades primitivas y a partir del judaísmo se convirtió en un señor y la fémina pasó a ser impura.
-AI: Todo esto tiene mucho que ver con Euskadi como el símbolo de la sociedad matriarcal. Allí dominan las mujeres, han dominado desde siempre, sobre todo socialmente, y se nota en la cultura, en la manera de ser. Estoy muy de acuerdo con el discurso del Aquelarre, cuando el personaje de Carmen (Maura) dice que Dios es una mujer. Está claro que el patriarcado no funciona. Los hombres están muy perdidos. También es muy vasco la importancia de la comida, para trascender el mundo tiene que pasar por el estómago. Por eso utilizamos el mito de Gargantúa.
Alex de la Iglesia y Jorge Guerricaechevarría forman el tándem más fructifero del cine español
-AI: Hombre, en cierta manera, sí. Tampoco deja de ser un mecanismo más para generar comedia. Hay un poso de realidad y es que en la situación actual cargar con una pensión es un problema más.
-JG: El sistema judicial español le da la razón a la tesis de la película en el sentido de que vas a estar más seguro con tu madre que con tu padre. El hombre siempre tiene que demostrar que es capaz de hacerlo bien. En el fondo de nuestro corazón sí creemos que la mujer es superior al hombre.
-Es una película muy española en su humor. ¿Qué referentes les marcan?
-AI: No eres consciente de eso. Nunca he tenido la sensación de pertenecer a nada. Me gustaba el cineclub de la segunda cadena y allí veía de todo, desde Historias de Filadelfia a Dreyer. Todo eso genera una visión ecléctica o absurda de las cosas. Eso se mezcla con tu visión de Goya y las pinturas negras. Pero es casual, no corresponde ni a épocas ni a lugares.
-JG: Sí que hay algo muy español que es el humor negro y te das cuenta de ello cuando empiezas a viajar a otros países. Afrontar la realidad con humor y que cuanto peor son las cosas o las situaciones, todavía es más gracioso y más grotesco. Nos reímos de ellos, de nosotros mismos y de lo mal que va todo. En ese mix de influencias de las que hablaba Alex, destacan Azcona, Berlanga, Mihura...
-AI: Esto viene desde el siglo de Oro. La sensación de derrota nos acompaña desde el siglo XVII o antes. La idea es que hemos perdido nuestro lugar en el mundo y la culpa es nuestra. También se aplica a las mujeres, "no las entiendo pero es culpa mía". Eso está muy relacionado con la religión. Nos reímos del sufrimiento ajeno, de ver cómo Charlot se come la bota.
-La película empieza con una escena brutal. ¿Cómo se mantiene el ritmo cuando se empieza tan fuerte?
-AI: ¡Sabía que iban a decir esto! Tenemos una tendencia absurda, probablemente anglosajona, a decir "prefiero sugerir que mostrar" (con voz de falsete). Es un gran clásico de la intelectualidad lo de rodar de manera "indirecta, sutil". Cuando haces una película grandiosa convences porque lo que muestras el público no lo ha visto antes. Debes ir sugiriendo, pero al final tienes que mostrar. Y no entender que el cine es mostrar me parece una de las razones por las que tenemos tantos problemas con nuestro cine.
-JG: Antes de mostrar necesariamente has tenido que sugerir. Lo que sucede es que cada espectador se hace una imagen y nuestra capacidad mental para ver cosas es muy grande, así que siempre corres el peligro de defraudar. Pero hay que enseñar las cartas. El alien tiene que verse al final de la película.
-AI: Hay que decir la verdad porque eso dice cómo eres y es cuando te la estás jugando. En el fondo, en esa idea del "sugerir y no mostrar" hay algo muy cristiano que implica que disfrutar está mal.